El primer filtro decisional: dónde empieza realmente el diagnóstico dermatoscópico.
Toda consulta dermatológica es, en esencia, un ejercicio de clasificación. En dermatoscopia, el primer movimiento no es determinar si una lesión es benigna o maligna, sino de qué universo biológico procede.
Antes de hablar de melanoma, CBC o dermatofibroma, hay que definir si la arquitectura pertenece al linaje melanocítico o a cualquier otro tejido.
Esta separación inicial actúa como el bifurcador cognitivo que te coloca automáticamente en el algoritmo correcto. Sin este paso, todo lo demás es ruido.
La piel no revela su identidad histológica con palabras, sino con estructuras repetibles que funcionan como huellas digitales.
Una lesión se considera melanocítica si presenta al menos una de las siguientes estructuras:
Es el patrón “fundacional” del melanocito.
Una cuadrícula marrón que refleja la pigmentación de las crestas epidérmicas.
Regular → nevus.
Irregular → sospecha de melanoma radial.
Cúmulos pigmentarios redondeados.
Simétricos y organizados → nevus en evolución.
Grandes, deformes o periféricos → intención expansiva.
Extensiones fusiformes que anuncian crecimiento activo.
Son el equivalente dermatoscópico a ver una célula saltar el borde.
Una lesión totalmente homogénea, sin red ni glóbulos, suele ser un nevus dérmico o compuesto.
La ausencia de caos es, en sí misma, una pista melanocítica.
Si la pigmentación sigue las crestas → sospechar melanoma.
Si sigue los surcos → benignidad.
Este patrón es tan estable que permite diagnosticar sin duda en palmas y plantas.
Cuando la lesión carece de los signos anteriores, entra en el universo no melanocítico, que a su vez se bifurca en cuatro grandes familias:
La epidermis hiperproliferativa escribe un lenguaje rugoso, blanquecino, amarillento.
Queratosis seborreica: quistes miliares, aperturas comedonianas, fisuras.
Queratosis actínica / CEC in situ: rosetas, vasos glomerulares, escama.
CBC: ausencia de red, vasos arboriformes, úlceras sutiles.
Rojos profundos, lagunas, dominios azulados.
Hemangiomas
Angiomas trombosados
Malformaciones
Las lagunas bien delimitadas son la firma óptica de un proceso vascular puro.
Histología de tejido denso → tono blanquecino + halo periférico.
El dermatofibroma es el ejemplo maestro:
un dot central blanco + red periférica desplazada (signo de la “huella digital”).
Aquí predomina un lenguaje vascular y de superficie:
Psoriasis: vasos puntiformes homogéneos.
Eccema: polimorfismo vascular + serosidad.
Molusco: tapón central + corona vascular.
Son procesos que escriben su historia en la epidermis, no en la arquitectura melanocítica.
Si una lesión tiene red → es melanocítica hasta demostrarse lo contrario.
Si no tiene nada melanocítico → no lo es.
Si tiene signos mixtos → lesional compleja que exige algoritmo avanzado.
Este principio reduce la incertidumbre y acelera la cascada diagnóstica.
No basta con clasificar: hay que interpretar el tono.
Red regular
Glóbulos simétricos
Un solo patrón global
Ausencia de estructuras blancas brillantes
Sin vasculatura atípica
Son lesiones que comunican estabilidad estructural.
Asimetría en 2 ejes
Multicomponente
Glóbulos periféricos irregulares
Puntos/gránulos grises en periferia
Velo azul-blanco
Líneas blancas brillantes
Vasos polimorfos
Aquí ya no importa tanto si es o no melanocítico: importa que se está comportando como melanoma.
Hay lesiones que parecen no melanocíticas en modo no polarizado, pero revelan rasgos melánicos en modo polarizado.
Ejemplo clásico: los glóbulos profundos o pseudópodos fibrosos solo visibles con polarización.
Este fenómeno demuestra que cada modo de luz es un capítulo distinto del mismo libro.
Un diagnóstico sólido exige leer ambos.
La piel tiene humor negro, y a veces se divierte confundiendo.
Pueden simular redes; la clave está en buscar quistes miliares o fisuras cerebriformes.
Un CBC lleno de pigmento puede imitar un melanoma inicial.
La clave:
ausencia de red
presencia de estructuras azul-gris ovoides
vasos arboriformes gruesos
Las líneas blancas pueden parecer patrones pigmentarios falsos.
El contexto clínico y la polarización resuelven la duda.
Pueden tener áreas heterogéneas que imitan caos sin ser malignos.
La clave es la simetría robusta del patrón global.
¿Tiene red, glóbulos, pseudópodos o patrón paralelo?
Sí → Universo melanocítico.
No → pasar al paso 2.
¿Predominan estructuras queratinocíticas, vasculares, fibrosas o inflamatorias?
Sí → Universo no melanocítico.
No → lesión híbrida → evaluación avanzada.
¿El patrón global es caótico o armónico?
Caótico → sospecha de malignidad.
Armónico → benignidad probable.
¿Se comporta igual en luz polarizada y no polarizada?
Si cambia → hay información profunda → mayor vigilancia.
Este algoritmo reduce el tiempo de análisis a segundos y multiplica la consistencia diagnóstica.