Charles Bukowski
plegaria para amantes desolados
amilanado y encolerizado, en ambulancias de odio,
pisoteando hormigas, pisoteando para siempre hormigas
incansables… rezad por mis caballos, no recéis por mí;
rezad por los guardabarros de mi coche, rezad por el carbón
de los filamentos de mi cerebro… ni más ni menos y, oíd bien,
no necesito más amor, ni más medias húmedas
como las piernas de la muerte arrastrándose por mi cara en el baño
a medianoche… no me dejéis ver la sangre ni la sabiduría ni
la desesperación, ni tampoco el clavel seco
que se desangra efímero en un ojal, desarraigado
como las tumbas de la memoria;
bueno, me han echado
de sitios mejores, me han arrebatado la copa de jerez
de la mano, he visto las teclas del piano agitarse
por explosiones de podredumbre; he visto ratas en
la chimenea
saltando como cohetes por entre las llamas;
rezad por Alemania, rezad por Francia, rezad por Rusia,
no recéis por mí… y sin embargo… y sin embargo vuelvo a ver
unas piernas hermosas que se cruzan, más copas de jerez y más
decepciones, más bombas… mares encrespados de bombas,
mis cuadros volando como pájaros por entre los pendientes
y las botellas, por entre los labios rojos, por entre las cartas de amor
y el último piano, y clamaré que estaba en lo cierto: no
tendríamos que haber sido.