Charles Bukowski

Lo que más me gusta es rascarme los sobacos:

Paz-cificado

Sin embargo, Bukowski nunca ha estado tan en paz consigo mismo. Al final del libro dice: «Había acabado mi tercera novela, y tres buenas novelas es todo lo que uno puede aspirar a hacer. Naturalmente que pensaba en la cuarta sobre mi infancia, pero las novelas sobre la infancia son casi imposibles... y me daba miedo.» La no­vela sobre la infancia todavía no ha aparecido; ha salido en cambio un quinto volumen «importante» de poemas, Play the Piano, que recoge los poemas leídos en los readings recientes.

Entre sábanas empapadas de semen, latas vacías de cerveza, sudores malolientes bajo los sobacos, escaraba­jos que trepan por las paredes, Bukowski se mueve en su clima de decadencia y de sexismo, de violencia y de alcoholismo, y desmorona los sueños, las ilusiones, la falsedad de nuestra era cantando con deliberada inde­cencia sus historias autenticas en la enormidad del espacio: en el miedo y la soledad recupera su humanidad, su egoísmo, su sentido del ridículo, su irreverente com­pasión, su lejanía de jugador de carreras. Los lectores, y sobre todo la crítica, captan a veces sólo el aspecto sen­sacional y «obsceno» pero, debajo de sus máscaras o de lo que él llama su manera de «hacer el payaso», sigue poniendo al desnudo su más desconcertante intimidad a través de exageraciones, a veces iluminadoras y otras deformadoras, en un propósito tenaz de contarse a sí mismo.

En esta operación, el alcohol es una autodefensa del individuo asustado por un destino absurdo y terrorífico, que nunca es glorificado como una virtud o una salva­ción; a lo sumo se le señala como una vía de salida: «Hay que encontrar algo que hacer en espera de la muer­te. Está bien tener la posibilidad de elegir.»

en Entrevista a Charles Bukowski por Fernanda Pivano  

18 de enero - 11 de febrero de 1982.