Charles Bukowski
Apostadores todos
a veces te levantas de la cama por la mañana y piensas,
“no voy a soportarlo”, pero te ríes para tus adentros
recordando todas las veces que te has sentido así, y
vas al baño, te adecentas, ves esa cara
en el espejo, ay dios ay dios ay dios, pero te peinas de todos
modos,
te pones ropa de calle, das de comer a los gatos, recoges el
periódico de los horrores, lo dejas en la mesita de centro,
das un beso
de despedida a tu mujer y luego te pones al volante y sales a
la vida en sí,
como millones de personas más te lanzas al ruedo otra vez.
ahora estás en la autopista sorteando el tráfico,
te mueves hacia algo y al mismo tiempo hacia nada
mientras enciendes la radio
de un manotazo y suena Mozart, que ya es algo, y de
alguna manera
sobrellevarás los días lentos y los días ajetreados, los días
aburridos y los días odiosos y los días excepcionales, todos
tan deliciosos
y tan decepcionantes al mismo tiempo porque
somos todos tan parecidos y tan diferentes.
encuentras la salida, cruzas la parte más peligrosa
de la ciudad, te sientes fugazmente de maravilla mientras
Mozart se abre
paso hasta tu cerebro y se descuelga por tus huesos y te sale
por los zapatos.
ha sido una pelea dura que merecía la pena librar
mientras todos seguimos adelante
apostando por otro día.