Charles Bukowski
Por un oído me entraba y por el otro me salía
mi padre se había aprendido de memoria cantidad de dichos que le
gustaba
repetir una y otra vez:
«¡si no consigues triunfar, a cagar!»
«¡a tuertas o a derechas, yo siempre con mi país!»
«¡a quien madruga,
Dios le ayuda!»
mi madre se limitaba a sonreír mientras él pronunciaba
semejantes perlas de sabiduría.
¿yo?
yo pensaba: este tipo es idiota.
«¡el que no trabaja es porque no quiere!» era uno
de sus preferidos durante los años de la Gran Depresión.
prácticamente todo lo que salía de su boca era una estupidez.
llamaba a mi madre «mamá».
—¡mamá, tenemos que irnos de este barrio!
—¿por qué, papá?
—¡porque he visto uno, mamá!
—¿un qué, papá?
—un negrata...
otro de sus preferidos era:
«¡pito, pito, gorgorito, trinca a un negro por el
pito, si pone el grito en el cielo, que cargue con
el mochuelo!»
nunca pronunciaba estos aforismos sentado
sino que lo hacía deambulando a paso vivo por la
casa.
«¡ayúdate bien y ayudarte ha Dios!»
—escucha a tu padre, Henry —me solía decir
mi madre.
la pobre mujer, lo decía de corazón.
—¡no sigas mi ejemplo —decía él a voz en cuello —, sigue mi
consejo!
no seguí lo uno ni lo otro.
y el día que lo vi en su
ataúd
casi esperaba que dijera algo,
pero no lo hizo, así que hablé por
él:
—los muertos ya no cuentan más cuentos.
luego
cerraron el féretro y mi tío Jack y
yo fuimos a comer una hamburguesa con patatas fritas.
nos quedamos sentados con la comida delante.
—tu padre era un hombre bueno —dijo el tío
Jack.
—Jack —contesté,— ¿bueno para qué?
Charles Bukowski de Escrutaba la locura en busca de la palabra, el verso, la ruta [2005]
Trad. Eduardo Iriarte Goñi