Charles Bukowski - El Capitán Salió A Comer Y Los Marineros Tomaron El Barco 

09-10-91

24.07 h.

La clase de informática ha sido como una patada en los cojones escocidos. Vas cogiéndole centímetro a centímetro e intentas comprenderlo en su conjunto. El problema es que los libros dicen una cosa, y luego alguna gente te dice otra. La terminología se va haciendo lentamente comprensible. El ordenador hace, pero no sabe. Lo puedes confundir y se puede volver contra ti. Depende de ti llevarte bien con él. Aun así, el ordenador puede volverse loco y hacer cosas extrañas y curiosas. Se contagia con virus, sufre cortocircuitos, se cuelga, etc. Pero de alguna manera, esta noche, tengo la sensación de que cuanto menos se diga del ordenador, mejor.

Me pregunto qué sería de de aquel loco reportero francés que me entrevistó en París hace ya tanto tiempo. El bebía whisky como la mayoría de los hombres beben cerveza. Y se iba poniendo más brillante e interesante a medida que las botellas se vaciaban. Probablemente esté muerto. Yo solía beber 15 horas al día, pero principalmente vino y cerveza. Debería estar muerto. Y lo voy a estar. No es tan grave, cuando lo piensas. He llevado una vida extraña y confusa, de total y espantosa servidumbre, en su mayor parte. Pero creo que la diferencia estaba en la manera en que me abría paso entre la mierda. Volviendo la vista atrás, creo que siempre exhibí cierto grado de impasibilidad y de clase, al margen de lo que ocurriera. Recuerdo cómo se cabrearon los tipos del FBI cuando me llevaban detenido en el coche. “¡EH! ¡ESTE TÍO LO ESTÁ TOMANDO CON MUCHA CALMA!”, gritó uno de ellos, enfadado. Yo no había preguntado por qué me detenían ni adónde íbamos. Sencillamente no me importaba. Aquello no era más que otra rebanada del sinsentido de la vida. “UN MOMENTO —les dije—. Estoy asustado.” Eso pareció hacerles sentirse mejor. Para mí, eran como criaturas venidas del espacio exterior. Era imposible que nos comunicáramos. Pero resultaba extraño. Yo no sentía nada. Bueno, a mí no me resultaba extraño en el sentido corriente de la palabra. Yo sólo veía manos y pies y cabezas. Esos tipos habían tomado una decisión, era asunto suyo. Yo no buscaba justicia ni lógica. Nunca lo he hecho. Quizá por eso nunca escribí cosas de protesta social. Para mí, la estructura entera carecería siempre de sentido, al margen de lo que hicieran con ella. Realmente no puedes sacar nada bueno de algo que no está ahí. Esos tipos querían verme asustado, estaban acostumbrados a eso. Yo lo único que sentía era repugnancia.

Y ahora estoy aquí, yendo a clases de informática. Pero es todo para bien, jugar con las palabras, mi único juguete. Divagando, aquí, esta noche. La música clásica que suena en la radio no es muy buena. Creo que voy a cerrar el tenderete y a sentarme con mi mujer y mis gatos durante un rato. Nunca hay que empujar, nunca hay que forzar las palabras. Demonios, esto no es un concurso, y desde luego hay muy poca competencia. 

Muy poca.

Charles Bukowski en The Captain is Out to Lunch and the Sailors Have taken Over the Ship

Black Sparrow Press - Santa Bárbara, [(1983) 1998]