Charles Bukowski
Si tomamos

si tomamos lo que alcanzamos a ver:

los motores que nos enloquecen,

amantes que al final odian;

el pescado en el mercado

que nos mira el interior de la mente;

flores que se marchitan, moscas en telarañas;

disturbios, rugidos de leones enjaulados,

payasos enamorados de billetes de dólar,

naciones que mueven a la gente cual peones;

ladrones a la luz del día con hermosas

mujeres y vinos por la noche;

las cárceles atestadas,

los parados normales y corrientes,

la hierba que muere, los fuegos de tres al cuarto;

hombres lo bastante viejos para estar enamorados de la

     tumba.


Todas esas cosas, y otras, en su contexto

demuestran que la vida gira sobre un eje podrido.


Pero nos han dejado un poco de música

y un espectáculo picante en la esquina,

una medida de whisky, una corbata azul,

un librito de poemas de Rimbaud,

un caballo que corre como si el demonio le

retorciera la cola

sobre la hierba y gritara, y luego,

el amor nuevo

como un tranvía que vuelve la esquina

a tiempo,

la ciudad a la espera,

el vino y las flores,

el agua cruzando el lago

y el verano y el invierno y el verano y el verano

y el invierno otra vez.


Charles Bukowski de Ruiseñor, deséame suerte [2013]

Trad. de Eduardo Iriarte