Charles Bukowski - El Capitán Salió A Comer Y Los Marineros Tomaron El Barco 

15-10-91

12.55 h.

Quemado. Un par de noches bebiendo esta semana. Tengo que admitir que no me recupero tan rápido como solía. Lo mejor de estar cansado es que no te descuelgas (en lo que escribes) con ninguna proclamación vertiginosa y alocada. No es que eso sea malo, a menos que se convierta en norma. Lo primero que debe hacer la escritura es salvar tu propio pellejo. Si lo hace, entonces será automáticamente jugosa, entretenida.

Un escritor que conozco está llamando a la gente y diciéndole que teclea 5 horas todas las noches. Y supongo que nos tenemos que maravillar por ello. Por supuesto, ¿os lo tengo que decir? Lo que importa son las cosas que está tecleando. Me pregunto si incluye el tiempo que se pasa al teléfono en sus 5 horas de trabajo.

Yo puedo teclear entre una y 4 horas, pero la 4.ª, de alguna manera, se diluye hasta quedarse en casi nada. Conocí a un tipo una vez que me dijo: “Follamos toda la noche.” No es el mismo que teclea 5 horas todas las noches. Pero se conocen. A lo mejor deberían turnarse, desconectar. El tipo que haya tecleado durante 5 horas folla toda la noche, y el que haya follado toda la noche teclea durante 5 horas. O quizá se puedan follar mutuamente mientras otro teclea. Que no sea yo, por favor. Ya tengo a la mujer para eso. Si es que hay una…

 Hummm…, sabéis, me siento un poco descolocado esta noche. No hago más que pensar en Máximo Gorki. ¿Por qué? No lo sé. En cierto modo es como si Gorki nunca hubiera existido de verdad. Hay escritores de los que te puedes creer que estuvieron ahí. Como Turguéniev o D.H. Lawrence. A Hemingway lo visualizo al cincuenta por ciento. Estaba pero no estaba. ¿Pero Gorki? Sí escribió algunas cosas que tenían fuerza. Antes de la Revolución. Luego, después de la Revolución, su escritura empezó a palidecer. No tenía gran cosa de que quejarse. Es como los que protestan contra la guerra; necesitan una guerra para medrar. Los hay que se ganan muy bien la vida protestando contra la guerra. Y cuando no hay guerra no saben qué hacer. Como durante la guerra del Golfo; había un grupo de escritores, poetas, que habían planeado una gran manifestación de protesta contra la guerra, estaban preparados, con sus poemas y discursos. De repente la guerra se acabó. Y la manifestación estaba prevista para una semana después. Pero no la cancelaron. Siguieron adelante con ella igualmente. Porque querían subirse a un escenario. Lo necesitaban. Era algo así como un indio danzando el Baile de la Lluvia. Personalmente, estoy contra la guerra. Yo ya me oponía a la guerra hace mucho tiempo, cuando ni siquiera era algo popular, decente ni intelectual. Pero sospecho de la valentía y las motivaciones de muchos de los profesionales de la protesta contra la guerra. Bueno, empiezo por Gorki y acabo con esto. Que fluyan las ideas; ¿a quién le importa?

Otro buen día en el hipódromo. No os preocupéis, no me estoy embolsando yo todo el dinero. Normalmente apuesto 10 dólares o 20 dólares a ganador, o cuando veo que la cosa se presenta bien, subo hasta 40 dólares.

Los hipódromos confunden aún más a la gente. Tienen a 2 tipos en la tele que salen antes de cada carrera y hablan de los que creen que van a ganar. Se equivocan todas las veces. Como todos los que hacen los folletos de pronósticos y los servicios de apuestas hípicas. Ni los ordenadores aciertan con los jamelgos, por mucha información que se les suministre. Desde el momento en que pagas a alguien para que te diga qué tienes que hacer, eres un perdedor. Y eso incluye a tu psiquiatra, a tu psicólogo, a tu agente de negocios, a tu profesor de pintura y a tu etc.

Nada te enseña más que reorganizarte después de cada fracaso y seguir avanzando. Sin embargo, la mayoría de la gente cae víctima del miedo. Temen tanto al fracaso que fracasan. Están demasiado condicionados, demasiado acostumbrados a que les digan lo que tienen que hacer. Empieza con la familia, sigue en el colegio y se extiende al mundo de los negocios.

Bueno, ya veis: un par de días de suerte en el hipódromo y ya me creo que lo sé todo.

Hay una puerta abierta a la noche y estoy aquí sentado, congelado, pero no me levanto a cerrar la puerta porque las palabras me están llevando por delante y eso me gusta demasiado como para parar. Pero, maldita sea, lo voy a hacer. Me voy a levantar a cerrarla puerta y echar una meada.

Bueno, ya está hecho. Ambas cosas. Hasta me he puesto un suéter. Viejo escritor se pone suéter, se sienta, sonríe a la pantalla del ordenador y escribe sobre la vida. ¿Cabe mayor solemnidad? Y, Dios mío, ¿os habéis preguntado alguna vez lo que llega a mear un hombre en su vida? ¿Lo que come, caga? Toneladas. Horrible. Es mejor morirse y salir de aquí, estamos envenenándolo todo con lo que expelemos. Y al carajo con las alegres bailarinas; ellas también lo hacen.

No hay caballos mañana. El martes es un día flojo. Creo que bajaré a sentarme un rato con mi mujer, y a mirar un poco las estupideces de la tele. Siempre estoy en el hipódromo o delante de esta máquina. A lo mejor ella se alegra. Eso espero. Bueno, allá voy. Soy un buen tipo, ¿sabéis? Bajo por las escaleras. Debe ser extraño vivir conmigo. A mí me resulta extraño.

 Buenas noches.

Charles Bukowski en The Captain is Out to Lunch and the Sailors Have taken Over the Ship

Black Sparrow Press - Santa Bárbara, [(1983) 1998]