Charles Bukowski

las almas de los animales muertos

al salir del matadero

había un bar a la vuelta d ellas esquina

y yo me sentaba allí

a ver la puesta de sol

por la ventana,

una ventana que daba a un solar

lleno de altos hierbajos secos.


nunca me duchaba con los chicos en las

instalaciones

después del trabajo

así que olía a sudor y

sangre.

el olor a sudor remite al cabo de un

rato

pero el olor a sangre se condensa

y gana en intensidad.


fumaba cigarrillos y bebía cerveza

hasta que me sentía con fuerzas para

coger el autobús

con las almas de todos aquellos animales

muertos que me

acompañaban;

la gente volvía la cabeza hacia otro lado

las mujeres se levantaban y se alejaban de

mí.


al bajar del autobús

sólo tenía que caminar una manzana

y subir un tramo de escaleras hasta mi

habitación

donde ponía la radio y

encendía un cigarrillo

y nadie reparaba en mí

ya.