Charles Bukowski
La última carrera
una gorda mexicana en la cola delante de mí
deja sus últimos dos dólares, en monedas
de veinticinco, de diez y de cinco
mientras elije un número equivocado
y yo me acerco, apuesto veinte a ganador y elijo el
número equivocado también mientras
un trueno estalla como un pedo en el cielo seguido
por un destello distante de gotitas leves
de lluvia que empiezan a hacer su trabajo y
salimos para ver la última carrera:
12 de tres años en una milla plana, los no ganadores
de dos carreras
estallan en una explosión de color y de azar
luchan por un puesto en la curva rápida
enfilan la recta contraria ante las montañas
encantadoras
aún existe una oportunidad para todos
salvo que entonces el caballo 6 se parte una
de las patas delanteras y
tira a un millonario llamado Pincay al
duro suelo mientras
algunos pobres refunfuñan por él
a otros no les importa
y unos pocos están encantados en el fondo
mientras la ambulancia del hipódromo circula en sentido
contrario a las agujas del reloj
la carrera se despliega se despliega
mientras 3 competidores se enderezan para
la recta final;
el favorito desperdicia la oportunidad
se rezaga
a medida que el segundo favorito y uno que tiene una probabilidad entre 26
llegan a la meta como una criatura de 8 patas
la última cabeza en la foto pertenece al de
la posibilidad remota.
mientras la mayoría hacemos pedazos los boletos y nos echamos a
andar hacia el aparcamiento y a lo que aún
nos quede por hacer sea lo que sea
las gotas de lluvia aumentan
se enfrían
y todos nosotros lo que esperamos es que los coches
sigan allí
mientras Pincay recobra el conocimiento en la enfermería y pregunta: «¿qué coño
ha pasado?».