Charles Bukowski

Lo que más me gusta es rascarme los sobacos:

Irrepetible

A Bukowski no le disgusta repetirse. Por ejemplo, el episodio de la ninfómana que haciendo el amor hace caer las macetas de geranios sobre la espalda del marido, o que cuenta a Chinaski sus amores con «el hombre del pasador violeta», o que siente repugnancia al comer los caracoles, está tomado totalmente de Notes of a Dirty Old Man; el lector se divertirá en encontrar otros casos de repetición o de nueva redacción.

El lector comprobará asimismo el gran progreso que esta novela significa en comparación con los episodios procedentes de los diarios underground; no solamente en lo que se refiere al estilo, que aquí ya es muy sabio, sino por un uso del lenguaje vernáculo espontáneo y fluido y la presencia de una autoironía todavía incon­taminada del cinismo que caracterizará los libros sucesi­vos y lo suficiente densa, en cambio, como para rozar una personalísima denuncia social mezclada con un fuer­te individualismo anarquizante. El retrato de Betty que muere sola en el hospital en el total abandono de las enfermeras y de los médicos suscitará más de una reso­nancia en cualquiera que haya tenido el infortunio de tener un desgraciado pariente ingresado; y la visión dra­mática del mundo, típica de Bukowski, reaparece varias veces, por ejemplo en la descripción de los dos papaga­yos que gritan ignorantes («¿Qué sabían aquellos dos del dolor, encerrados siempre en su jaula?»), o en la descripción de Betty cuando Chinaski reanuda sus rela­ciones con ella después del divorcio («Se puso el vestido más bonito que tenía, los talones altos, intentó arreglar­se. Pero tenía algo de terriblemente triste... Estaba tris­te, estaba triste, estaba triste... Ambos habíamos sido robados»).


en Entrevista a Charles Bukowski por Fernanda Pivano  

18 de enero - 11 de febrero de 1982.