Charles Bukowski
La leyenda
el pianista de Polonia dio su primer concierto
en la ciudad de Nueva York.
la crítica no le recibió bien pero
le encantó al público.
su interpretación brillaba con una energía
especial.
a menudo cometía fallos pero para el
no iniciado
no importaba.
tocó fragmentos que agradaba a las
masas,
piezas melódicas que eran fáciles
de escuchar,
pero aun así hasta cierto punto
clásicas.
se fue a una gira interminable,
sin descanso,
fue entonces aceptado en Hollywood
y se hizo rico
en nada de tiempo.
tenía un vagón de ferrocarril
privado.
mucha gente se acercaba al vagón, lo
seguía,
para verlo,
para oírlo
practicar.
las mujeres enloquecían, gritaban, algunas
se desmayaban
en sus conciertos.
él sonreía y sonreía y
firmaba millares
de autógrafos.
en una ocasión
se cortó unos mechones de
su pelo rubio
y los arrojó a la
multitud.
con el tiempo, su forma de tocar
empeoró pero
continuó actuando,
como si no pasase nada.
después, como todo el mundo,
murió.
todo un gran numerito para un
talento
mediocre.
El de
exprimir
todo el jugo
de un limón
pequeñito.