Charles Bukowski
otro poema de amor
qué largas tienes las uñas, dijo,
Dios mío.
y yo dije:
no me corto nunca las uñas de los pies yo,
siempre hay alguna mujer que lo hace
por mí.
cogió el cortaúñas y empezó.
estaba en San Francisco
tumbado en el suelo.
ella era bailarina profesional,
habíamos hecho el amor, ido a Fisherman’s
Wharf, regresado y tomado una infusión
de hierbas, estábamos descansando antes
de hacer el amor
otra vez.
ella tenía un cuarto lleno de discos de música clásica
y libros,
hasta de los míos.
vaya uñas, dijo, Dios mío.
pero quédate quieto, no voy a
hacerte daño.
ya está, dijo cuando acabó de
cortármelas, ahora ya puedes buscar otra zorra
que te las corte la próxima
vez.
luego sacó un aceite y empezó a masajearme
los dedos y los pies.
vas a tener que hacerme un masaje en el cuello
a cambio, dijo.
le hice un masaje en el cuello mientras sonaba Mozart
y poco después estábamos haciendo el amor
otra vez.
ahora estoy de nuevo en Los Ángeles
sentado en la cocina
descalzo
y me vienen
a la cabeza imágenes
suyas.
Nina,
espero que la siguiente zorra que me corte las uñas de los pies
seas tú.