Charles Bukowski

Lo que más me gusta es rascarme los sobacos:

Ordinaria locura

Sería demasiado largo intentar un resumen de los sesenta y cuatro relatos de esta recopilación que ha inspirado, por ejemplo, al director Marco Ferreri para su película Storie di ordinaria follia (estrenada en España con el título de Ordinaria locura). Los relatos que le han inspirado especialmente, cuenta Ferreri, son cuatro, pero en realidad se descubren sobre todo en el film las his­torias de La chica más guapa de la ciudad y Violencia carnal. Ferreri presentó la película fuera de concurso en el Festival de Venecia de 1981 después de haberla filma­do en América y haber pasado unas horas con Bukowski en el motel del Sunset Boulevard donde se encontraba la troupe y donde se desarrolló una conversación colecti­va de un par de horas, grabada en varias cintas de las que sale el habla lenta y comprensible que Bukowski se esfuerza en articular para los entrevistadores y los visi­tantes. «Ha llegado con Joe Wolberg, Linda y dos bote­llas de vino italiano», cuenta Ferreri. «Yo no bebo nun­ca, pero con él me he emborrachado. No es que hayamos hablado mucho: nos hemos besado, hemos competido respecto a quien levantaba la pierna a mayor altura so­bre la mesa.»

Las cintas son interesantes, con las intervenciones de un Ferreri cada vez más alegre a medida que pasan los minutos, las traducciones aproximadas de los impro­visados intérpretes, las carcajadas colectivas, y hacia el final un poco pastosas por las botellas de vino consumidas. «No me gusta la gente, no he cambiado de idea, son heces vivientes.» «Me veis como un cangrejo en la red, pero en realidad la red soy yo.» «Oh shit, estamos aquí mirándonos, ¿qué intentamos hacer, qué queremos demostrar?», «Yo tengo que ganar siempre, si no soy des­graciado», «Cuando me despierto con una pesadilla ten­go setenta y nueve años», «Cuanto más se bebe, mejor se vive», «Tú no estás mal, pero necesitas ayuda», «Si no consigo hacer lo que hago, nada me importa, tengo que escribir a máquina todas las noches, jugar a las carre­ras todos los días, mantenerme limpio, sin mentiras», «Eres un tipo fantástico pero te estás emborrachando, yo bebo mucho pero no tengo por qué demostrarlo, ¿por­qué quieres tú demostrarlo?», «Yo sólo escribo cuando estoy borracho, pero no sé qué escribo», «Tienes que de­jar de beber, te perjudica la salud, te hace daño en los riñones», «A mí beber no me hace daño en el cerebro, al contrario», y cosas por el estilo, decía Bukowski.

Las respuestas de Ferreri al comienzo de la sesión eran lógicas, pero poco a poco se fueron adaptando a las circunstancias. «No, yo no quiero demostrar nada», de­cía, «yo bebo porque tú bebes», «Bueno, por dos botellas de vino no hay que ponerse tan trágico», «Tú escribe tus poemas y no te preocupes», «Tú haces lo que quie­res, yo hago lo que quiero, pero en cualquier caso esta noche te quiero mucho», «Tú escribes hermosas pala­bras, hermosas imágenes, imágenes más hermosas que las palabras.»

Esta ha sido, dice Ferreri, la clave del film: «Más que de Bukowski me enamoré de los libros, hace cinco o seis años: me interesaban los personajes, los ambientes, las imágenes; recuperaba las imágenes de la Norteamé­rica que yo había visto. Bukowski es un escritor muy vi­sual. Me atrajeron sus imágenes, los personajes, las ca­lles y las casas donde viven, el Los Angeles que describe. Yo he hecho descripciones visuales que quizás en el texto no aparecen: pero al final comprobé que las imágenes eran las reales de que habla Bukowski. Cuando elegí este tema quería contar una historia con unas imágenes co­rrespondientes a una escenografía norteamericana que lle­vaba en la cabeza... Elegí a Bukowski por sus imágenes, pero también por sus palabras: en los momentos de des­trucción retorna el problema de la vulgaridad, la gente quiere oír palabras vulgares. En estos momentos en los que se habla un lenguaje vulgar pensé elegir un lenguaje no clásico sino vulgar-poético como es el de Bukowski... Es difícil vivir en Norteamérica como Bukowski. Las imá­genes que se desprenden de sus libros son imágenes de ghetto, de represión, de opresión y la forma de su diálo­go poetiza su momento de revuelta expresado con la vul­garidad del lenguaje. Si hoy nace la exigencia de un film con el soporte de las imágenes norteamericanas, es porque estamos en la periferia de un imperio que nos envía imágenes oficiales: imágenes que debemos recha­zar.»

De la película de Ferreri se sabe todo: ha escrito el guión con Sergio Amidei, ha hecho el montaje con Ruggero Mastroianni, hermano de Marcello, ha elegido como actores a Ben Gazzara, Ornella Muti y Susanne Tyrrell, que ha interpretado a Bukowski en el teatro. Sus obser­vaciones sobre Bukowski son muy agudas, tanto como su adaptación cinematográfica. Pero de esto se han dado cuenta los millares de espectadores que han visto el film. El libro ha inspirado también a un grupo teatral ita­liano, la Cooperativa Gran Serraglio, que ha puesto en escena una adaptación de fondo biográfico sacada de cinco relatos de la recopilación (¿7 mono, Seis pulgares, Tetas de gala, El demonio, Todos los grandes escrito­res) y de un diálogo entre Bobby y Hank sacado de No­tes of a Dirty Old Man. El escritor ha sido encarnado por Richy Perrero bajo la dirección de Mariano Meli, y con tal motivo Silvia Bizio, que da clases en Los Angeles, hizo una entrevista de cuarenta y cinco minutos en video a Bukowski (que si no me equivoco ha sido vendida a la televisión italiana).

Cuando se hace notar a Ferrero que su estómago no está dilatado por la cerveza como el de Bukowski, res­ponde que su retrato se refiere a Bukowski joven; cuando se hace notar al director que el escenario representa una habitación desolada muy diferente al bonito chalet californiano donde Bukowski vive ahora, responde que su escenografía representa la casa de hace treinta años, cuando el escritor vivía en East Hollywood, un barrio de pésima reputación de Los Angeles.


en Entrevista a Charles Bukowski por Fernanda Pivano  

18 de enero - 11 de febrero de 1982.