Charles Bukowski
Esta bandera no ondea con cariño 

1

cuando los navíos grandes como los edificios de una ciudad

entran lentamente en el puerto bajo mi ventana

me acuerdo de todos los escritores optimistas a los que

les dijeron que

se sentaran y olvidaran...


2

mientras tu mujer compra una blusa tú

te tomas un café en el restaurante del centro comercial

rodeado de empleados

en su tiempo de descanso

que se quejan de sus vidas de irritación

mientras recuerdas la visita a un John Fante moribundo

en la habitación pequeña de un hospital

y de sus dedos blancos como la azucena

sobre las sábanas

cuando entró la enfermera

haciendo un chistecito.


3

ves las huellas

de las garras de un gato

sobre el capó de tu coche

y piensas que un fantasma ha andado por allí

pero te encuentras con el gato más tarde

ovillado en el asiento trasero

que levanta la vista y te mira y pasa

de ti como si no existieras.


4

fragmentos de un tiempo pasado, fragmentos de un lugar perdido,

viendo una película antigua de James Cagney,

y eso que Cagney nunca me gustó

nada,

sin embargo ahora

esta tristeza cálida

insostenible

cuando una vez más se pavonea ante ti

en blanco y negro,

con una actitud engreída, embaucadora, odiosa y

frívola, está

bien.


5

en los documentales de la Primera Guerra Mundial

(proyectados muchos años más tarde

en la clase de educación cívica del instituto)

para hacer a los escoceses con sus

faldas escocesas

más gratos a los americanos

los propagandistas los llamaban

«Las Damas del Infierno».

pero jamás me gustaron

cuando era niño

porque tenían las rodillas huesudas

y me daba miedo que se les levantara

la falda.

también porque nunca vi que ganasen

algo

aunque estoy seguro de que

lo intentaron.


6

hoy todo son ordenadores y más ordenadores

y pronto todo el mundo tendrá uno,

los niños de tres años tendrán ordenadores

у todo el mundo conocerá todo

lo relacionado con los demás

mucho antes que de lleguen a conocerse

y por eso nadie querrá conocerse.

nadie querrá conocer a nadie

nunca jamás

y todos serán

unos solitarios

como lo soy yo hoy.


7

ella me llevó a la tumba de Valentino.

quería robar flores

de la tumba de Valentino

pero como no había flores

me paseó por

las demás tumbas.

aquello estaba sombreado

como el aliento del leopardo

y encontró una tumba con

flores nuevas

que rápidamente se metió

en el bolso

junto con las píldoras y los cigarrillos

y nos retiramos de

las tumbas

y nos sentamos en un banco conmemorativo

de un actor muerto

que solía follarse

a jovencitos

y encendimos los cigarrillos.


8

los maricas no sólo han salido del armario:

también se las han arreglado para meternos en él a los demás.


9

copulas y copulas.

sales de la casa de alguien y te

vas a la casa de otro alguien

y comparas

las sábanas

las toallas

los televisores

el papel higiénico

y el contenido del

frigorífico

y siempre significa

dejar y después

regresar de nuevo

y significa

manipular esto

contra lo otro.

y copulas y

copulas hasta que se te

desprenden las orejas y se te

caen los dientes

y sabes que

nunca

jamás tendrás de nuevo celos

de alguno de los llamados

«donjuanes»

salvo de aquellos que

cobran por lo que

tú tienes que hacer por nada.


10

mi abogado me contó que

Abe Lincoln hizo

algunas cosas malas,

algunas de ellas casi ilegales

y otras por puro interés egoísta,

así que mi abogado

pasó a describirme

algunas de ellas.

yo había ido a verle

por otro

asunto

pero me salió

con el tema de Lincoln

así como así.

lo que me contó de Lincoln no

me sorprendió:

la historia nunca

me interesó, sigue

sin interesarme.


11

me acuerdo de mi primera puta

y de lo bonitas que

eran sus piernas

cuando se sentó

enfrente de mí

en el dormitorio (a la vez

salón y

cocina)

y entonces supe

antes de que pasase nada

que nunca sería

suficiente.

el parpadeo de las luces de neón

se colaba

por la ventana

de mi habitación en la 4ª planta

de un hotel

de la que había pagado una semana

adelantado.

me gustaba lo que entonces

tenía.

serví un buen vaso de whisky

para cada uno

y nos pusimos a beber y

a esperar

mirándonos

y apartando la mirada,

charlando muy

educadamente

(ella era mi

jefa)

las piernas cruzadas

eso es

la falda subida

eso es.


mi larga vida ha sido

siempre eso y nada

más que eso.

Charles Bukowski de El padecimiento continuo [2009]

Trad. Silvia Barbero