Charles Bukowski - El Capitán Salió A Comer Y Los Marineros Tomaron El Barco 

21-09-91

21.27 h.

Fuimos a un estreno anoche. Alfombra roja. Flashes. Una fiesta, después. Dos fiestas, después. No me enteré de mucho. Demasiada gente. Demasiado calor. En la primera fiesta me arrinconó en la barra un tipo joven con los ojos muy redondos, que no pestañeaba nunca. No sé de qué iría. O de qué no iría. Hay bastante gente así por ahí. El tipo tenía 3 señoritas de bastante buen ver con él, y no paraba de contarme lo mucho que les gustaba hacer mamadas. Las señoritas se limitaban a sonreír y a decir: “¡Sí, sí!” Y así siguió toda la conversación. Siguió y siguió, siempre con lo mismo. Y yo intentando decidir si aquello era verdad o si me estaban tomando el pelo. Aunque después de un rato ya me cansé. Pero el tipo joven seguía agobiándome, contándome cómo les gustaba hacer mamadas a las chicas. La cara del tipo se me acercaba cada vez más, y el tío no paraba. Al final lo agarré por la camisa, con fuerza, y lo sujeté así y le dije: “Oye, no quedaría bien que un tipo de 71 años te diera una paliza delante de toda esta gente, ¿verdad?” Luego lo solté. Se alejó por el otro extremo de la barra, seguido de sus señoritas. Que me cuelguen si entendí algo.

Supongo que estoy demasiado acostumbrado a sentarme en una pequeña habitación y hacer que las palabras hagan cosas. Veo suficiente humanidad en los hipódromos, los supermercados, las gasolineras, las autopistas, los cafés, etc. Eso es inevitable. Pero siempre tengo ganas de darme una patada en el culo cuando voy a reuniones sociales, aunque las copas sean gratis. Nunca me sirve para nada. Ya tengo bastante arcilla con la que jugar. La gente me vacía. Tengo que alejarme para volver a llenarme. Lo mejor para mí soy yo mismo; quedarme aquí encorvado, fumando un cigarro y viendo cómo aparecen las palabras en esta pantalla. Es raro conocer a una persona inusual o interesante. Es más que mortificante; es un puto espanto constante. Me está convirtiendo en un gruñón. Cualquiera puede ser un gruñón y la mayoría lo son. ¡Socorro!

Lo único que necesito es una buena noche de descanso. Pero hay otra cosa, y es que nunca tengo un maldito libro que leer. Cuando has leído una cierta cantidad de literatura decente, simplemente no hay más. Tenemos que escribirla nosotros mismos. No queda jugo en el aire. Pero siempre espero despertarme por la mañana. Y la mañana en que no lo haga, muy bien. Ya no necesitaré mosquiteras, cuchillas de afeitar, formularios de carreras ni contestadores. La mayoría de las llamadas son para mi mujer, en cualquier caso. Las campanas no Doblan por Mí.

Dormir, dormir. Yo duermo bocabajo. Una vieja costumbre. He vivido con demasiadas mujeres desquiciadas. Hay que protegerse las partes. Una pena que ese tipo joven no se me enfrentara. Tenía ganas de liarme a hostias. Me hubiera alegrado inmensamente. Buenas noches.

Charles Bukowski en The Captain is Out to Lunch and the Sailors Have taken Over the Ship

Black Sparrow Press - Santa Bárbara, [(1983) 1998]