Charles Bukowski
La gran farra
sentado en un porche del primer piso a las 1:30 de la madrugada
mientras
contemplo la ciudad.
podría ser peor.
no hace falta que alcancemos grandes logros, sólo
nos hace falta llevar a cabo las cosillas que nos hacen sentir
mejor o
no tan mal.
como es natural, a veces el detino no
nos lo
permite.
entonces, debemos burlas el destino.
tenemos que ser pacientes con los dioses.
les gusta divertirse,
les gusta jugar con nosotros.
les gusta ponernos a prueba.
les gusta decirnos que somos débiles
y estúpidos, que estamos
acabados.
los dioses necesitan diversión.
somos sus juguetes.
mientras estoy sentado en el porche un pájaro empieza a
darme la serenata desde un árbol cercano en
la oscuridad.
es un ruiseñor.
me encantan los ruiseñores.
lanzo algo parecido a trino.
él aguarda.
luego los repite.
es tan bueno que me echo a reír.
con qué poco nos contentamos,
todos nosotros, las cosas vivas.
ahora empieza a caer una fina
llovizna.
me caen gotitas frescas sobre la
piel caliente.
estoy medio dormido.
estoy sentado en una silla plegable con los
pien en la barandilla
mientras el ruiseñor empieza
a repetir cada gorjeo
que ha oído
hoy.
eso es lo que hacemos los viejo
para divertirnos
los sábados
por la noche:
nos reímos de los dioses,
ajustamos viejas cuentas pendientes con
ellos,
rejuvenecemos
mientras las luces de la ciudad
parpadean a nuestros pies,
mientras el árbol oscuro
que da cobijo al ruiseñor
vela por nosotros,
y mientras el mundo,
desde aquí,
tiene mejor aspecto
que nunca.
Charles Bukowski de Escrutaba la locura en busca de la palabra, el verso, la ruta [2005]
Trad. Eduardo Iriarte Goñi