Charles Bukowski

Lo que más me gusta es rascarme los sobacos:

¿Dónde esta Bukowski?

Bukowski está arriba, en la diminuta habitación que le recuerda las estancias donde siempre ha vivido en una dramática y tal vez polémica pobreza, con la máquina de escribir en la que cada noche, borracho (o así se dice), escribe unos libros ahora popularísimos: sólo por los dos volúmenes publicados hace dos años por la City Lights ha pagado más impuestos que cuanto ha ganado en toda su vida.

Linda va a llamarle y al cabo de un rato aparece Bu­kowski, de pie en la puerta, con los ojos entornados y el aspecto inequívoco de quien preferiría encontrarse en otro lugar: viste sandalias y bermudas californianos que le dejan al descubierto unas piernas de las que está deci­didamente orgulloso («Son la única cosa bonita que ten­go», dice sin falsa modestia) y una camisa de mangas cortas. Mira de reojo pero con paciente sonrisa el graba­dor y el bloc donde en el coche he anotado algunas pre­guntas: quiere saber que preguntas le liaré, y cuando oye que no quiero hablar de literatura ni de sus colegas escritores se tranquiliza y me sirve vino en una refinada copa de cristal.

Salen de ahí tres horas de grabación, setenta páginas de trascripción, dos botellas de vino y, después del an­gustioso descubrimiento de que yo no bebo alcohol, un gran vaso de jugo de frambuesas. Durante tres horas no hay ni un momento de cansancio por su parte, la molestia (que probablemente existía) perfectamente oculta por la máscara sonriente, ni una palabra más alta que otra, ni un gesto de impaciencia. Sólo, en determinado momento, una mirada de afligida nostalgia a los esca­lones que conducen a su habitación: señal inmediata­mente recogida y seguida de una despedida amabilísima.

Bukowski me besa la mano corno un gentleman Victo­riano, me ofrece una rosa arrancándola del macizo que custodia la puerta de su casa, y mientras el coche se pone en marcha agita la mano y me grita sonriendo: «¡Escribe algo simpático!»

Y es lo que me dispongo a hacer.

No intentaré una de las biografías que tanto me di­vierten, en parte porque ya la está escribiendo Joe Wolberg, en parte porque la está escribiendo el propio Bu­kowski con el título de Ham on Rye en lo que se refiere a la infancia y a la adolescencia, y la ha escrito además en innumerables poemas en lo que se refiere a la juven­tud y la edad madura.

en Entrevista a Charles Bukowski por Fernanda Pivano  

18 de enero - 11 de febrero de 1982.