Charles Bukowski
2 moscas
las moscas son furiosos pedacitos de
vida,
¿por qué están tan furiosas?
parece que quisieran más,
parece casi como si estuvieran furiosas
por ser moscas.
no es mi culpa.
me siento en la habitación
con ellas
y me joden con su agonía,
es como si fueran pedazos de alma
abandonados en algún lugar.
intento leer un diario
pero no piensan dejarme en paz.
una parece subir en semicírculos
por la pared,
emitiendo un miserable sonido
sobre mi cabeza.
la otra, la más chica,
se queda cerca y me molesta en la mano,
sin decir nada,
elevándose, cayendo,
volviendo a trepar.
¿qué dios puso estas
extraviadas cosas sobre mí?
otros hombres sufren dictaduras,
amores trágicos…
yo sufro
insectos…
espanto a la más chica
y eso sólo le hace revivir
su impulso desafiante:
da vueltas más rápido,
más cerca, incluso hace
un sonido de mosca,
y la otra arriba
intenta un nuevo vuelo
excitada, ella también,
se apura,
cae de repente
en un golpe de ruido
y se juntan
dando vueltas en mi mano,
atacando la base del portalámparas
hasta que alguna cosa humana
en mí
no aguanta más sacrilegio
y empiezo a golpear
con el diario enrollado
¡fallé!-
golpeo,
golpeo,
se quiebran en discordia,
algún mensaje se perdió entre ellas,
y agarro a la más grande primero,
cae de espaldas
agitando las patitas
como una puta furiosa,
y le pego de nuevo
con mi palo de papel
y se convierte en una fea
mancha de mosca.
la chiquita vuela más alto
ahora, tranquila y rápida,
casi invisible;
ya no se acerca a mi mano
está mansa e inaccesible.
la dejo en paz, me deja
en paz.
el diario, por supuesto,
está arruinado.
algo pasó.
algo empañó mi día,
a veces no hace falta
un hombre
o una mujer,
solamente algo vivo.
me siento y miro a
la mosca chiquita.
estamos juntos
en la trama del aire
y de la vida,
y ya es tarde
para nosotros dos.
Charles Bukowski de Poemas 1 [1995]
Trad. Federico Ludueña