Charles Bukowski

Lo que más me gusta es rascarme los sobacos:

Autoironía

Sin embargo, la autocompasión no tarda en conver­tirse en autoironía: ofrece una imagen de sí mismo si­milar a la de un animal acosado («Tienes un aire dulce. Y tus ojos son estupendos. Son locos, salvajes, como los de un animal amenazado por el incendio de la selva. ¡Oh Dios!, algo parecido»), pasa a un retrato despiadado («¿Y yo? Ciento diez kilos, eternamente perdido y confuso, piernas cortas, cuerpo de mono, lleno de pelo, sin cuello, cabeza demasiado grande, ojos nublados, despeinado, un metro ochenta de basura humana»), que culmina con su identificación con el espectro de la muerte («Yo era el ejército victorioso, yo era el estuprador, yo era su amo, yo era la muerte»).


en Entrevista a Charles Bukowski por Fernanda Pivano  

18 de enero - 11 de febrero de 1982.