"¡Oh prodigio de mi Querer Divino,

a Ti todo se debe, por Ti se cumple todo y no hay prodigio más grande que mi Querer habitante en la criatura!"

Parte 1/2

De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 15, cap. 1 diciembre 8, 1922

Sobre la Inmaculada Concepción

... Estaba pensando en el gran portento de la Inmaculada Concepción de mi Reina y Celestial Mamá, y en mi interior he oído decirme:

"Hija mía, la Inmaculada Concepción de mi amada Mamá fue prodigiosa y del todo maravillosa, tanto que Cielos y tierra quedaron estupefactos e hicieron fiesta.

Las Tres Divinas Personas hicieron competencia:

El Padre hizo salir un mar inmenso de potencia;

Yo, Hijo, saqué un mar infinito de sabiduría;

y el Espíritu Santo un mar inmenso de eterno amor,

que fundiéndose formaron un solo mar

y en medio de este mar fue formada la Concepción de esta Virgen, elegida entre las elegidas, así que la Divinidad suministró la sustancia de esta Concepción,

y no sólo era centro de vida de esta admirable y singular criatura, sino que este mar le estaba alrededor, no sólo para tenerla defendida de todo lo que pudiera ensombrecerla, sino para darle a cada instante nuevas bellezas, nuevas gracias, potencia, sabiduría, amor, privilegios, etc. Así que su pequeña naturaleza fue concebida en el centro de este mar, y se formó y creció bajo el influjo de estas olas divinas, tanto, que no apenas fue formada esta noble y singular criatura, la Divinidad no quiso esperar como es su costumbre con las demás criaturas, quería sus abrazos, la correspondencia de su amor, sus besos, gozarse sus inocentes sonrisas, y por eso

no apenas fue formada su Concepción

le di el uso de razón,

la doté de todas las ciencias,

le hice conocer nuestras alegrías

y nuestros dolores con relación a la Creación;

y desde el seno materno Ella venía al Cielo,

a los pies de nuestro trono para darnos los abrazos, la correspondencia de su amor, sus tiernos besos, y arrojándose en nuestros brazos nos sonreía con tal complacencia de gratitud y de agradecimiento, que arrancaba nuestras sonrisas.

¡Oh!, cómo era bello ver a esta inocente y privilegiada criatura,

enriquecida con todas las cualidades divinas,

venir en medio de Nosotros toda amor, toda confianza, sin temor,

porque solamente el pecado es lo que pone distancia entre Creador y criatura, rompe el amor, hace perder la confianza e infunde temor, así que Ella venía en medio de Nosotros como Reina, que con su amor, dado por Nosotros, nos dominaba, nos raptaba, nos ponía en fiesta y se hacía raptora de otro amor, y Nosotros la hacíamos hacer, gozábamos del amor que nos arrebataba y la constituimos Reina del Cielo y de la tierra.

Cielo y tierra exultaron e hicieron fiesta junto con Nosotros, por tener después de tantos siglos a su Reina; el sol sonrió en su luz, y se creyó afortunado por tener que servir a su Reina con darle luz; el cielo, las estrellas y todo el universo sonrieron de alegría e hicieron fiesta, porque debían alegrar a su Reina haciéndole ver la armonía y belleza del firmamento; sonrieron las plantas, pues debían nutrir a su Reina, y también la tierra sonrió y se sintió ennoblecida al deber dar habitación y por tener que hacerse pisar por los pasos de su Emperatriz. Sólo el infierno lloró y sintió perder las fuerzas por el dominio de esta Soberana Señora.


¿Pero sabes tú cuál fue el primer acto que hizo esta Celestial criatura cuando

se encontró la primera vez ante nuestro trono?

Ella conoció que todo el mal del hombre había sido la ruptura entre su voluntad y la de su Creador, y Ella se estremeció, y

sin dejar pasar el tiempo ató su voluntad a los pies de mi trono, sin ni siquiera quererla conocer,

y mi Voluntad se ató a Ella y se constituyó centro de vida, tanto que entre Ella y Nosotros se abrieron todas las corrientes, todas las relaciones, todas las comunicaciones, y no hubo secreto que no le confiáramos.

Fue propiamente esto el acto más bello, más grande, más heroico que hizo,

el poner a nuestros pies su voluntad, y que a Nosotros, como raptados, nos hizo constituirla Reina de todos.

¿Ves entonces qué significa atarse con mi Voluntad y no conocer la propia?


El segundo acto que hizo fue ofrecerse a cualquier sacrificio por amor nuestro.

El tercero fue restituirnos el honor y la gloria de toda la Creación, que el hombre nos había quitado con hacer su voluntad; y aun desde el seno materno lloró por amor nuestro, porque nos vio ofendidos, y lloró de dolor por el hombre culpable. ¡Oh! cómo nos enternecían estas lágrimas inocentes y apresuraban la suspirada Redención. Esta Reina nos dominaba, nos ataba, nos arrancaba gracias infinitas, nos inclinaba tanto hacia el género humano que no podíamos ni sabíamos resistir a sus repetidas instancias;

Continuación Parte 2/2

Vol. 15, cap. 1 diciembre 8, 1922

"y corrieron en torno a Ella para hacerle cortejo y tributarle sus homenajes,

con ponerse la luna como escabel de sus pies,

las estrellas como corona,

el sol como diadema,

los ángeles como siervos,

los hombres como esperando"


Parte 2/2

Vol. 15, cap. 1 diciembre 8, 1922

¿Pero de dónde le venía tal poder y tanta ascendencia sobre la misma Divinidad? ¡Ah! tú lo has entendido,

era la potencia de nuestro Querer que obraba en Ella,

que mientras la dominaba la hacía dominadora de Dios mismo.


Además ¿cómo podíamos resistir a tan inocente criatura poseída por la potencia y santidad de Nuestro Querer? Sería resistir a Nosotros mismos, Nosotros descubríamos en Ella nuestras cualidades divinas, como olas afluían sobre Ella los reflejos de nuestra santidad, los reflejos de los modos divinos, de nuestro amor, de nuestra potencia, etc., y nuestro Querer, que era su centro, atraía todos los reflejos de nuestras cualidades divinas y se hacía corona y defensa de la Divinidad habitante en Ella.

Si esta Virgen Inmaculada no hubiera tenido el Querer Divino como centro de vida, todas las demás prerrogativas y privilegios con los cuales tanto la enriquecimos habrían sido una nada frente a eso. Fue esto lo que le confirmó y le conservó los tantos privilegios, y no sólo, sino que a cada instante le multiplicaba nuevos. He aquí la causa por la qué la constituimos Reina de todos, porque

cuando Nosotros obramos lo hacemos con razón, sabiduría y justicia,

porque jamás dio vida a su querer humano, sino que nuestro Querer fue siempre íntegro en Ella. ¿Cómo podíamos decir a otra criatura, tú eres Reina del cielo, del sol, de las estrellas, etc., si en lugar de tener nuestro Querer por dominio fuera dominada por su querer humano? Todos los elementos, cielo, sol, tierra, se habrían sustraído del régimen y dominio de esta criatura, todos habrían gritado en su mudo lenguaje:

‘No la queremos, nosotros somos superiores a ella porque jamás nos hemos sustraído de tu Eterno Querer; tal como nos creaste así somos.’

Habría gritado el sol con su luz,

las estrellas con su centelleo,

el mar con sus olas, y así todo lo demás.

En cambio, como todos sintieron el dominio de esta Virgen excelsa, que casi como hermana suya jamás quiso conocer su voluntad sino sólo la de Dios, no sólo hicieron fiesta, sino que se sintieron honrados por tener su Reina

y corrieron en torno a Ella para hacerle cortejo y tributarle sus homenajes,

con ponerse la luna como escabel de sus pies,

las estrellas como corona,

el sol como diadema,

los ángeles como siervos,

los hombres como esperando;

todos, todos le rindieron honores y le hicieron sus homenajes. No hay honor y gloria que no se pueda dar a nuestro Querer, sea que obre en Nosotros, en su propia sede, sea que habite en la criatura.

¿Pero sabes tú cuál fue el primer acto que hizo esta noble Reina cuando saliendo del seno materno abrió los ojos a la luz de este bajo mundo?

Cuando Ella nació,

los ángeles le cantaron canciones de cuna a la Celestial Bebita y Ella quedó extasiada,

y su bella alma salió de su cuerpecito,

acompañada por legiones angélicas y giró por tierra y Cielo y fue recogiendo todo el amor que Dios había esparcido en todo lo creado, y penetrando en el empíreo vino a los pies de nuestro trono y nos ofreció la correspondencia del amor de todo lo creado,

y pronunció su primer gracias a nombre de todos.

¡Oh! cómo nos sentimos felices al oír el gracias de esta bebita Reina, y le confirmamos todas las gracias, todos los dones, para hacerla superar a todas las demás criaturas unidas juntas.

Después, arrojándose en nuestros brazos se deleitó con Nosotros, nadando en el océano de todos los contentos, quedando embellecida de nueva belleza, de nueva luz y de nuevo amor;

suplicó de nuevo por el género humano, pidiéndonos con lágrimas que descendiera el Verbo Eterno para salvar a sus hermanos,

pero mientras esto hacía, nuestro Querer le hizo saber que bajara a la tierra,

y Ella de inmediato

dejó nuestros contentos y las alegrías y partió,

¿para hacer qué cosa? ¡Nuestro Querer! ¡Qué potente imán era nuestro Querer habitante en la tierra en esta recién nacida Reina!

No nos parecía ya extraña la tierra, no nos sentíamos ya para castigarla haciendo uso de nuestra justicia; teníamos la potencia de nuestra Voluntad que en esta inocente niña nos despedazaba los brazos, nos sonreía desde la tierra, y cambiaba la Justicia en gracias y en dulce sonrisa, tanto, que no pudiendo resistir al dulce encanto,

el Verbo Eterno apresuró su carrera.

¡Oh prodigio de mi Querer Divino, a Ti todo se debe, por Ti se cumple todo y no hay prodigio más grande que mi Querer habitante en la criatura!".


Fiat Divina Voluntad