2015 - Anécdotas de la Guerra Civil

ANÉCDOTAS SOBRE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

María Bescós Marco

Zaragoza - 2015


Mi abuelo sí que estuvo en la guerra civil española, pero yo jamas me interesé por ese tema. Incluso ha escrito sobre ella y no hace ni dos semanas que publicó un libro y uno de esos ejemplares está en mi casa, pero yo no he querido copiar nada de ese libro, simplemente he preferido preguntarle a él aprovechando la comida familiar de cada semana alguna de las escenas más impactantes, así es que le dije:

“Yayo, ¿quieres contarme alguna de tus vivencias de aquella guerra civil? Al terminar la comida él me explicó algo de lo mucho que sin duda él puede contar. En primer lugar me habló de la gran impresión que suponía cuando el padre o hermanos se marchaban voluntariamente a la guerra. La familia era consciente que su ser querido podría no volver jamás y su despedida era todo un drama. Concretamente él vivió la despedida de su hermano mayor que se marchó voluntario a la Aviación Republicana. Ya nunca volvió a casa. Desapareció poco antes de acabar la guerra y nunca más se supo de él. Mi abuelo, que le tenía un gran cariño, le escribió un largo poema, que me ha enseñado hoy, y del que me han emocionado las siguientes estrofas:


No mueren los ideales y el amor,

pero mi hermano, de pocas primaveras,

aquel que soñaba tantas quimeras

dando a sus ideas juvenil ardor...

aquel, ay dolor! ya nunca mas volvió,

voló hacia las lejanas estrellas

donde solo el amor e ideas bellas

convierten al hombre en un ser superior!


La verdad es que me gustó mucho todo el poema y realmente es que siento mucho no haberlo leído mucho antes.

El segundo de los temas fue cuando me narró la muerte de uno de sus amigos de colegio en el frente de batalla, se llamaba José Ros Salinas, y sucedió como una más de las muchas incidencias que hay cada día en los frentes de combate, que cuando se iniciaba una ofensiva y no se tenia éxito había que volver de espaldas al enemigo y eras un blanco fácil, en el caso del amigo de mi yayo ocurrió que al saltar las trincheras fue alcanzado por los disparos enemigos quedándose colgado herido sobre la alambrada: los disparos enemigos eran tan copiosos y constantes que no hubo manera de poder auxiliarlo. Al anochecer fueron a recogerlo, incluso aun con gran riesgo, pero su amigo ya estaba muerto. No es preciso dramatizar la escena, eso ocurre todos los días en el frente de combate.

Otro tema que me contó mi abuelo fue un bombardeo a la población civil de Alicante. Los aviones enemigos bombardearon el puerto y luego fueron al centro de la ciudad, concretamente al mercado de frutas, y allí ametrallaron sin compasión en vuelo rasante a comprantes y vendedores, en su mayor parte mujeres y niños. La escena después del bombardeo de tanto muerto envueltos entre trozos de frutas, es algo que jamás pueden olvidar quienes contemplaron la escena…

Y como anécdota final, no menos dramática, me contó el final de la guerra: los soldados republicanos regresando de los frentes de combate derrotados. Algunos regresando a casa y en espera de lo que les podría ocurrir por haber combatido contra los franquistas. Otros, exiliándose en tierras extranjeras y viviendo el terrible drama de ver vencidos sus ideales políticos y ser no siempre bien tratados: muchos murieron en los campos de concentración de hambre y de frío, y sobre todo humillados por la soberbia de algunos extranjeros para nosotros poco comprensivos.

Luego vendría la segunda guerra mundial, que muchos de aquellos soldados derrotados tuvieron que luchar en el “maquis”. Entonces sí que los que no murieron fueron enaltecidos. Nadie puede olvidar la entrada de soldados españoles aliados entrando en París.

Los que aquí se quedaron, los que no sufrieran las represalias con cárcel y muerte se tuvieron que conformar viviendo una larguísima hambruna y dura dictadura.

En resumen, bueno es recordar todos esos dramas, pero si se evocan con la esperanza de que no vuelvan a ocurrir, para lo cual debemos poner todos de nuestra parte buena voluntad y espíritu pacífico.

Yo creo firmemente que no hay nunca guerras buenas!


Maria Bescos Marco