La intelectual Tudela
ZARAGOZA EN LA POESÍA DE AL-ANDALUS
LA INTELECTUAL TUDELA
verkis: Antonio Marco Botella
Comprendía la Marca Superior de Al-Andalus cinco provincias: la capital de la taifa, Saraqusta, Huesca, Barbitaniya, Lérida y Tudela. Esta última mencionada se hallaba enormemente influenciada por el espíritu científico que emanaba de la capital de la taifa, y también por el colectivo intelectual hebreo floreciente en esta ciudad.
Uno de sus poetas mas insignes fue Abu-l-Abbäs 'Ahmad ibn 'Abd Alläh al-Tutili al-Ama, llamado vulgarmente "el ciego de Tudela". En sus jóvenes años este poeta había recibido una esmerada educación en Sevilla, y su nombre figura entre los destacados de la antología "Al-Dajira al-saniyya" (Le trèsor magnifique), texto árabe publicado por M. Ben Cheneb (Argel 1339).
Se conservan fragmentos de su Divan, así como los siguientes de uno de sus poemas:
Deja la riqueza para los ricos
que es su lucha y desazón,
déjales en su avaricia
en su manía y ambición.
Desnuda de innobles causas
tu espada y noble corazón
que la espada desnuda corta
lo justo si le ayuda la razón.
Por la defensa que te hago
puedes calibrar todo mi amor:
los sacrificios sólo se miden
por nivel de ternura y candor.
Recuerda cuanto nos amamos
cuando tú con todo ardor,
te dabas a mí generosa
en noches de astros y amor.
Tú no te sentías satisfecha,
yo no me sentía de ti cansado,
hoy los dos lo reconocemos
por cuanto tu amor alabo!
La poesía clásica árabe estaba en aquellos momentos en decadencia en Occidente desde la llegada de los almorávides. No ocurría lo mismo con la popular moaxaha, en rapidísimo desarrollo desde que fuera creada por Muqaddam ibn Mu'afa al Qabri , y Muhammad ibn Hammud al Qabri, (como hemos dicho ambos de Cabra (Córdoba), y favoritos del emir 'Abd-Allah (1106/1109). Fueron muy numerosos los poetas clásicos que cultivaron a la vez la poesía popular, y entre todos ellos destacó al-Ama al-Tutili, cuyas moaxajas recorrieron todo el mundo islámico. Este gran poeta falleció el año 1126.
Otro gran poeta nacido en Tudela en el año 1075 fué Yêhuda Ha-Levi, médico eminente, filósofo y apologista de origen hebreo. Todavia muy joven se trasladó al sur de la Península: Lucena, Córdoba, Sevilla y Granada, en cuyas ciudades adquirió una gran formación cultural y científica. En Granada conoció a otro gran poeta hebreo, Möse ben Ezra, con quien estableció una gran relación amistosa muy duradera e íntima.
Con la llegada de los fanáticos almorávides a Al-Andalus, llamados por algunos reyes de taifas y ciertos imanes religiosos para regenerar la vida social y religiosa del país, el sistema de convivencia de las distintas minorías étnicas andalusíes se desmoronó por completo, iniciándose persecuciones religiosas a cristianos y judíos más o menos encubiertas.
Las hordas del desierto destruyeron las grandes obras de arte del tiempo de los omeyas, como la inigualable Madinat-al-Zahrä y otras, mientras que la ciencia y la poesía desaparecían de las grandes mezquitas que habían hecho durante siglos tarea similar a la de las actuales universidades.
Para escapar en lo posible a la persecución religiosa, que principalmente se circunscribía a cristianos y judíos, pero que también lo era a los musulmanes poco fervorosos, Yêhuda Ha-Levi se trasladó ya antes del año 1100 a la España cristiana, estableciendo su residencia en Toledo y dedicándose a la medicina, bajo la protección de Yasef ibn Ferrusell "Cidellus", alto funcionario del rey Alfonso VI. Más tarde volvería a Córdoba, donde ejerció también como médico durante varios años.
Su producción poética, totalmente en lengua hebrea, es no sólo muy interesante sino también muy abundante: su poesía profana, escrita según el metro y estilo árabe, tiene un indiscutible valor lírico. Solía usar la forma estrófica de la qasida árabe para sus poemas clásicos, y con frecuencia utilizaba también la forma popular moaxaja en forma de las habituales harchas, con sus versos finales en árabe vulgar o en romance, en cualquier caso con una rica expresión lírica e interesante contenido.
Sus poemas amorosos tienen, junto a la finura lírica de una fraseología escogida y elegante la profundidad exaltada del enamorado que quiere soñar mas que vivir, porque... ¿qué es la vida sin esa chispa de ensueño que nos hace concebir el mundo y las cosas en un sentir y quehacer superior? así se pregunta el poeta...
En su Divan II, Yêhuda, pregunta a su amor en uno de sus versos:
Despierta de tu sueño, amor mío,
que despertar bajo tu manto
es renacer, otra forma del vivir,
y sacia de tu figura al enamorado.
Si en sueños ves a quien besa
tus labios con firme ardor
¿no soy yo quien en sueños
y en vida inspira tu amor?
Y en otros versos del mismo Divan idealiza a su hermosa con este cálido verbo pletórico de lirismo y escogida fraseología:
Sus labios son de coral
y sus dientes de perlas;
sus mejillas lirios rojos,
agudos sus ojos como saetas,
con todo el edén de su rostro
y un talle que embelesa,
que remata un tálamo soñado
de fidelidades repleta,
bien guardadas las gracias
de su contorno y belleza,
con las penas que el corazón
de todo amante espera
hechos ascuas los deseos
no saciados, que siempre anhela.
Yo te conjuro, mujer hermosa,
no me enojes, (oh, mi gacela!
disipes esta noche mis dudas
que mi pasión y amor compensa
el ardor que por mi sientes
cuando miras fija las estrellas.
Y en un tono más delicado dice en otra parte de este bello Divan amoroso:
Mi paloma dolida se queja
surca entre mirtos perfumados,
y yo le digo: - cuán dulce es
cuanta dicha encontró tu amado,
no en la copa de tus labios,
sino en tu corazón adorado!
Mi amor es nuevo para ti,
será tierno y recatado,
no lo menoscabará la vejez
pues será eterno y confiado.
He puesto en ti mi espíritu.
Séme fiel al dulce tálamo!
No hay poeta del pasado que se precie de serlo sino muestra sus habilidades líricas en poemas báquicos, y Jêhuda Ha-Levi los tiene y no en escasa cantidad, como éste que a continuación reproducimos:
Ve a casa de tu fiel amigo
donde la copa de vino
circule como el sol circula
haciendo su diario recorrido
por el firmamento sin fin
según su hábito y albedrío.
Así circule el vino clarete
en copa de tanto brillo
que supera al de las perlas
envidiosa del cristal fino.
Visíteme así en mi casa
con cordialidad de amigo,
y cuando estemos rodeados
de cantores y músicos
en medio de bebedores
libando el dulce líquido,
que cada uno cante y beba
tan sabroso vino fino
con el encanto y embrujo
de su amistad y hechizo.
Y en otro de sus poemas del mismo género sueña más que vive la fiesta báquica:
Me dí en prenda en la noche
a mi gacela bienamada
cuando vibraba armoniosa
música de flautas y arpas,
y viendo ella en mi mano
la copa de licor preparada
rebosante hasta los bordes
presta para ser gustada
me dijo con gentileza
y de amor arrebatada:
- Bebe entre mis labios
sangre de uvas saboreada
en amor y fuego mezclada...
Entre tanto la bella luna
con tilde de yod y de plata
mostraba sobre la frente
su embrujo de enamorada.
Tan brillante como en los anteriores géneros poéticos elegidos del Divan II, lo es también en poesías florales, como la siguiente escogida del Divan I:
La tierra, como bella zagala,
sorbió las lluvias sin freno
del invierno riguroso
como amada amor y celos.
Fue quizás como una novia
en días de amor primero
cuando el alma suspira
por las caricias y los sueños,
y la primavera florida
debe llegar con lo bello.
Hasta que llegue el verano
y en el corazón sosiego
cambiando de atavíos y color
y túnica de oro vistiendo
con telas de oro y blanco lino
con el color del campo nuevo.
Ese cambio de reflejos vivos
en las plantas y los cuerpos
cuando las flores brillan
con sus múltiples aderezos
como si fueran esmeraldas
rubíes, perlas o luceros
según fuere la hora del alba
del medio día o el véspero.
Los rápidos cambios parecen
según se ornan los cuerpos:
verdes campiñas que maravillan,
la faz de la amada tras un beso
que el enamorado dona
con emoción y sentimiento..
Como arriates de flores
se diría que esos besos
que como encendidas ascuas
brillan en lo alto del cielo
son robados uno a uno
del paraíso de anhelos
que incitan al amor y pasión
pleno de fuego y de ensueño...
El poema es excesivamente largo para reproducirlo en su totalidad. Es perceptible en todos estos poemas la influencia de la poesía árabe, sin embargo ese efecto desaparece por completo cuando las estrofas tienen intención o carácter religioso, pues aparecen cargadas de un fervor piadoso increíble, como nos presenta su "Himno de la Creación" (Quedusá) con unos matices de perfección más que notables. Visiblemente esos versos están inspirados en el poema de Ibn Gabïrôl "Corona Real".
Ha-Levi creó un nuevo género de poesía, "Las Siónidas": se trata de unos poemas sobrecargados de un fuerte sentido nacionalista, en este caso podríamos definirlo como sionista, especialmente apreciados, (mas bien diría yo exaltados), en medios judíos. Reproducimos uno de ellos:
Durmiente cuyo corazón vela
piadosamente alterado,
levántate todo presuroso
y sal desde mi exaltado.
Levántate presto y parte
tu estrella se ha elevado
y sube a lo alto del Sinaí
quien estuvo encarcelado.
Evita a los que alegres dicen:
¡Sión está devastado!
porque justamente están allí
mi causa e ideal amados.
Ya me irrite o me ablande,
ya me vea en dolor sepultado
¿quién más que yo desea
ver tus lugares sagrados?
Alrededor de los años 1130-1140 Jêhuda ha-Levi escribió en árabe el libro de la prueba y de la demostración en defensa de la religión menospreciada (Kitäb al-huijijaĵawa-l-dalïl fi musr al-din al-dalïl), más conocido con el título de "Cuzari" (ha Kuzari, en la traducción hebrea).
Se trata de una cálida y apasionada exposición del judaísmo tratando de demostrar su superioridad sobre las demás religiones y sobre la filosofía, oponiéndose a los avances del cientifismo, que subordinaba religión a filosofía. ningún poeta judío nacido en Al-Andalus cantó el tema del sionismo con mas entusiasmo que este poeta, es por ello que ninguno le pudo aventajar en prestigio y popularidad entre los suyos.
Aproximadamente por el año 1141, Jêhuda ha-Levi no pudo frenar su desbordado nacionalismo y su deseo de vivir los últimos años de su vida e incluso morir en Jerusalén, y coherente con esos deseos emprendió un viaje al Oriente Medio, donde no se sabe con certeza hasta hoy si pudo llegar.
Se creé que murió alrededor del año 1.161.
Otro gran poeta y polígrafo eminente nacido también en Tudela y como el anterior de origen hebreo, fue Abraham ben Ezra. Nacido el año 1092, desde muy joven inició su formación científica y literaria en Saraqusta, Lucena y Córdoba.
Fue viajero infatigable mensajero del saber: con anterioridad al año 1140 viajó por el norte de Africa residiendo un corto tiempo en Egipto. En años posteriores (1140-1146) se trasladó a Italia (Roma, Pisa, Lucca, Mantua, etc). Mas tarde (1148-1157) viajó a Francia (Beziers, Narbona, Rodez, Angers, Dreux, etc.); y de 1158 a 1161 viajó tambien por Inglaterra (Londres, Winchester, etc).
Fue el andalusí de origen hebreo de más enciclopédica formación que se conoce: autor prolífico sobre los temas más diversos, escribió numerosas obras en hebreo, alguna en latín y sobre todo tradujo del árabe (que conocía profundamente) una gran cantidad de manuscritos científicos para ser divulgadas por todo el Occidente.
El conjunto de su obra es más científica que literaria pues posee un fuerte sentido crítico y una enorme facilidad para la sintetización. Su labor extraordinariamente importante fue de divulgación, ya que en Europa se desconocía el árabe (naturalmente excepción hecha de Al-Andalus) y justamente era en este idioma en el que estaban escritos todos los logros del saber más importantes científicos y literarios de toda una larga época.
Abraham ben Ezra escribió preferentemente sobre temas éticos y filosóficos y gozó de justa fama como poeta, haciendo poesía tanto religiosa como profana, que si bien es cierto que no poseía el brillo de los grandes poetas era porque en sus estrofas dominaba mas la razón que el sentimiento.
Su mas famoso poema es la elegía (Qiná) que llora la destrucción de las aljamas judías de Al-Andalus, cuando ésta fue invadida por el fanatismo religioso de almorávides y almohades. He aquí uno de los fragmentos del citado poema:
¡Ay! Sobre Sefarad descendió una calamidad desde los cielos;
mis ojos, mis ojos vierten lacrimosas aguas.
El llanto de mis ojos, como llanto de avestruz,
es por la ciudad de Lucena, tan amada,
libre de reproches, allí moró la comunidad
hasta cumplir mil setenta años, hoy asolada,
y vino un día, huyó su gente y quedó viuda,
huérfana de Ley, sin Escritura, la Misná sellada,
el Talmud se tornó estéril, su esplendor perdido,
por sicarios de violencia quedó arruinada,
y el lugar de oración en casa de orgía convertida,
por eso me lamento y mis manos están crispadas.
Por eso lloro y no ceso en mis lamentos
y hasta mi cabeza llegan las lágrimas derramadas.
¡Ay! Sobre Sefarad...
Mesaré mis cabellos y gemiré amargamente
por la comunidad de mi Sevilla querida,
por sus príncipes y sus hijos cautivados,
por sus hijas a otra religión convertidas.
¿Cómo ha sido abandonada la sin par Córdoba
y transformada en un inmenso mar de ruinas?
Sus sabios y personajes eminentes murieron
de sed, de hambre, de la saña enemiga;
ningún judío, ni uno solo quedo vivo
en Jaen, Mallorca, Málaga y Almería,
los que huyeron fueron vilmente heridos
por estas hordas del desierto venidas...
Por eso me lamento amargamente y gimo,
y mi dolor me ahoga en lágrimas.
¡Ay! Sobre Sefarad, etc.
La fama de Abraham ben Ezra se basa en una amplio campo de conocimientos de lo más diverso. Realizó el primer intento de sistematización de la gramática hebrea, fundiendo con visión personal todo lo elaborado hasta entonces. Desarrolló la ciencia matemática, realizando una labor divulgadora, especialmente sobre temas astronómicos, mediante obras escritas a veces en latín. Sus datos e ideas trigonométricas fueron ampliamente utilizados durante el renacimiento. Falleció en Calahorra por el año 1167.