2008 - Europeísmo

EUROPEÍSMO

Antonio Marco Botella

(Traducción de la disertación en el idioma Esperanto que hubo lugar en Tossa de Marcon motivo de la Semana Internacional de Esperanto en el año 2007. Texto en Esperanto también leído en el Ayuntamiento de Egea de los Caballeros con motivo del AKEL-2 "Europa y el Esperanto" en el mismo citado año en el que llegarona Aragón alumnos y profesores de tres países europeos).


Sras, Sres, ciudadanos y amigos:

Ortega y Gasset, uno de los intelectuales más importantes del pasado siglo, acertadamente indicó "que para definir una época no basta con saber lo que se hizo durante ese periodo de tiempo, sino también lo que se dejó de hacer, aun cuando todas las circunstancias coincidieran en la necesidad de realizarlas, e incluso que por su carácter y momento debieran haberse hecho".

Definamos pues en nuestra plática de hoy a Europa en un doble sentido, o sea como fue la Europa del pasado y como vemos actualmente su proyección de futuro, subrayando a grandes rasgos los pasos acertados que se dieron y los dramáticos errores que frenaron su positiva evolución, y como conclusión qué es lo que deseamos para la Europa del futuro.

Ciertamente, que hablar sobre Europa es sin duda algo muy complejo y difícil, porque cuando se pronuncia esa palabra en medios culturales, casi nunca es para indicar el conjunto de todos los países que constituyen el colectivo así denominado, sino que nuestra intención pretende expresar lo que Europa significa para nosotros en su contenido histórico, cultural, político, filosófico y demás conceptos precisos para conformar la idea más completa sobre ella.

He aquí porqué considero oportuno, que antes de entrar en el fondo del tema Europa, y darle el sentido preciso a esa palabra en su dimensión más amplia, comentemos como ha sido en ciertos periodos de su historia, (naturalmente según eventos agrupados por siglos), pues de otra manera es completamente imposible hacerlo, porque Europa es Europa desde hace muchos siglos, mucho antes de que existieran sus naciones.

Empecemos nuestro argumento definiendo lo que Europa es para nosotros:

En nuestra opinión Europa es, una compleja combinación de diversas culturas, cuyos más importantes elementos tienen su origen en Grecia, Roma, ciertos aspectos del Cristianismo y un amplio ideario de pensamientos progresistas y sociales sobreentendidos como conquistas populares.

También la cultura del Islam intervino en cierto grado en esta combinación citada, pues no puede relegarse en el olvido los siglos de presencia árabe en la España que entonces se denominó Al-Andalus, en la que a lo largo de ocho siglos floreció en nuestro país una potente cultura que superó en mucho al resto de países europeos, cuyo pensamiento estaba en esos días en el empeño de guerras religiosas, y por tanto muy alejados de otros ideales.

Córdoba, hizo renacer en nuestra tierra el helenismo y la Ciencia durante un largo periodo de esa época, convirtiéndose en el más brillante foco del saber y pensamiento de gran altura, personalizado en intelectuales tan importantes y extraordinarios como Avenpace, Averroes, Abentofail, Avicebron, Maimonides, Ibn Arabi, al-Mutamin, Ibn Sabin, Ibn Hazm y muchos otros eminentes astrónomos, médicos, matemáticos, geógrafos y poetas, estos últimos, tan numerosos, que se hizo popular en aquellos años el dicho que proclamaba: "que en Al-Andalus había tantos poetas como estrellas en el firmamento".

Desdichadamente, el final de esos ocho siglos de ocupación islámica protagonizada por almorávides y almohades, casi analfabetos en su mayoría, ensombrecieron tanta gloria intelectual árabe.

Ruego me disculpen si he cargado el acento en la influencia intelectual hispano-judeo-árabe en Europa durante cierto tiempo, pero si lo he enfatizado ha sido por motivos más que razonables, pues ya de largo los europeos tratan injustamente de ignorar ese periodo de riqueza intelectual, tal vez por motivos racistas e incluso otros menos justificables, pero realmente mi mención está más que comprobada y argumentos escritos abundan en ese sentido en los medios intelectuales e históricos.

Pero volvamos a nuestra definición respecto a lo que es Europa, y saquemos como primera y rápida conclusión, que Europa es, como ya hemos dicho, una mezcla de pueblos y culturas cuyas más puras esencias que todavía la caracterizan hoy, yacen en el fondo de su corazón europeo. Finalmente subrayemos como peculiar idea del europeísmo: la fidelidad a sus orígenes culturales, la valentía persistente en la búsqueda de nuevos horizontes intelectuales que generan una cierta facilidad de la creatividad, y la fe en su propio destino como creadora de nuevas formas de vida basadas en la propia superación.

La idea neta que nosotros conceptuamos sobre Europa y el Europeísmo terminan justamente aquí, en los límites de la Edad Media, cuando nacen sus naciones como nuevas formas de ese europeísmo singular y único que sustituye a todo lo anterior. Europa, entonces, se divide en parcelas, cada parcela habla su propio idioma, y desde lo más profundo de sus orígenes se intenta diferenciar cada una de ellas inventando singularismos autónomos, lo que da lugar a los nacionalismos, creando en cierta forma nuevos "status" que aparecen como culturas distintas, pero originarias todas ellas de un mismo tronco, o sea, sin perder el perfume de su europeísmo inicial.

Durante siglos, esas parcelas llamadas naciones, llevaron a cabo en Europa una tarea gigantesca: se crearon nuevas escuelas de Arte y Ciencia, se divulgaron ideas progresistas, y los pueblos se sacudieron el yugo de los "amos", una esclavitud encubierta en la que el poder era siempre ostentado por los "señores". Por ese camino los pueblos adquirieron una cultura básica, conquistaron libertades político-sociales y, surgiendo de su peculiar origen, fue encontrando siempre nuevos sistemas para superarse a sí mismos, quizás por la herencia recibida de la cultura helénica, que consistió en una cierta facilidad para hallar ideas nuevas, métodos y sistemas propios….

Los comentarios sobre la época histórica de la formación y consistencia de un perfil singular de cada nación, podrían llenar cientos de volúmenes, posiblemente miles, por ello divulgarlo en detalle pertenece ya a la historia de cada nación, y desde luego no es labor mía ni objeto de esta plática. Lo que sí hacemos es seguir los pasos posteriores de algunas de esas naciones que no realizaron políticas progresistas, sino que dominadas por un egoísmo nada loable buscaron la manera de adquirir más y más poder extendiendo sus fronteras a costa de los países más débiles.

Ese radicalismo aparecido a principios del siglo XX, fue el origen de una grave crisis política y económica, cuyo resultado fue la aparición de dictadores, que pretendieron imponer sus políticas agresivas borrando las esencias del europeísmo, y sobre esa senda se llegó al estallido de dos guerras mundiales, que generaron ruina, miserias y muertes sin cuento, y lo que es peor, se pudo constatar que el hombre, el europeo, perdió la ilusión por los grandes ideales.

Esas dos guerras mundiales, principalmente la última con el uso incluso de bombas atómicas, solo sirvieron para una motivación positiva, que fue la reacción de ciertos políticos para rectificar sus políticas de violencia, y repensar como crear las estructuras de una nueva Europa, así como percibir la absoluta necesidad de cortar todos los caminos que pudieran conducir a nuevas guerras, y como objetivo principal unir a todas las naciones europeas en una sola Comunidad, sin fronteras, sin barreras de ningún género.

Y fue así como nació, apenas dos años más tarde del fin de la segunda guerra mundial el llamado Consejo de Europa. El primer objetivo era político-económico, el político porque establecía un primer lazo de reconciliación franco-alemán, el económico por la creación de la "Comunidad Europea del Carbón y del Acero", cuyos fundadores fueron Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos.

Esos fueron los primeros pasos para la desaparición en varios aspectos de las fronteras de los países citados adheridos. Poco a poco esa Unión fue creciendo y en 1957 se creó la "Unión Económica Europea" tras subscribir los adheridos a la misma el llamado Tratado de Roma, que abrió las puertas a nuevos organismos que fortalecieron la Unión, como fueron el "Fondo Social Europeo", "Euratom", "La Unión Aduanera" (que hacia ya posible la libre circulación de mercancías y productos diversos), "El Parlamento Europeo" y Comisiones específicas para la Agricultura, Pesca, fijación de precios comunes, y algo más importante todavía, la aceptación de una moneda común para todos sus miembros: el euro. La renuncia de alguno de estos países a la moneda común proyectan sobre si mismos un punto regresivo que debiera avergonzarles a los países europeos que no la aceptaron.

El progreso de la Unión Europea fue muy importante, aunque para alcanzarlo hubieron de superarse grandes dificultades, ya que no todos los países europeos responden al idealismo de la Comunidad, y con frecuencia anteponen sus intereses nacionales al bien común. Últimamente, algunos países, no aceptaron la Constitución Europea, posiblemente porque su texto no contentaba a todos sus miembros, y en democracia deben respetarse las opiniones más diversas, pero cuando se trata de una proposición que de hecho significa un paso adelante de toda la Comunidad, ¿por qué no anteponer los intereses comunes a los propios? O bien, ¿por qué no buscar con verdadero interés el consenso en vez de posponerlo para otra lejana reunión como en este caso se hizo?

Bastantes meses más tarde se llegaría a un acuerdo para aceptar esa Constitución, tan importante y necesaria, que debía garantizar la democracia y las libertades de todos sus miembros, y regular las leyes básicas para administrar justicia a todos los europeos. Pero el acuerdo al que se llegó en esta segunda fase solo se alcanzó renunciando la mayoría a ciertos artículos de suma importancia. Confiemos en que esas propuestas no aceptadas, como pueden ser una nueva política económico-social, las garantías de los derechos constitucionales de los trabajadores, la renovación del sistema financiero, una nueva política de inmigración, un plan de solidaridad con los países pobres, y otros que vayan siendo consensuados y aprobados en próximas reuniones y añadidas a esa ya aprobada Constitución, que en mi opinión se ha quedado un tanto corta.

En estos momentos (hace solo unos pocos años) se abrió un periodo esperanzador para el verdadero europeísmo con la aplicación del llamado Tratado de Lisboa, porque ya se ha elegido un Presidente de Gobierno Europeo, y una Ministro para Asuntos Exteriores, ambos permanentes, lo que presupone una política supranacional europea del día a día, y en cierta manera es también una forma de sacudirse esa inclinación de ciertos gobernantes nacionales en dar prioridad a sus intereses anteponiéndolos a los comunes europeos, pues es llegada la hora de que Europa desarrolle una política autónoma exterior además de la propia interior.

Entre los temas citados desatendidos de momento por Europa está la ayuda a los países pobres: digamos de inmediato sin vacilación alguna, que Europa tiene el deber moral de ayudar a aquellos pueblos que no tienen los elementos culturales y científicos, así como tampoco el poder de la creatividad de la investigación, que les permita salir de la miseria y el hambre. En los Centros Europeos de Investigación ya se habla de ideas, proyectos y realidades que tienen todas las posibilidades de solucionar en gran medida los más graves problemas de esos pueblos desamparados. Se da como cierto, que una de las soluciones sería aplicar la bioquímica en la agricultura para aumentar la producción de productos alimenticios, para hacer desaparecer el hambre y la muerte por desnutrición de tantos niños.

Citemos como ejemplo, ya en nuestro país, de un comienzo en esa dirección, la provincia de Almería, que era hasta no hace mucho tiempo una de las más pobres de España. Hoy, aplicando técnicas modernas en la agricultura, ha pasado a situarse en la primera fila de las más avanzadas. ¿Qué ha sucedido para que la tierra que producía no ha mucho una sola cosecha al año, ahora produzca tres y hasta cuatro cosechas del mismo producto en ese mismo tiempo? ¿Qué milagro científico ha sucedido para que bajo esas cubiertas de plástico, por computadoras y nuevas técnicas, la producción agrícola sea tan fructífera y saludable? La producción agrícola de esta provincia es hoy tan abundante que una mayor parte de la misma se exporta a toda Europa.

Posiblemente nos encontramos ya en las puertas de nuevas fuentes de energií, más puras e inagotables, que han de transformar nuestras vidas en el futuro. Bastará que no se crucen en este camino esperanzador intereses perversos para que lleguemos a alcanzar esa noble aspiración humanitaria. Europa no puede desinteresarse de este deber ético con la Humanidad.

En este orden de cosas, hace unos pocos meses, uno de los países prepotentes de la Unión proclamó desvergonzadamente en una de esas periódicas reuniones europeas, "que se hacía necesario marcar el límite del progreso europeo, y por tanto frenar los proyectos humanitarios". Y es que uno de esos planes no interesaban a sus intereses nacionales. Evidentemente, se hace necesario que los pueblos vigilen a ciertos políticos que se desentienden de sus deberes éticos a favor de sus aspiraciones nacionalistas y personales que obstruyen el progreso y el bien común.

Y por ese camino en el que hoy nos hallamos, entre lo que debemos hacer humanitariamente de forma inaplazable, lo que debemos favorecer para crear una convivencia digna y común y alcanzar las más altas aspiraciones de nuestros pueblos europeos, nos encontramos hoy con una de las barreras más importantes que frenan nuestra progresión. Se trata del renacimiento de potentes nacionalismos en ciertos países europeos. Efectivamente, los nacionalismos, que en sus comienzos en la Edad Media sirvieron de motor para liberar a los pueblos, crear escuelas de arte, cultura y ciencias propias, son ahora los que frenan el progreso europeo. Cada momento tiene su necesidad prioritaria, toda necesidad tiene su hora histórica de realización y desarrollo. Las naciones y los nacionalismos, ya cumplieron su tarea útil y definitivamente ya alcanzaron su finalidad histórica que con anterioridad hemos aquí citado. Continuar en sus programas de aislamientos fronterizos, de insolidaridades y pugnas entre vecinos, en ambiciones territoriales, dominios del más fuerte contra el más débil, en la lucha y guerras por hegeomonías y presunciones de superioridades raciales, todo eso ya pasó a la historia, y es eso precisamente lo que tratan de resucitar los nacionalismos…

Y con todo eso y otros añadidos que podríamos denunciar, no deseo poner fin al tema sin mencionar esa última pirueta de los mininacionalismos de ciertas regiones europeas, incluidas alguna española, anacrónicas, regresivas y absurdas, que mezclan el derecho natural de los pueblos para autoadministrarse contra los modernos conceptos de la unidad de los pueblos y los hombres, en objetivos progresistas comunes: convivir libremente sin fronteras, sin diferencias raciales inventadas por mentes egoístas, que incluso se otorgan a sí mismos cualidades superiores a las de sus vecinos regionales, e incluso el derecho al asesinato de todos aquellos que no piensen como ellos.

Proclamamos firmemente la necesidad irrenunciable de que cada hombre sea considerado como un ser libre dentro de una comunidad, sin diferencias de cualquier tipo, y que la pretensión de ciertas naciones y grupos políticos de establecer barreras de cualquier tipo sean declaradas inaceptables. Europa y el europeísmo deben barrer ya, y definitivamente, esas arcaicas y caducas ideas de los nacionalismos.

Y a tenor de todo esto, a mi memoria vuelve cierto párrafo del Secretario del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, Robert Muller, cuando en su discurso ante el auditorio del Congreso Internacional de Esperanto celebrado en Lucerna, enfatizó la necesidad de que en la humanidad proliferen los espíritus soñadores, para que "el mundo sea idealizado y viva al mismo tiempo que con sus realidades en la aspiración de un mundo mejor". Necesitamos, afirmó, que junto a nuestra labor consciente del vivir real de cada día soñemos con superarnos. Casi todas las grandes mutaciones de la historia han tenido su origen en ese soñar visionario en un mundo mejor. Posiblemente, los hombres de nuestros días no sueñan lo suficiente, y es que junto al realismo de cada hora, debiéramos buscar el acompañamiento de sueños de cambio en mejoría para la Humanidad. Precisamente, ese es el ideal de los esperantistas del pasado siglo y de muchos otros del actual. Nuestra decadencia nos llegó, solamente, cuando declinaron nuestros ideales".

Y tras esa vía de eventos y circunstancias favorables o desfavorables, de principios e idearios a los que aspiramos o detestamos según hemos ido analizando, llegamos al pensamiento y conclusión, que nuestro sueño irrenunciable es ver a toda Europa gobernada en verdadera democracia. Que nunca aceptaremos que nuestra política tenga carácter imperialista, o sea que en ningún caso nuestra técnica, cultura y poder de investigación sean utilizados para ejercer un dominio sobre otros pueblos. También, que hemos de mantenernos fieles a nuestros principios de no permitir que se llegue a una Europa que solo piense egoístamente en su propio beneficio, y por el contrario, que muestre en todo momento ser un foco ejemplar que proyecte un espíritu de paz, solidaridad y concordia. Tengamos siempre presente, el principio que heredamos de la cultura helénica, de pugnar en nuestras vivencias y aspiraciones por superarnos, creando nuevas formas de vida superior.

Este es un triste momento para Europa. Políticos y economistas han fracasado escandalosamente, hasta el punto de haber difuminado los logros de la construcción europea: Europa ha perdido su perfil europeísta que le hacia progresar hacia la Europa Ideal que soñamos cuantos aspiramos a ese modelo europeo de puras esencias progresistas, y entre ellas, como símbolo de unidad y concordia tener y practicar un idioma común para entendernos…

Y como fin de esta disertación, aceptamos como muy acertada la frase de un importante político español europeísta cuando dijo: "Ahora ya sabemos lo que hay que hacer, lo que falta es voluntad política para ponerlo en práctica". Y como un quehacer europeísta empecemos un diálogo entre nosotros mismos, ahora ya, primero, respondiendo a la siguiente pregunta: ¿Cuál es en vuestra opinión el mayor problema de Europa? Y después de las respuestas de varios de los presentes, seáis vosotros mismos los que formuléis las preguntas y respuestas en forma de diálogo…

Muchas gracias por vuestra atención!

Antonio Marco Botella