1994 - Homenaje a Ibn Arabi

HOMENAJE A IBN ARABI

Antonio Marco Botella

(Este texto mio, fue leido en mi nombre en la Universidad de Murcia en el homenaje a Ibn Arabi,que se celebró en noviembre del año 1994, al que no pude asistir por estar hospitalizado).


Sras. Sres.

La noticia del homenaje que la Universidad de Murcia se disponía a dar a Abü Bakr Muhamäd ibn Arabi en los primeros días de noviembre de 1994 me llegó con demasiado retraso. Se trataba de dar este homenaje a uno de los intelectuales más preclaros nacidos en la capital murciana, y yo como estudioso de la obra de este hombre admirable estaba invitado a aportar sus perfiles más sobresalientes.

En primer lugar, doy gracias a esta Universidad por el homenaje tan merecido como necesario que hoy en estas aulas se le rinde, y agradezco así mismo el haber sido invitado a estos actos que han de celebrarse aquí durante tres días consecutivos.

Es posible que muchos murcianos, incluso universitarios, no conozcan el calado intelectual de este insigne intelectual. Y no debiera de ser así. No debiera ser novedad estudiar, exaltar la figura y obra de este murciano excepcional, como tampoco debiera serlo en todo nuestro país conocer más profundamente la cultura y el saber del periodo de Al-Andalus.

Estamos hablando, señoras y señores, de ese larguísimo trascurrir de ocho siglos de la historia de España, que una considerable mayoría de españoles ignoramos, en las que se alcanzaron las mas altas cotas del saber en la lírica, en filosofía, en matemáticas, astronomía y otras materias. Eran tiempos en que se repetía un decir, que se había hecho tópico "que en este país había más poetas que estrellas en el firmamento". Y el tópico decía verdad, reyes y labriegos estaban capacitados por igual para componer poesía.

Yo quiero aprovechar la circunstancia de que se encuentran aquí reunidos tantos especialistas en la materia sobre Al-Andalus, para animarles a potenciar una seria campaña de divulgación sobre lo que significó la cultura de nuestro pueblo en ese largo periodo de la Edad Media. Necesitamos llegar con más vigor hasta las instituciones y el pueblo para que la gran labor investigadora que habéis llevado sea del dominio público. Es necesario que el pueblo llano conozca esa época de esplendor tan bien como conocemos otras épocas brillantes de nuestra historia. Fueron siglos en los que Al-Andalus, o sea lo que ahora es la Península Ibérica, brilló en Occidente en todas las ramas del saber, muy por encima de todos los países europeos, periodo que estos emplearon en infructuosas guerras religiosas.

Días gloriosos para nuestro país, en que cualquier intelectual de cualquier parte del mundo que deseara documentarse sobre geografía, medicina, filosofía, astronomía, alta matemática o cualquier otra rama del saber, tenía que venir necesariamente aquí, a nuestro país (entonces llamado Al-Andalus), porque aquí estaban los mas importantes focos de la ciencia y la cultura, y aquí habían nacido y vivían los cerebros más preclaros de la época: Ibn Masarra (883-931), Ibn Bayya (Avempace, 1070-1138), Ibn Tufayl (Abentofail, 1010-1185), Ibn Ruŝd (Averroes, 1126-1198), Ibn Gabirol (Avicebron, 1020-1057), Ibn Arabi, Maimónides, al-Mutasin, Ibn Sida, Ibn Hazm, Ibn Sŭayd, y muchos otros, cuya relación seria larga de citar y que dominaban las ciencias citadas y otras diversas.

Por primera vez en el mundo gobernado por islámicos, las mujeres de este país, escribieron y recitaron poesía en los patios y salones andalusíes. Era algo singular y desconocido en cualquier latitud de nuestro planeta. Algo por lo que debiéramos sentirnos orgullosos todos los españoles, y que no es posible, simplemente, porque casi desconocemos ese largo periodo de la historia de nuestro país.

Imaginaos, que hace poco más de un año, en un Congreso sobre Historia celebrado en la Universidad de Zaragoza, un profesor holandés daba cuenta de haber encontrado y traducido en aquellos días un antiguo manuscrito, en el que aparecían más de 400 teoremas y principios de alta matemática, entre los cuales el famoso teorema CEVA, que este italiano había "descubierto" en 1678, y que el rey de Saraqusta (1081-1085) al-Mutamid ibn Hud, a quien pertenecía el manuscrito ya habia formulado en el año 1078.

Es comprensible, que cualquier cosa que yo diga aquí y ahora, no sea novedad para los especialistas en el tema andalusí y es que mi mensaje sobre Ibn Arabi en particular y Al-Andalus en general, no tiene otra finalidad, que comunicarles, que a través de mi obra, una modesta antología poética de la España musulmana que ya va a editarse, doy continuidad a una labor divulgadora que va a llegar a los cinco continentes a través de ese colectivo lingüístico que son los esperantistas con el idioma Esperanto, porque efectivamente la obra que aludo titulada "Perlas Líricas de Al-Andalus" está escrita en el citado idioma internacional.

Para el colectivo esperantista que vengo de citar, esta labor divulgadora de temas andalusíes no es ninguna novedad, ya que desde hace varios años vengo haciendo artículos sobre este tema en nuestras revistas. Sí, ya sé, sabemos todos, que en varios países occidentales se han escrito varias obras de gran valor científico sobre este tema, pero este auditorio sabe perfectamente, que estas publicaciones, en su mayoría, han tenido el carácter restrictivo de trabajos de investigación, o sea "para especialistas". Y por tanto no han llegado hasta el pueblo, como sería de desear, acorde con nuestro tiempo y la modernidad de nuestros días. A vuestra labor meritoria investigadora, añadamos ahora un nuevo impulso de carácter divulgativo para sensibilizar a todos los estamentos de la sociedad y a las instituciones, para que el pueblo llano llegue un día a saber, no demasiado tarde, esta parte tan importante de nuestra historia.

Por eso los esperantistas damos tanta importancia a este homenaje que la Universidad de Murcia dedica hoy a Ibn Arabi, porque además de cumplir con un deber de agradecimiento a la figura de uno de sus hijos, esta Universidad proclama su sensibilidad por una personalidad y un tema, que merecen ser de general aprobación y conocimiento

En mi obra, en la que figuran 178 poetas de los más relevantes de Al-Andalus con sus más importantes poemas, aparece también, y no podría ser de otra forma, Ibn Arabi. Sí, nuestro ilustre murciano figura en esta Antología poética como lo que fue, un gran poeta. Además, fue también un gran filósofo y un místico singular, que pretendemos estudiar más a fondo en futuros trabajos, para divulgación en nuestro idioma internacional.

Abü Bakr Muhammäd ibn Ali ibn Muhammäd al-Arabi, también conocido por otros sobrenombres como "Muhyi al-Dïn (Vivificador de la Religión) o "Sayj al-Akbar (El Gran Maestro), había nacido en Murcia el 28 de julio de 1165, donde trascurrieron sus años de niñez. Él, con su familia, se trasladaron a Sevilla en torno al año 1172, donde inicia su educación, muy completa y refinada, sobre todo en literatura, derecho, religión, poesía y otras ramas del saber, las más importantes en aquella época. Esta gran preparación y su talento le llevan a ser con apenas 20 años, secretario del gobierno de Sevilla.

Muy joven todavía contrae matrimonio con Maryan, hija de Muhammäd ibn Abdun, persona de alto rango originario de la ciudad norteafricana de Bujía, pero el joven intelectual ya se hallaba seducido e ilusionado por las doctrinas sufíes, un ideario extraño a la tendencia del Islam tradicional, con un alto concepto sobre la vida mística y una relación espiritual muy especial del hombre con Dios, cuya actitud práctica consistía en el abandono de los goces de la vida, y concretamente para Ibn Arabi en una dedicación plena al estudio, escribir obras de carácter piadoso y místico, y en un vivir ascético lo más austero posible. El sufismo no era bien visto entonces por la religión oficial.

Alrededor del año 1193, Ibn Arabi, inicia una larga peregrinación, primero en Al-Andalus: Córdoba, Murcia, Sevilla, para pasar luego al Norte de África: Bujía, Marrakech, Alejandría, El Cairo, y finalmente, en 1201 a La Meca, donde estableció su residencia durante unos años. En este centro religioso del mundo musulmán, Ibn Arabi encontró su inspiración poética y escribió una colección de poemas místicos que tituló "Al-Turyuman al-Aswaq" (El interprete del amor ardiente), que dio a nuestro ilustre murciano un gran prestigio como poeta místico, así como también grandes amarguras bajo el punto de vista religioso, porque los imanes de Alepo y algunos de sus discípulos se resistían a aceptar ciertas expresiones líricas del poeta, que se mostraban más próximas al fervor del amor humano que al espiritual de las doctrinas místicas.

A esas críticas reprobatorias, Ibn Arabi respondió con una nueva edición de sus poemas, acompañados de comentarios del autor, con frecuencia palabra por palabra, en las que indicaba el sentido místico secreto que él quería dar a cada expresión. En ese sentido él escribió hermosos versos, que he traducido del árabe al Esperanto y he versificado con una gran dedicación, y que en estos momentos no dispongo del tiempo necesario para traducirlos al completo al idioma castellano, solo algunos versos escribo a continuación:


Todo cuanto yo menciono: tiendas, viajes, hombres,

todo cuanto comento: él, ella, dichos y reproches,

todo cuanto escribo: en verso sobre valores doctrinales,

todo lo que expreso con aflicción bajo nubes sollozantes,

o sobre el brillante esplendor del sol y las flores,

cuanto clamo sobre fugas sin destino de camellos,

o hablo sobre lunas en el gineceo de las casas,

o sobre soles, plantas, brisas, montes y bosques,

muchachas mostrando sus atractivos pechos

apareciendo como soles en la hora confidencial…

Todo lo que yo menciono sobre los secretos del mundo

o fenómenos similares, vienen de la gloria de Dios,

y de uno a otro van a los diversos corazones

de los hombres suspirando por la sumisión a Dios.

Esa santa descripción nos enseña en concordia

que mi verdad tiene un pasado y un futuro,

por ello debo separar lo externo de la fuente de la verdad,

y en lo interno buscar el auténtico hombre-verdad


He versificado este poema del árabe al esperanto con todo el rigor de la poética esperantista, en versos de 16 sílabas, dividido en dos hemistiquios de 8-8, por creer que los largos periodos discursivos del mismo no admitían otra versificación más brillante, al mismo tiempo que el carácter monorrítmico de los versos le daban al poema una cierta musicalidad cercana a las clásicas "qasidas" árabes, y en este escrito he intentado que en el castellano se acercara lo más posible a la traducción esperantista.

Luego de estos años de residencia en La Meca, Ibn Arabi viaja de nuevo por diversos países del Oriente Medio, en un incansable peregrinar de santuario en santuario y frecuentes contactos con ascetas y santones, con sabios o, simplemente, con el solo objeto de propagar sus doctrinas sufíes. Y asi hasta el año 1223, en el que decide, al parecer previa invitación del sultán al-Malik, fijar su residencia en Damasco. En esta ciudad terminó, tras intenso trabajo su obra "Kitäb al-Futuhät al-Makkiyya" (Libro de las Revelaciones de La Meca", una obra gigantesca con más de 4.000 páginas, en las que Ibn Arabi, de una forma resumida, explica sus meditaciones, experiencias y conclusiones sobre el sufismo. Y esas ideas él las trasforma en versos:


En verdad solo Dios existe,

fuera de Él nada queda,

solo existe su voluntad

y sus expresiones divinas.

Todo lo que en la existencia

ahora muestra y autentifica

es Dios expresión única

que a Él le pertenece;

tiene carácter de hombre

y es lo que de verdad parece.


Este poema, con distinto relieve poético a los anteriores, lo he versificado en octosílabos y de conformidad con la forma característica del antiguo romance castellano, posterior al que anteriormente he citado.

La existencia de varias religiones, Ibn Arabi las explica dándoles un carácter de absoluta indiferencia ante las formas existentes, pues según él, una completa y perfecta manifestación de Dios solo es aquella que Él mismo comunica a las almas místicas. Por ello, el Dios de los místicos siempre es el mismo, sin las diversas características en que aparece en las demás religiones. En ese sentido, Ibn Arabi nos dice poéticamente:


corazón acepta las formas

y pluralidad de características;

para gacelas, campos de hierba;

para monjes, santuarios;

templos también para ídolos,

y Ka' ba para los peregrinos.

También acepta el libro del Corán

y las tablas de Torá.

Sigo yo mi religión amada

hacia donde van los cambios

el Amor es mi fe,

el Amor es mi credo.


Nuestro ilustre hombre, poeta místico ante todo, escribió dos colecciones de poemas. Una, titulada "Al-Turyuman" de la que ya hemos hablado, y la otra, "Divan" –Colección de poemas-, versos místicos, en los que él usa todos los elementos tradicionales de la poesía árabe. Ejemplo, en muchos de ellos, en el comienzo de sus odas, ese clásico elemento de las "qasidas", que consiste en el tradicional escenario del desierto y sus beduinos, el caso es expresar la idea de breve acampada y marcha, la angustiosa soledad y la espera, o la nostalgia y el regreso. Luego se monta el poema propiamente dicho, más o menos así:


En la ausencia la nostalgia

me apena y amarga,

pero encontrarte no me calma

ni alegra mi corazón encendido,

en la ausencia mi amor crece

y la nostalgia invade mi corazón.

Sin embargo reencontrarte

es un dolor cruel muy fuerte

porque apaga mi gran pasión

que en mi corazón arde.

Y eso no compensa mi amor

que por ti tanto siento.

Unión y majestad en ti

tu belleza acentúan:

No existe un hombre

cuya pasión no crezca a tu lado

mirando tu belleza seductora

adorable y resplandeciente,

que aumenta en mis ausencias

por la espera sin noticia.


Como es perceptible, un cierto matiz de misticismo en los motivos del poema, crean un doble sentido en el significado del verso, no siempre para los no-místicos. Sin duda Ibn Arabi, parece querer poner un mensaje espiritual en cada poema.

Esa es, posiblemente, la originalidad de la poesía de nuestro ilustre poeta: su insistencia en el mensaje espiritual, aun en los casos que parecen más bien no-pertinentes, y eso explica por qué los imanes criticaron agriamente ciertos poemas suyos. Y es que ellos no eran capaces de penetrar en la profundidad espiritual de una lírica que llevaba implícitos otros valores, que no eran aquellos ordinarios que ellos percibían, Según Ibn Arabi, Dios está en cada creación, y el Universo es una suma de divinas esencias. Los imanes solo comprendían en cada párrafo, su significación literal y nunca su valor intrínseco espiritual. Y esa miopía les impedía ver otro importante elemento: la belleza del verso, como en el poema siguiente:


De las bellas palomas hablo,

que runrunean en los bosques

con doloroso tono parco

en las ramas que el sol dora:

por su lejano amante lloran

añorando su pronto regreso,

con los ojos de lágrimas llenos

expresión del corazón galante.

Yo pregunto triste al viento

¿qué sabes de mi amor

que perdí en el bosque

y al que con tanto fervor amo?

¿Reposaba tal vez en el bosque

sin pensar en su amada?


Se podrían reproducir múltiples poemas con esas características similares en las que predominan la belleza de los seres y las cosas, que para nuestro místico eran siempre "cosas y seres de Dios", como el siguiente que trascribimos:


Mi vida de inmediato yo diera

por mujeres como tu, tan bella,

con esa cara blanca tan encantadora,

con ese tu carácter juguetona

aunque besabas siempre respetuosa

la Piedra Santa para mi sagrada.

Si perdiera la huella de tu vida

de esa chica juguetona que eres,

con tu aroma exquisita

y tu feminidad atractiva,

el objetivo de mi vida perdería

que no es otro que tu amor y estima.

Una noche sin luz contigo

me sorprendió tanta oscuridad,

yo creo que era una ilusión

que bajo la luz de la luna

gozábamos de nuestro amor

sin dificultad grave alguna

pues gozaba yo esa noche un albor

como el nacer mágico del día.

Entre unas encantadoras chicas

yo te elegí como la más bella,

porque yo en ti percibía

un rostro de luna llena,

como un sol del amanecer el día

por un horizonte de luces encendidas.

Así es tu cara rosa blanca

que perteneces al sol por bella,

es tu cara brillante clara

con bucles negros que fascinan

y unos bellos ojos negros

que son como luz en noche mágica….

Sol y noche bruja fundidas

en un medio angelical divino.


Leyendo estos bellos versos nos invitan a pensar ¿qué carácter tenía el misticismo de Ibn Arabi? ¿Dónde estaba su sentir religioso místico inserto en la vida real? Hoy podemos comprender esos matices, así como entendemos la ira de los imanes en su sentir fanático-religioso.

Ibn Arabi escribió, según algunos biógrafos orientales unos mil títulos: Carl Brockelman editó más de 200 libros; Osman Yahyä calcula en torno a los 550 manuscritos, de ellos muchos se han perdido, pero han quedado algunos muy importantes como "Kitäb al-Futühät al Makkyya" (Libro de las revelaciones de La Meca), "Kitäb Sarh Fusüs al hikam" (La sabiduría de los Profetas), una colección de biografías de santones andalusíes; dos colecciones de poemas, y algunos más. El citado "Kitäb Sarh Fusüs al hikam" es la más importante de las existentes, puesto que se considera como su testamento y demostración de su cosmología, o sea, su ideario filosófico y religioso.

Este maestro de la doctrina sufí, dejó muchos discípulos en el mundo islámico, también en Al-Andalus y en el mismo Murcia. Entre los más preclaros en esta tierra debemos citar a Ibn Sabïn, nacido en el valle de Ricote (Murcia) y autor dentro de la doctrina sufí de un nuevo ideario, que durante cierto tiempo tuvo muchos adeptos.

Ibn Arabi, el gran "Muhyi al-Din" murió el 16 de noviembre del año 1240 en Damasco, donde todavía hoy es respetado y reverenciado como uno de los más relevantes místicos del Islam.

Estos breves datos biográficos de Ibn Arabi no representan más que un ligero bosquejo de lo que en realidad fue su vida, sus doctrinas, sus aspiraciones, su poesía… Profundizar en la vida de este singular místico, requiere mucho estudio, mucha investigación, infinitas páginas y talento para interpretarlas. Mi objeto hoy no es otro que presentar su figura al mundo esperantista primero y en Esperanto, y sobre todo presentarlo en la Universidad de Murcia en el homenaje que le dedica a Ibn Arabi y al que fuimos invitados los esperantistas en los primeros días de noviembre de 1994.

Gracias por vuestra atención a cuantos me habéis escuchado.

Antonio Marco Botella