VIII - Abü Amir (Al-Mansur)

ZARAGOZA EN LA POESÍA DE AL-ANDALUS

VIII - 'ABÜ 'AMÏR MUHAMMAD IBN 'ABÏ 'AMÏR AL MAAFIRI

(AL-MANSUR)

verkis: Antonio Marco Botella


El Califa Al-Hakam II tenía por esposa y favorita a una hermosa mujer de origen vascón, llamada Subh (Aurora), a quien dio siempre muestras de un gran amor. Era una bella muchacha rubia, y todos cuantos lectores conocen un poco de historia de Al-Andalus saben, que la mayoría de los omeyas tuvieron siempre una gran debilidad por las mujeres rubias.

Ya entrado en años, la esposa de Al-Hakam le dio un hijo, Hixam, al que el Califa nombró públicamente su sucesor, quizás ese fue su más grande error, porque cuando él murió, su hijo solo tenia once años, y por tanto era un niño indefenso, demasiado débil para disputar el poder a tantos hombres poderosos cuya más alta ambición era sustituir al fallecido Califa. El Califato se tambaleó en esa oscura pugna de los tres hombres más poderosos que habían ayudado hasta entonces a Al-Hakam a gobernar el país: Chafar ibn 'Umar, visir de la corte, el general Galib, jefe del ejercito y Abï Amir al-Maafïri, llamado Al-Mansur, administrador del país e intendente del heredero del Califato, que tenía todas las simpatías de la viuda del fallecido Califa.

'Abü 'Amir Muhammad ibn 'Abï 'Amïr al- Maafiri (Al-Mansur, o sea el vencedor por 'Alläh) había nacido en Torrox (Almeria) en el año 940, y fue quien en vida del Califa había mostrado en todos los cargos que había ocupado un rigor absoluto, principalmente cuando como gobernador de Córdoba limpió las calles de la capital de delincuentes, o cuando fue administrador de la Fábrica de moneda del estado o guardó por encargo del mismo Califa los fondos secretos destinados a la conquista del norte de Africa.

Cuando murió Al-Hakam, fue también él quien con la colaboración del visir, 'Utman al-Mu×afi, abortaron una rebelión de la guardia esclava de palacio que intentaron poner en el trono a al-Mugïrah, hermano del desaparecido Califa, pretensión que fracasó completamente, confirmando a Hixam, con el beneplácito de las autoridades religiosas y personajes de la corte. Pero la ambición y el poder acumulado de Abï Amïr ya eran muy fuertes y recurriendo a intrigas y a una crueldad poco usual que no se detenía ni ante el crimen, Al-Mansur derribó, primero al visir y gran poeta al-Mu.afi, a quien acusó injustamente de malversación de los fondos del estado, encarceló y ordenó asesinar; luego con parecidas aviesas intrigas acabó con Galib, jefe del ejercito, a pesar de que este general era su suegro, quedando en sus manos, definitivamente, todos los resortes del poder.

Ibn 'Abï 'Amïr (Al-Mansur), gobernó dictatorialmente en nombre del Califa verdadero, dejando al auténtico, Hixam II, recluido en palacio y solo como figura simbólica. En realidad Al-Mansur llenó un gran vacío político del poder manteniendo con mano férrea todos los resortes del estado andalusí. Los biógrafos de Al-Mansur calculan no menos de cincuenta expediciones contra las tropas cristianas. Venció en todas, aunque sus mas sonadas victorias fueron las conquistas de Barcelona (a.985) y Santiago de Compostela (a.997), esta última considerada en Europa como una verdadera afrenta para todo el mundo cristiano, mientras que en Al-Andalus el importante botín y gloria alcanzados le permitió adquirir un enorme prestigio popular y la aureola de héroe.[1]

[1] Ibid. Léase pág. 264 y siguientes, en las que se cuentan las citadas expediciones guerreras de Al-Mansur, entre ellas las mencionadas de Barcelona y Santiago de Compostela, esta última considerada una humillación para la Europa cristiana. En el mismo texto figuran otros datos de indudable valor histórico.

Con esa fama entre el pueblo y las muestras de simpatía en palacio de Subh, la viuda del fallecido Califa, que sentía una gran predilección por él, Abï Amïr se sintió sin rival alguno: ordenó construir en agradecimiento a la viuda de al-Hakam un palacio de plata, que según opinión general era de una belleza inimitable.

Paralelamente a estos acontecimientos que le hicieron el hombre más potente de Al-Andalus, 'Abï 'Amïr se hizo construir al oriente de Córdoba, junto al río Guadalquivir, un imponente palacio llamado Madinat al-Zahira (la ciudad brillante) cuya finalidad era rivalizar con la sin par Madinat al-Zahra, y que sólo en dos años estuvo terminado.

El palacio estaba rodeado de jardines y de varios edificios administrativos, donó terrenos a su alrededor a las mas poderosas personalidades andalusíes, que a su vez construyeron sus respectivos palacios, y pronto el palacio de Al-Mansur se convirtió en el centro de una gran ciudad. En el año 980 trasladó su guardia y funcionarios del estado a este centro de la capital, dejando a Hixam, el verdadero Califa, en el palacio califal de Córdoba rodeado de soldados día y noche, bajo vigilancia continua y de hecho prisionero, ordenando a su vez a los gobernadores que entregaran sus impuestos y resolvieran los asuntos de estado y problemas oficiales en su palacio de Al-Zahira.

Ibn 'Abï 'Amïr fue hombre religioso, que conservaba una copia del Corán escrita por él mismo, y quizás por congraciarse con los imanes y eruditos religiosos, se dice que era enemigo de la filosofía, teorías contrarreligiosas, astrología, etc. y se afirma que mandó quemar todos los libros de carácter científico de la famosa biblioteca de Al-Hakam que trataban de dichos temas.

Sin embargo siguió apoyando a poetas y científicos, y durante su gobierno la poesía y la ciencia de Al-Andalus igualó o superó a cualquier otra del mundo árabe. La agricultura volvió de nuevo a enriquecer las arcas del estado como en tiempos de Abd al-Rahmän III.

La soberbia de Al-Mansur llegó a ser tanta, que ordenó que se mencionase su nombre en la plegaria de los viernes, detrás del Califa, y que figurase en monedas y escritos dirigidos a él. Mandó a sus visires y cortesanos que le besaran la mano, de la misma manera que solía hacerse con el mismo Califa.

En el año 991 designó a su hijo de diez y ocho años, 'Abd al-Malik para el cargo de chambelán, intentando asegurar el poder entre los suyos ya antes de morir. 'Abï 'Amïr falleció el año 1002, sucediéndole en el ejercicio del poder su hijo al-Malik (1002-1008), que fue confirmado por Hixam II como chambelán y con el nombramiento de al-Muzaffar (el Victorioso), el cual aun sin tener el talento y saber hacer de su padre, al morir seis años mas tarde, había conseguido mantener el reino sin perder terreno.

A la muerte de al-Muzaffar (1008) le sucedió su hermano 'Abd al-Rahmän conocido como Sanchuelo, que falto del tacto y el talento de un verdadero gobernante, con delirios de grandeza, quiso que el débil Hixam le nombrase su sucesor, se dio a los placeres, las mujeres y el vino, abandonando sus obligaciones de gobernante, faltó al respeto a la familia omeya despertando sus resentimientos, abandonó la capital para acaudillar una expedición contra los cristianos y tantos errores sumados le ocasionaron su ruina y la caída de los 'Amiries.

El fin en el poder de la autoritaria familia de los 'Amiries dio paso a un periodo de revueltas en todo Al-Andalus. En Córdoba se desató una ola de pillaje, robos y asesinatos en el que intervinieron desde los delincuentes sacados de las cárceles hasta rivalidades étnicas.

El trono pasó de uno a otro personaje pero siempre por poco tiempo. Esto significó para Al-Andalus una larga guerra civil y el fraccionamiento del país en los llamados "reinos de taifas".

Pero antes de alcanzar estos desastrosos hechos históricos conviene volver un poco atrás, para resaltar el protagonismo de tres de los mas importantes poetas de Al-Andalus en su esporádica y fatal entrada en la política poco antes del fin del Califato. Me refiero a los tres poetas mas completos que sin duda tuvo Córdoba: Ibn Suhayd, Ibn Zaydün e Ibn Hazm.

Antonio Marco Botella