MEDITACIÓN SOBRE EL SUFRIMIENTO

En el mundo de los sentidos, cuando el sufrimiento comporta mucho dolor y mucha pena, somos conscientes de que sufrimos. Pero el sufrimiento es mucho más sutil de lo que pensamos. En la vida diaria tropezamos con el sufrimiento mil veces al día sin reconocerlo. En el subconsciente aún hay más sufrimiento, del que no nos damos cuenta. A pesar de ser inconscientes, por dentro el sufrimiento está actuando y no nos permite disfrutar con plenitud del bienestar profundo y estable propio de estar vivos.

Aquí el sufrimiento se refiere a todos los niveles de experiencia física o psicológica.

Todas las formas de meditar en el SUFRIMIENTO tienen el propósito de generar un sentimiento profundo de su amplitud y de cuánto y cómo impregna nuestras vidas y las de los demás. Al final se pretende apartar no solamente nuestro propio sufrimiento, sino el de todos los demás seres sensibles sin excepción.

LOS BENEFICIOS DE ESTA MEDITACIÓN

Nuestra visión de la vida no es realista. La mayoría de nuestras experiencias placenteras dependen de objetos y situaciones externas cuya naturaleza es efímera. Cuando estas cosas cambian o desaparecen, nos aferramos a ellas sin querer aceptar la realidad de la situación. Queremos que el placer perdure y nos decepciona que no sea así. De este modo, vamos de arriba abajo, del placer al dolor y de la felicidad a la infelicidad, durante toda nuestra vida.

La conciencia de esta realidad es un paso hacia la eliminación del SUFRIMIENTO. Dejaremos de esperar que la gente y las cosas nos hagan felices y, en cambio, comprenderemos que es nuestra actitud hacia ellas la que determina la felicidad y la satisfacción.

Otro gran beneficio de esta meditación es que nos permite ver que los demás sufren de la misma forma que nosotros y, como resultado, podremos desarrollar la bondad y compasión hacia ellos.

El propósito de reconocer el SUFRIMIENTO de nuestra vida desarrolla una fuerte intención de hacer TODO LO NECESARIO para librarnos de él. Todas las experiencias infelices y dolorosas radican en la ignorancia que cree que todo existe inherentemente, en y por sí mismo. Viendo la vacuidad -la ausencia de esta forma de existencia- se puede cortar finalmente con toda la confusión y con todos los problemas.

Conseguir esa comprensión no es algo sencillo. Se requiere UNA TREMENDA ENERGÍA para concentrar la mente sobre la naturaleza de las cosas, con el fin de abrirse camino en nuestra percepción de ellas y llegar a su pura realidad última. Lo que nos impulsa en este empeño es el deseo de librarnos nosotros mismos y a los demás de todo SUFRIMIENTO.

LA MEDITACIÓN

Siéntate confortablemente y relájate.

Hay TRES aspectos del SUFRIMIENTO en que se puede meditar.

Deténte en cada uno de ellos tanto como quieras. No te limites a repasarlos mentalmente.

Lleva tus EMOCIONES E INTUICIÓN a la meditación.

SIENTE de verdad cada ejemplo de SUFRIMIENTO como si lo estuvieses experimentando ahora.

A. EL SUFRIMIENTO DEL SUFRIMIENTO

Primero piensa en todos los problemas que tu CUERPO experimenta cotidianamente: dolores y males, frío y calor, hambre y sed, vista defectuosa, dolores de oído, cortes y quemaduras, pesadez, tensión muscular, fatiga... La lista sería interminable. Recuerda esas experiencias y cuán raramente estás libre siquiera de uno de estos SUFRIMIENTOS.

Piensa ahora en los SUFRIMIENTOS físicos más severos que has experimentado en el pasado y en la posibilidad de que te ocurran de nuevo; no hay garantía de que no te vayan a suceder.

Piensa en el SUFRIMIENTO físico que experimentarás en la vejez. Imagínate con tu cuerpo gastado, arrugado y sin funcionar bien. Finalmente llegará la muerte. Piensa en las diferentes formas en que puedes morir y en el SUFRIMIENTO del cuerpo en ese momento.

Contempla el hecho de que, como cualquier otra cosa material, la naturaleza del cuerpo es el cambio, sentir dolor, degenerar y finalmente morir. Por tanto, no es realista ni sabio apegarse a él.

Ahora lleva tu mente a observar tu SUFRIMIENTO MENTAL Y EMOCIONAL. Recuerda experiencias pasadas de soledad, angustia, pena, frustración, celos, enfado, temor, confusión, depresión, ansiedad... Ve hacia atrás en tu vida y observa cómo raramente dejaste de experimentar al menos una de estas emociones. Revívelas.

Ahora examina tu estado mental actual. ¿Tu mente está ansiosa, enfadada, confusa, agitada, deprimida? Piensa en el SUFRIMIENTO mental que probablemente tendrás en el futuro, cuando las personas queridas mueran o te dejen, cuando tú mismo te mueras o cuando ocurran multitud de cosas en tu vida que te hacen SUFRIR en mayor o menor grado.

Amplía tus pensamientos hasta incluir las experiencias de los demás. En este preciso instante, todos los seres que existen, debido a que poseen una menta confusa y un cuerpo que se deteriora, están SUFRIENDO alguna forma de dolor físico o mental, desde la menor incomodidad hasta el SUFRIMIENTO más grave.

Empieza por la gente que conoces: tus amigos, parientes y vecinos. Algunos están enfermos, otros son viejos, o están deprimidos, ansiosos, insatisfechos, solos... Después piensa en la gente que no conoces y cuyas vidas están marcadas por la guerra, la pobreza, el desempleo, el racismo, la enfermedad o la opresión política. También contempla los SUFRIMIENTOS cotidianos de los animales y otras criaturas: hambre, dolor, frío, falta de libertad, temor a ser sacrificados...

Hazte consciente de que todos esos incontables seres vivientes tienen un continuo de conciencia igual que la tuya: todos reaccionamos con gozo ante la bondad y la belleza, con temor ante el dolor y el mal y con enfado ante lo que amenaza nuestra paz y la de los seres queridos. Todos tratamos de ser felices y de evitar problemas, pero en este mundo nos encontraremos con una situación dolorosa tras otra.

B. EL SUFRIMIENTO DEL CAMBIO

Este nivel más sutil de SUFRIMIENTO se refiere a las experiencias que consideramos como placer. Se consideran SUFRIMIENTO porque no perduran. Cualquier buena experiencia se acaba sin satisfacernos plenamente y, en cambio, nos lleva a desear repetirla, con la esperanza de encontrar la satisfacción que creemos que nos debe proporcionar.

Piensa en cualquier experiencia placentera: una buena comida, el sexo, un día en la playa, esquiar, la música, el cine, un bello atardecer. Incluso cuando te sientas cómodamente en un sillón, tarde o temprano necesitarás cambiar de posición, ya que la comodidad se transforma en incomodidad. Si te sientas cerca del fuego en un día frío, será muy agradable al principio, pero pronto necesitarás apartarte porque sentirás demasiado calor.

Examina cuidadosamente tu vida y comprueba si esto es verdad o no. Recuerda algunas experiencias buenas. ¿Perduran? ¿Te dejan satisfecha de verdad? Si el placer es verdadero ¿por qué no sientes como tal indefinidamente? ¿Puedes encontrar un ejemplo de felicidad duradera en tu vida o en la de otros? Contempla como todo cambia; como las experiencias, no importa cuán placenteras sean, no perduran, sino que conducen inevitablemente a la insatisfacción, a la irritabilidad, al aburrimiento o a la soledad.

Es la propia naturaleza de todas las cosas: cambian y a la larga se acaban. Incluso una relación excelsa tiene sus altibajos y, finalmente, acabará con la muerte. Las personas bellas se hacen viejas y canosas y, finalmente, mueren. El poder no perdura y la fortuna se pierde. Las flores se marchitan, los ocasos se desvanecen y las fiestas se acaban.

Concluye esta parte de la meditación decidiendo FIRMEMENTE que no es razonable apegarse a ninguna persona u objeto como medio de conseguir una satisfacción perdurable, y que, en realidad, trae el resultado opuesto.

C. EL SUFRIMIENTO QUE ABARCA TODO

Éste es incluso más sutil que el SUFRIMIENTO DEL CAMBIO. Se refiere a nuestra propia existencia como seres ordinarios, no iluminados. Al faltarnos el conocimiento intuitivo y directo de la verdadera naturaleza de las cosas, estamos sujetos por ataduras. Por un lado experimentamos en cada momento los efectos de causas previas y, por el otro, estamos creando en cada momento causas para futuros efectos. Este preciso momento de existencia es, a la vez, el efecto del SUFRIMIENTO pasado y la causa del SUFRIMIENTO futuro.

El hecho de encontrarnos atrapados en este ciclo, en esta compleja red de problemas, es, en sí mismo, el SUFRIMIENTO QUE ABARCA TODO. Deja que tu mente se empape de esta idea. Genera una fuerte sensación de este dilema que se perpetúa a sí mismo y que es tu existencia. Entonces contempla como hay innumerables seres vivientes que, como tú, están atrapados en este ciclo que parece no tener fin.

Pero hay una salida de ese ciclo. Al existir una causa del SUFRIMIENTO (nuestra visión incorrecta de cómo existen las cosas), hay un remedio para poner fin a ese SUFRIMIENTO (el desarrollo de la comprensión correcta de la naturaleza de la realidad que puede acabar con la confusión y el hábito de dejarse llevar por los caprichos del ego.)

Mientras tanto, podemos utilizar nuestra vida y energía de una forma positiva, ayudando a los demás con amor y generosidad, y contrarrestando las actitudes negativas cuando surgen en nuestra mente. Conforme vaya creciendo nuestra comprensión de la realidad, también lo hará el desapego por las cosas ordinarias y transitorias, y la maraña de nuestra red de confusión se desenredará gradualmente. Finalmente, esta comprensión se convertirá en una percepción directa e intuitiva de la vacuidad, lo que elimina, de una vez por todas, la propia raíz del SUFRIMIENTO.

Reconocer la naturaleza dolorosa e insatisfactoria de la vida es bastante difícil, pero es la única salida. MIENTRAS CONTINUEMOS ESCAPANDO DE LA REALIDAD DEL SUFRIMIENTO Y NO APRENDAMOS A TRATAR HONESTAMENTE CON LOS ASPECTOS BURDOS Y DESCONTROLADOS DE LA MENTE, CONTINUAREMOS DANDO VUELTAS EN LA CONFUSIÓN. La conciencia del SUFRIMIENTO nos da la energía necesaria para penetrar la naturaleza de la realidad.

Concluye tu sesión de modo optimista, con determinación de vivir tu vida inteligentemente y de hacer lo que puedas para vencer el SUFRIMIENTO.

Dedica todas tus buenas intenciones y energía para que crezca la sabiduría en ti y en los demás.

LA MEDITACIÓN EN LA VIDA COTIDIANA

Cada día experimentamos multitud de contrariedades. Nuestra reacción habitual es la de librarnos de ellas o esperar que pasen lo más rápido posible. Será muy bueno si, antes de buscar un calmante, encender la TV, buscar en la nevera o llamar a un amigo, dedicamos algunos minutos a EXPERIMENTAR simplemente el dolor. Esto es SUFRIMIENTO.

Debido a que habitualmente evitamos afrontar y relacionarnos con el dolor, es difícil investigar honestamente en la meditación la realidad del SUFRIMIENTO. Por tanto, debemos aprender a utilizar nuestras propias experiencias cotidianas cuando ocurren, para profundizar en nuestra comprensión del SUFRIMIENTO. Esto no significa que nos sintamos miserables o tensos. Podemos permanecer conscientes del SUFRIMIENTO y no por ello perder el sentido del humor. Tanto la felicidad como el SUFRIMIENTO son impermanentes, experiencias transitorias. No debemos subrayar una más que otra, sino reconocer la naturaleza cambiante de ambas.

Cuando la gente a nuestro alrededor sufra, debemos ser sensibles y compasivos, ayudándoles como mejor podamos. No debemos involucrarnos de tal forma que sus problemas se conviertan en nuestros problemas y nos pongamos tensos y preocupados por ellos. Podremos evitarlo recordando que TANTO LA CAUSA COMO LA SOLUCIÓN DE CUALQUIER PROBLEMA SE ENCUENTRA EN LA MENTE DE LA PERSONA QUE LO SUFRE. DEPENDE DE ELLA O EL BUSCAR LA SALIDA. Mientras seamos cariñosos y amables y hagamos lo que podamos para aliviar su dolor, no debemos sentirnos culpables o incapaces pensando que debemos hacer más.

Cuando nos descubramos aferrándonos a una cosa, una situación o una persona en nuestra vida, debemos recordar que la felicidad que experimentamos es transitoria y que no puede acabar de ninguna forma con nuestros problemas.

Con los problemas, físicos o mentales, debemos pensar: "Esto es pasajero. En algún momento desaparecerá, pero LOS PROBLEMAS Y EL SUFRIMIENTO ME SEGUIRÁN AQUEJANDO HASTA QUE TRANSFORME MI MENTE Y ELIMINE TODAS LAS CAUSAS DE SUFRIMIENTO."