3. ¿CUÁNDO UN KOAN NO ES UN KOAN?

Myoan Esiai

La respuesta fantástica es “cuando no se sabe la respuesta”.

Ahora bien, desde la postura del Rinzai moderno eso quizá parezca un tanto absurdo, a menos que uno realmente entienda las raíces del Rinzai en el modelo de Linji (Linji zong, 臨済宗) de China y refute la idea de que las respuestas se pueden encontrar en un texto dado, como un médico de medio pelo que receta pastillas sin haber visto al paciente.

Uno nunca puede presentar respuestas de libro de texto para un koan, porque no hay ninguna respuesta específica que valga para toda persona y circunstancia. Uno sí puede, aunque no tenga mayor utilidad que su interés histórico, presentar koanes válidos con las respuestas que fueron correctas en su momento para una persona en particular. Aquí en esta sección revisaremos este grave error de muchos grupos Rinzai, que han perdido la comprensión esencial de la práctica Chan con koanes.

El Rinzai es la versión japonesa del Linji Zong chino, fundado durante la dinastía Tang por el maestro Linji Yixuan. Aunque hubo varios intentos de fundarla en Japón, frustrados por la resistencia de otros sectores de la comunidad budista, el monje Myōan Eisai logró darle estabilidad cuando regresó de China en 1191.

El Rinzai tiene reputación de rigor y severidad en su entrenamiento y su método, lo que en muchos casos ha dado pie a una postura elitista que no constituye una actitud válida en el Dharma de Buda. De hecho, hay un dicho japonés que recomienda “el Rinzai para los samurais y el Soto para los campesinos” (臨済将軍、曹洞土民).

Culturalmente ha tenido por tanto gran influencia sobre la caligrafía, la pintura, la litertatura, el paisajismo e incluso la arquitectura, en donde se requiere una elegante sencillez. Así, el método de Eisai prosperó y adoptó una identidad claramente nipona.

En nuestras prácticas de Chan enseñamos que es la respuesta interna individual a la pre-programación del “¿Qué?” lo que permite romper la última conceptualización del koan que se haya presentado.

Dado que la expresión resultante es una experiencia aparentemente individual, nunca se puede aceptar una respuesta fija e invariable al koan. De hecho, si hay dos practicantes que dan una respuesta idéntica en apariencia, es posible que uno de ellos haya dado una respuesta correcta y el otro no, vista la falta que supone incluso la más mínima interferencia cognitiva, ya sea a nivel subliminal o consciente.

El simple hecho de llevar consigo el koan, sin la comprensión de que hace falta pasar del devenir de la conciencia, donde se ha asentado el koan, a la no-conceptualización que provoca la respuesta, garantizará el fracaso constante.

Curiosamente, es este elitismo personal el que derrota a la mayoría de practicantes de koanes, y superarlo exige la derrota previa de los elementos de identidad aversiva/adquisitiva