4. ¿Sobre qué medito?

Vamos a suponer que has conseguido tomar una resolución inequívoca y has decidido que realmente quieres enfrentarte a la tarea de meditar; que has conseguido aplicar con éxito un programa de neutralizar las obstrucciones más estúpidas; que has “cortado la grasa”, pasando más allá de las seducciones rosadas, y que por último estás dispuesto a salir de la zanja cortada en línea recta que es el samsara y has logrado entender y manejarte con tu disonancia cognitiva, que es una gran amenaza para la meditación.

Primero tienes que saber cómo empezar la meditación y sobre qué meditar.

Es cierto; estás listo para meditar, pero ¿sobre qué vas a meditar?

Si crees que eres inteligente, querrás meditar sobre la Vacuidad, o quizá sobre la Unidad de todas las cosas.

¡ ¡ ¡ PARA ! ! !

Si crees que eres sensible quizá desees meditar sobre la Compasión o el Afecto Benevolente.

¡ ¡ ¡ PARA ! ! !

Si eres discriminativo y ahora sabes que sufres, querrás meditar sobre el Sufrimiento.

¡ ¡ ¡ PARA ! ! !

Sin duda estás lejos de estar preparado para tratar con la Vacuidad o la Unidad. Te queda mucho por aprender antes de que estés listo para lanzarte a la Compasión y Afecto Benevolente verdaderos y naturales, y ciertamente sufres pero sabes poco sobre la naturaleza del Sufrimiento.

Eso no quiere decir que tengas que abalanzarte sobre mil y un sutras ni leer libros, entrar en chats que devastan la mente ni dejar que te guíen los ciegos. No tienes que entrar en esos cursos que te enseñan meditación instantánea o la meditación que te llevará al estado de arahat a cambio de un mínimo gasto de energía o dinero.

Si sientes la tentación, ya te has olvidado de que la meditación es difícil.

La primera meditación, para empezar, probablemente sea la meditación del bambú.

Cuando algún bobo me pregunta cuál es mi linaje le digo que el palo de bambú es mi linaje; de hecho, es mi enseñanza, de principio a fin.

El palo de bambú es completamente natural y no tiene impedimentos. Si la primera lección es convertirse en un palo de bambú, el último punto, donde espera el Despertar, es donde está la realización del bambú vacío y sin tallar.

LA MEDITACIÓN DEL BAMBÚ

Pero no dejes que tu mente cognitivamente inteligente se deslice ahora por esa zona donde crees que entiendes que el bambú está vacío y que hay algún vínculo con la vacuidad trascendental. Esa no es la cuestión en absoluto.

No entiendes lo que es la Vacuidad.

El gran maestro Tilopa declaró:

No hagas nada con el cuerpo excepto relajarte;

cierra firmemente la boca y quédate en silencio;

vcacía tu mente y no pienses en nada.

Igual que un bambú hueco descansa a gusto con tu cuerpo.

Sin dar ni tomar, sosiega tu mente.

Practicando así, con el tiempo llegarás a la budeidad.

Lo primero que tienes que hacer en relación con esta meditación es olvidarte de que es una meditación, de que vaya a lograr cualquier cosa o de que vayas a ganar nada en absoluto.

Laozi declaró en el Daodejing:

Sin dar un paso más allá de sus puertas,

uno puede saber lo que está ocurriendo en el mundo.

Sin mirar a través de sus ventanas

uno puede ver el Dao del Cielo.

Cuanto más persigue uno el conocimiento, menos sabe.

Por tanto el sabio sabe sin corretear por ahí,

entiende sin ver, logra sin hacer.

Así que siéntate tranquilamente y sé un palo de bambú, nada más. Simplemente sé una funda exterior sin nada dentro y limítate a observar la mente. Puedes ser una cáscara vacía y aun así seguir mirando, porque la mente no está dentro ni fuera.

Pero deja que la mente observe sin que haya nadie que esté observando.

Si lo haces, entonces lo que discernirás es tu respiración y nada más.

Observa el aliento que entra y sale, nada más, y verás que cualquier pensamiento que entre simplemente se desprenderá. No hay sitio en la mente para atender a la respiración y a pensamientos ociosos al mismo tiempo.

Así que hazte como el bambú.

Esta es tu primera meditación, y debes entrar en las prácticas de la disonancia usando esta meditación como base.

Esta condición de hacerse como una caña de bambú es un estado en el que has reducido toda interferencia de los pensamientos al observar la inhalación y exhalación del aliento, y en el que te has vaciado como el bambú al observar sin que haya un observador, convirtiéndote por así decirlo en la “cáscara vacía que es tu cuerpo”.

Esta condición de “cáscara” que unifica todas las sensaciones táctiles en una única sensación de “cuerpo total” es lo que se llama el “devenir de la conciencia” y con práctica todos los sentidos se pueden combinar en una sensación pura de varias facetas sin contenido alguno.

Eso lleva su tiempo, así que no tengas prisa. Deja de lado tu sensación de ser un meditador junto con las expectativas y simplemente, con calma y paciencia, permanece en este devenir con gozo y nada más.

Cuando lo logres y consigas cierta estabilidad, entonces la primera incursión en la meditación, antes incluso de tomar en consideración meditaciones como las de la impermanencia o los cuatro estados sublimes (compasión, afecto benevolente, alegría y ecuanimidad), es salirte de la “zanja cavada en línea recta” del samsara resolviendo la disonancia.