El Dao y el Dharma de la No mente

Dos Estudiantes en un Puente

La biografía de Lao Tze es escasa -porque no se sabe mucho, quitando comentarios de individuos muy posteriores y datos de leyenda-. Se sabe que se llamaba Li Erl o Li Tan -pues el nombre familiar o apellido era Li, y el apelativo Erl, si bien su nombre personal o nombre de pila era Tan-, mientras que el sobrenombre Lao Tze significa "el viejo maestro" -ya que "lao" equivale a viejo, y "tze" se traduce por maestro-.

Otros apuntan la posibilidad de que Lao fuera un nombre consuetudinario para el clan en el que nació -basándose en lo frecuente que es encontrar el apelativo Lao Tan en la antigua China-. Estos nombres de clan familiarizados para una zona o área geográfica eran muy frecuentes en la antigüedad, así como que las familias de más raigambre y nobleza fueran conocidas por varios apelativos -una evidencia circunstancial para llevar a Lao Tze a una noble cuna-. También queda mencionar que los nombres Erl y Tan significan, respectivamente, "orejas" y "largas orejas", formas de referirse a aquellos que han logrado el Despertar pues han "escuchado" todo lo que tenían que oír, motivo, quizás, por el que se suele representar a Lao Tze como a un anciano de largas orejas.

Nació -acompañado por estraños sucesos naturales, según las leyendas- en K'uhsiän, comarca de Yang-tse, en el estado sureño de Tsch'en, probablemente en el año 604 a.C., en el seno de una familia campesina la leyenda comenta que su madre, en el momento de dar a luz, estaba contemplando una milagrosa estrella-. Este estado chino ya había sido anexionado por otro mayor, el estado Tsch'u, desvinculado del centro cultural del país.

Quizás esto llevó a Lao Tze a dirigir sus pasos profesionales a la ciudad de Loyang -en vez de a la capital de su estado natal-, convirtiéndose allí en jefe de la Biblioteca del Imperio, probablemente gracias a antecedentes familiares de abolengo. Estas dos circunstancias, el haber nacido en un estado meridional -adornado de matices como la intuición, la suavidad, la redondez y la sutilidad- y el trabajo de bibliotecario imperial son determinantes. En cuanto a esto último, conviene reseñar que no es tanto un trabajo como el que se imagina uno en occidente, y más en la época actual, sino que se trata del custodio de los antiguos textos -los "clásicos", o textos que han marcado la historia del pueblo chino desde su origen-, así como del consultor de oráculos, y la educación de personas inmediatas.

Hasta tal punto era solemne este cargo público, que en sus inicios estaba ligado al orden sacerdotal. Esto explicaría su familiaridad con "los maestros de la primera época" -mencionado en el Tao Te King-, así como su conocimiento del Libro de las Mutaciones o I Ching. De hecho, la leyenda confuciana menciona que Confucio (551-479 a.C.) consultó con Lao Tze y extrajo de éste y de sus fuentes los conocimientos ancestrales que adornaban al sabio filósofo chino.

La única fecha que tiene carácter de histórica es la que enmarca el encuentro entre Lao Tze y Confucio. Parece que Confucio -por entonces con 34 años de edad-, por encargo de un estadista fallecido, rey del estado Tsch'u, acude a su entierro para hablar con el hijo de aquél. Aprovecha el viaje para contactar con Lao Tze. Se menciona en los anales que Confucio, que caminaba junto con Lao Tze en el cortejo fúnebre, presencia un eclipse de sol, lo que lleva a la fecha correspondiente al año 581 a.C., en el que tuvo lugar en China un eclipse total de sol apreciable en toda la zona meridional del país.

No es improbable que el largo peregrinar de Confucio -Kung Fu Tze- haya llevado a varios encuentros con Lao Tze y con otros maestros de la parte meridional de China. De hecho, Chuang Tze, en sus Capítulos, describe una entrevista muy posterior entre Lao Tze y Confucio -ahora con unos 60 años-, según la cual parece que las posiciones del último se habían aproximado mucho a mucho a las del viejo maestro.

La leyenda aporta datos nuevos. Parece que, ya anciano, sobre los ochenta años de edad, se retiró a la vida eremítica e la montaña Han Kuan, viviendo en una pobre cabaña, siendo visitado, ocasionalmente, por personas que acudían allí a escuchar sus consejos y aforismos.

Por algún motivo que se desconoce -algunos apuntan a un momento de iluminación- abandona toda relación mundana con la corte y con su anterior trabajo, e inicia viaje a la periferia y sale de China -hacia occidente, la tierra de los Tsin, por cierto-, montado sobre un buey azul o un búfalo negro, según. Al llegar al paso de Han Gu, una de las puertas de la Gran Muralla, en la frontera de China, y tras dejar al guardián de la línea fronteriza -llamado Wen Shih o Wen Tze o Yin Hsi, primer discípulo de Lao Tze- un documento como contrapartida a su salida (el conocido Tao Te King), desaparece sin dejar rastro. Otras leyendas transmitidas de forma oral desde los inicios de la Alta Edad Media, apuntan a que Lao Tze siguió viajando y conviviendo con todos aquellos que deseaban sinceramente vivir de manera acorde con el Sendero Universal, también impartiendo enseñanzas y conocimientos, los cuales serían recopilados y transmitidos oralmente de generación en generación. Esa recopilación vería forma de libro más tarde con el título Hua Hu Ching.

Más tarde, este discípulo, Yin Hsi, recibiría el nombre taoísta de Kuan-Yin Tze -Maestro Guardián del Paso-, nombre que recibiría también una obra taoísta supuestamente escrita por él y que, a tenor de lo que opinan algunos orientalistas, sería la obra cúspide de la mística taoísta. Al final, Yin Hsi seguiría el ejemplo de su "viejo maestro" y encaminaría sus pasos hacia occidente para nunca más saberse de él.

Chuang Tze recopila hechos y leyendas. En una de ellas describe el duelo que ocasiona la muerte de Lao Tze y la explicación que de sus escasos lloros proporciona un discípulo directo del maestro. Los datos aportados por el recopilador taoísta mencionan la existencia de un hijo de Lao Tze que en la época de los imperios llegó a ocupar un importante cargo militar en el estado Ve. Parece que esa descendencia continuó por algunas generaciones hasta que se perdió la pista sobre ella.

Sobre la antigüedad de este asombroso opúsculo caben posibilidades. Es imposible datarla con precisión, pero en una obra de Confucio, Las Conversaciones, aparece citada de manera literal una frase que aparece en el Tao Te King. Por otra parte, Chuang Tze (335-275 a.C.), en sus Capítulos, establece líneas de descripción y conexión entre el exoterismo espiritual de Confucio y el esoterismo tradicional de Lao Tze tal como aparece en el Tao Te King. El filósofo Lie Tze, o el escrito que se denomina así -también conocido como el Libro de la Perfecta Vacuidad-, menciona frases del Tao Te King y, aunque algunos eruditos suponen que aquella obra tiene añadidos muy posteriores, hay núcleos de la misma que no se encuentran en ninguna referencia posterior y cuyos arcaísmos le presuponen una antigüedad manifiesta, entre los siglos V y III en una primera fase, y entre los II a.C y siglo I d.C.

El primer texto que contiene el Tao Te King es el conocido como manuscrito de Ma Wang-dui, descubierto en 1973, y que está datado en el siglo II a.C. Aparecen referencias amplias ya en textos como el Hanfe Tze (¿?-233 a.C.) y el Lü Chi Tsch'un Ts'iu, comunidad de sabios protegida por el acaudalado Lü Pu We (¿?-237 a.C.).

La enorme cantidad de referencias que aparecen en textos a partir de estos años presuponen la existencia real de Lao Tze y de su Tao Te King con suficiente antelación para ocasionar un conocimiento generalizado, al menos en ciertos ambientes, de estas teorías.

La primera edición que se conoce, aparte de la del manuscrito Ma Wang-dui, son los Comentarios al Tao Te King de Wang Pi (226-249 d.C.), y los textos de Ho Shang kung, los primeros en dividir el texto en 81 capítulos.

El último caso es otro ejemplo del legendario chino, pues Ho Shang kung no es un nombre personal, sino que significa "el hombre de junto al río", o apelación a alguien que vivía en la cercanía del río Amarillo y que debía tener cierta autoridad magistral. Su visión es mas religiosa que Wang Pi, entonces la interpretación es diferente.

La estructura del libro está dividida en dos partes: El libro del Tao -Tao- y el libro de la Virtud -Te-, aunque más que libro su calificativo correcto sería "documento clásico" -King-, etiqueta obtenida por el documento en la dinastía Tang (618-917 d.C.).

Sin embargo, la aparición del manuscrito antes citado demuestra que en la antigüedad aparecía primero el libro de la Virtud -con 44 capítulos- y le seguía el libro del Tao -con 37-, con un total de 5467 ideogramas.

La primera parte del texto convencional está dedicado al Tao -Tao King, con un total de 37 capítulos, y se centra en la descripción de la metafísica taoísta, la cosmovisión, las ideas.

La segunda parte está dedicada a la aplicación práctica de esa metafísica -Te King, con 34 capítulos-, una descripción de la "forma de vida" resultante, la Virtud, el Ejemplo.

Se dice de él, del texto, que es complicado de leer y de entender, y que hay que estar familiarizado con la forma de expresarse de Extremo Oriente. Es posible que sea así. Suele ocurrir que cuando alguien sin ningún conocimiento previo por tales literaturas lee el Tao Te King, se aburre, lo lee deprisa y pasa a otra cosa. Sin embargo se trata de un libro de intuición, de lectura fácil y difícil a la vez.

Quizás como se le saque todo el jugo sea leyéndolo con frecuencia, sin necesidad de que se haga una lectura secuencial, sino aleatoriamente, como si se tratase de un libro de consulta. La complementariedad de otras lecturas es de una sinergia poderosa, tanto lecturas taoístas como de otras tradiciones.

Pero hay un hilo esencial que es abierto a ellos con un mente abierto, flexible y agil.

Este libro figura entre los diez libros más importantes del mundo, habiendo sido traducido en más ocasiones a otros idiomas que ningún otro, a excepción de la Biblia cristiana. Tiene muchas traducciones al español, y, dependiendo de la "formación" y "trabajo previo" del traductor, el Tao Te King sabrá a una cosa o a otra.

Contiene la esencia de la Sabiduría de China o, si se quiere, el núcleo de la doctrina de la Sophia Perennis oriental. Es un libro de resplandores, fulgurante, donde la lectura de un capítulo puede dejar paralizado mientras uno "cae" en la cuenta de lo que ha leído y, sobre todo, de lo que ha "sentido". Una de sus principales cualidades es la de aportar siempre nuevos significados intelectuales y nuevas sensaciones espirituales. Como he comentado anteriormente, es fácil utilizarlo como un libro de consulta, abriéndolo de vez en cuando, por donde pille la elección, y extraer "sentidos" a las palabras. Cada capítulo es susceptible de varias lecturas: desde la metafísica a la filosófica, desde la antropológica a la social, desde la cultural a la política, desde la religiosa a la moral.

Matgioi, uno de esos tradicionalistas locos, enamorado del taoísmo, vividor del mismo en la propia China, escribía:

"...es el libro más misterioso, el más tradicional, y al mismo tiempo, el más revolucionario que haya sido escrito nunca".

Quizás sea algo exagerada esta afirmación, pero sí que es cierto que si se empiezan a percibir sabores y aromas al Tao Te King, la sentido que "hay mas" que comienza a instalarse en el lector es sobrecogedora.

El Tao es conceptualmente la Unidad, la no diferenciación, e integra dentro de sí las potencialidades, comenzando por los dos principios eternos, fuente de dualidad. El Tao es cóncavo y convexo, abierto y cerrado, exterior e interior, contenedor y contenido, vacío y lleno, oscuro y claro, curvo y recto, penetrante y penetrado.

El Tao aporta y aporta, crea, concreta, plasma, produce, y no deja de hacerlo jamás, es infinito, no tiene principio ni fin, contiene todo, se abre a nuevas posibilidades, recoge, integra, y admite, porque es, todo cuanto es. Todo lo que existe, y lo que no existe, todo lo apreciable y lo no visible, es del Tao, es con el Tao.

El Tao es como el Gran recipiente -mal comparado, como el Océano-, pues acoge toda manifestación, se llena de agua -su símbolo por excelencia-, pero nunca rebosa.

El Tao es femenino y es masculino -esencial y cronológicamente-, y de su integración, La Unión Indivisible, surge todo lo que es.

Pero en conclusión necesitas ver que el Tao es que es, nada mas que menos, " el Tao "