LA PESTE DE LA MENTE

La peste negra fue una pandemia que asoló Europa en el siglo XIV y causó una gran mortandad, reduciendo la población mundial estimada de 450 millones a 375 o incluso 350 millones a principios del siglo XV. La peste negra fue un brote de peste bubónica.

Hoy en dia hay una peste todavía más destructiva: la peste de comunicación electrónica, con la adicción a la informática y la destrucción de la vida sencilla y natural.

El problema no está en la tecnología en sí, sino en las manchas de identidad que generan una necesidad ficticia de encontrar un antídoto para el sufrimiento, bien escondido pero que sale a la superficie en forma de síntomas.

Dos son las necesidades principales que genera la identidad. La primera es la necesidad de salir de la soledad y la segunda es sentirse importante. En este mundo, labrado por la identidad colectiva, hay una competición no natural entre todos los seres humanos: ser el mejor, tener más que nadie o que te quieran más que a nadie.

Camina por cualquier zona de bosques que aún no esté estropeada por el ser humano "civilizado" y encontrarás plantas de todos los tipos que buscan agua y sol. Podemos llamarlo competición si queremos, pero eso es un concepto humano. Esas plantas no están compitiendo; se limitan a buscar lo que está disponible o a sobrevivir en simbiosos, cada una a su manera.

Jamás podemos encontrar lo que busca la identidad, porque cuando estamos cerca de alcanzar uno de sus objetivos, la identidad cambia de curso con sus deseos. La identidad es insaciable y quiere su kilo de carne, así que ¿adónde nos lleva?

A un lugar donde uno puede pretender que es lo que quiera ser, hacer exactamente lo que quiere hacer y engañarse pensando que es importante, inteligente, sensible y, si lo maneja bien, querido.

El "mundo feliz" ha proporcionado un ambiente no sólo ideal para la propaganda de Midas, sino un lugar donde uno puede escapar del sufrimiento. Pero, por supuesto, no deja de ser pasajero.

Cuando uno empieza a usar los nuevos medios de comunicación y no está actuando en sentido directamente adquisitivo, en realidad es idéntico a los que escriben grafitis en las paredes y los vagones del Metro. Está proclamando a gritos "Mirad, existo"... "Escuchadme, queredme". Es una mente manchada que reclama la satisfacción de sus intereses, y los que caen en la trampa de la identidad nunca escaparán hasta que se den cuenta de lo que ha ocurrido.

¿Eres un hacker? ¿Qué tipo de hacker eres: un programador que entra en los sistemas informáticos para robar, alterar o destruir información como forma de ciber-terrorismo, o del tipo para el que la informática es un aliciente en sí mismo, que puede apreciar el reto de entrar en otros ordenadores pero no hace daño?

Está claro que hay diferencias sociales entre los dos y que podemos hablar de códigos de honor, etc., pero desde el punto de vista del Dharma, el hacker de cualquiera de los dos tipos se está dañando a sí mismo. Se está separando de lo que está a su alcance: el crecimiento y desarrollo de su sensibilidad, discriminación e inteligencia naturales. La auto-afirmación de su Ego le aparta de un destino más grande y natural.

Si no eres un hacker, ¿en qué sentido estás encadenado a la informática? ¿Te llama porque sientes como si la estuvieras dominando, y a la vez te sientes libre?

La identidad te ha atrapado una vez más.

Hace años, los niños hacían cadenas de margaritas, arrancaban los pétalos de las flores, soplaban las semillas del diente de león, miraban las semillas en forma de helicópteros de algunos árboles, recogían castañas y mil otras cosas llenas de imaginación y, lo que es más, llenas de un deleite inocente.

Hoy están atacando mazmorras, combatiendo contra dragones y, de una manera u otra, convirtiéndose en los monstruos que la sociedad quiere que sean: ambiciosos, competitivos y eficaces. Bien, tú eres un adulto, pero estás en la misma trampa... Has perdido el camino... No estás en contacto con tu propio potencial de curiosidad y creatividad... Estás vendiendo tu talento por cuatro perras, sólo para sentirte bien por el momento.

¿Te llama la informática para que no estés solo? Puedes chatear... usar el twitter, presentarte como cualquier cosa que quieras ser... Puedes saciar el deseo de ser parte de una tribu, sin la responsabilidad de saber de verdad ni de compartir... Puedes gritarle a la oscuridad del ciberspacio, "Por favor, que alguien se interese por mí".

¿Te permite la informática pasar a través del espejo, como Alicia, a un país de las maravillas donde puedes recostarte y ser la reina que corta cabezas o el gato de Cheshire, sin otra cosa que una estúpida mueca de superioridad en la cara?

Hay miles de trampas como ésta, bien puestas por los expertos para atraerte al oscuro mundo de "la plaga".

Si reconoces que, efectivamente, tienes los síntomas de la nueva plaga, ¿de verdad tienes el coraje de salir o simplemente estás hablando de boquilla mientras impera la disonancia cognitiva?

Hay soluciones, que incluyen caminos de meditación elegidos con cuidado, sin que tengas que tirar tu ordenador; y hay otra solución que tiene aún más encanto. Se trata simplemente de usar el refrenamiento, alejarse del ordenador y salir fuera, donde la hierba es verde y la vida rebosa por todos lados, para tocar la naturaleza de tal manera que veas que la mente que está involucrada en la plaga es débil en realidad y no tiene ningún valor.

Pero no apuntes con el dedo a la luna; sé la luna y todas las cosas grandes y pequeñas que la naturaleza ha construido, igual que te ha construido a ti.

Míralo todo y date cuenta de que sólo tú, como ser humano, tienes esa mente manchada... Extiende la mano y ve que con una mente abierta y flexible puedes captar la verdad que está escondida dentro de ti pero a tu alcance, y usa el nuevo mundo de la tecnología en beneficio de todos los seres vivos, no para huir al agujero negro... donde acecha la plaga.