ANDANDO EN VALLE DE SOMBRA DE MUERTE

Aunque ande en valle de sombra de muerte,

No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;

Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

De niño aprendí, como probablemente muchos otros niños, las palabras de este Salmo.

No significaban mucho para mí. No, para ser sincero, no querían decir nada para mí.

No tenía ni idea de lo que era el valle de sombra de muerte.

En cuanto al mal, el único mal que conocía tenía que ver con Adolf Schikelgruber (un mote de Hitler), que andaba haciendo cosas malas en algún lugar del mundo contra mis amigos, los hermanos Jones, que eran gitanos que vivían en una caravana cerca del campo de fútbol, y Peter Bloom, que era judío.

Sabía que Dios estaba conmigo, porque el vicario me lo aseguraba, pero en realidad no tenía ninguna importancia. Disfrutaba de mi casa, mis estudios y mis juegos con otros muchachos. ¿Qué más podía haber?

Ni siquiera sabía la diferencia entre una vara y un cayado, así que no había la más remota posibilidad de que me infundieran aliento, incluso si alguna vez lo necesitaba.

Luego venía esa parte sobre "morar en la casa de Jehová largos días". Yo ya tenía mi casa, mis libros, mi colección de sellos y mis cosas de fútbol, cricket y hockey, y en los momentos más tranquilos podía sentarme en mi cuarto delante de la chimenea encendida en una noche de invierno y jugar al Subbuteo con mi hermano.

Las pequeñas estampas que me entregaban de gente aburrida con alas, o ese muchacho angelical con un cordero, no podían competir con mis cromos de los cigarrillos Wills Woodbine de estrellas del tenis y las carreras de coches. En cuanto al cordero, no tenía ningún interés en él. Tenía a Prince Trusty of Tanhouse, un gran danés, y las vacas de la comarca eran mucho más reales y amistosas.

Sin embargo, las palabras del Salmo se me quedaron grabadas, incluso después de ese día en la playa de Bovisand cuando eché al mar, como si fuera una piedra plana, a Dios, Jesús y el Espíritu Santo, que se hundieron sin rebotar lo más mínimo en las olas… y se quedaron en el fondo.

No descubrí el valle de sombra de muerte hasta que pasé por la experiencia de ser un socialista al estilo de Keir Hardie y luego ser un anarquista. Entonces vi el mundo en el que vivíamos. Acababa de encontrar el valle de sombra de muerte, que ahora llamo el samsara manchado.

EL SAMSARA MANCHADO

Andando en el valle de sombra de muerte

Camino y todos caminamos por el valle de sombra de muerte, el samsara manchado. Pero la mayoría de la gente ahí fuera que lee esto no ve el valle de las ilusiones ni la sombra de la muerte.

Ahora bien, el samsara es el valle de ilusiones en donde vivimos, trabajamos y jugamos que es correcto y natural, mientras que la sombra de la muerte es la creencia insensata en la dualidad que ha dividido el mundo en cosas que tomamos por reales y a las que atribuimos existencia independiente.

Creemos que el sol, la luna, las estrellas, e incluso el universo tienen existencia independiente y nos vemos a nosotros mismos como entidades reales, independientes y separadas.

Creemos que la gran diversidad de plantas y animales de este mundo tienen existencia independiente y nos vemos a nosotros mismos como entidades reales, independientes y separadas, ejerciendo soberanía, concebida como dominio, sobre todo.

Buscamos la permanencia cuando solo hay impermanencia en todas las cosas. Nuestra posición de custodios es pasajera.

Buscamos la paz eterna cuando el conflicto es parte integral de la vida y nuestra paz eterna es nuestro propio deseo de seguridad del ego.

Buscamos existencia cuando en realidad no la hay, porque no existimos como entidades separadas.

Buscamos sentido a la vida cuando no hay sentido en absoluto, y nos quedamos sin ver por tanto la belleza de la vida en sí, sin sentido pero con una belleza intrínseca aumentada por la presencia de la muerte.

Así manchamos el samsara de ilusión, que es una gran verdad que acompaña a la verdad de una realidad más allá de la ilusión, con nuestra búsqueda constante y frenética de comodidad, seguridad y pertenencia.

No temeré mal alguno

¿POR QUÉ NO DEBERÍAMOS TEMER MAL ALGUNO?

Si aceptamos la verdad de que vivimos con sufrimiento dentro de una ilusión natural que hemos manchado con nuestra agitada búsqueda de comodidad, seguridad y pertenencia, entonces la libertad está al alcance de la mano.

No tenemos que buscar, porque todos tenemos dentro de nosotros desde el nacimiento las semillas de la comodidad, seguridad y pertenencia naturales y completas.

Cuando vemos la belleza natural de la impermanencia, desaparece el valle de muerte.

Cuando vemos la belleza natural del conflicto que ha producido la diversidad de la vida, entonces desaparece el valle de muerte.

Cuando vemos la belleza natural de que haya una unidad de todos los seres vivos, entonces

desaparece el apego a la existencia.

Cuando vemos que no tiene que haber sentido alguno en esta vida que compartimos con todos los seres vivos, entonces no hay agitación de la mente ni tampoco una búsqueda frenética de comodidad, seguridad y pertenencia.

Cuando vemos que en realidad todo es caos y que el orden que vemos solo es una parte del caos, entonces el apego a ese orden se convierte en una debilidad del espíritu.

Tu vara y tu cayado me infundirán aliento

Pero aunque podamos ver intelectualmente que es así, no lo internalizamos lo suficiente como para superar el lavado de cerebro de miles de años de contaminación a manos de los Estados, las religiones y la educación, cada uno de los cuales tiene sus propios intereses encubiertos.

Al pensar en ello encontré la diferencia entre la vara y el cayado.

La vara me corrige y eso son las enseñanzas del Budadharma.

El cayado es mi apoyo en el camino. Eso es mi meditación.

Son estos dos los que os pueden infundir verdadero aliento a cada uno de vosotros.

Y en la casa de Jehová moraré por largos días.

Sabemos por el Dharma que NO HAY EXISTENCIA INDIVIDUAL, así que no hay un "yo" que pueda morar en sitio alguno. Además, sabemos por el Dharma que todo es impermanente, así que nadie puede morar para siempre en ningún lugar. El Dharma también nos dice que si existe el concepto de que hay una CASA, entonces la cabezona dualidad se asegura de que también haya una NO-CASA.

El Dharma nos dice que la dualidad es un concepto de nuestra mente. Así pues, no hay casa ni no-casa.

Entonces, ¿de dónde vino este Señor que tiré a las olas? De nuestras mentes, inventado por la disonancia cognitiva para darnos el SENTIDO que no existe en realidad.

No hay "yo", ni "casa", ni "Señor", ni "para siempre".

Alguien, en algún momento del pasado, me dio gato por liebre.

Así pues, ¿qué es esta morada? Bueno, lo único que quiere decir en realidad es regresar a la Verdad:

1. Todo es Vacuidad (no Existencia)

2. Todo es Uno (aunque como ilusión)

3. Todo es Impermanente

4. La mente trae las Ilusiones de la Clara Comprensión

5. Finalmente, somos una parte aparente de una Fuerza de Vida maravillosa y magnífica.

Los que sois estudiantes del seminario reconoceréis estas cinco paramitas Chan que son la revitalización del CELO. Son la PRESENCIA, que, con práctica diligente y las meditaciones Chan que aportan estas experiencias directas, nos acompañan para que podamos aceptar la ilusión de morar en el seno del Dharma sin quedar atrapados en ella.