6. LA PRIMERA LLAMADA DEL DHARMA

Allí nos encontrábamos, viajeros de camino a la India y Nepal sin una ligera idea sobre lo que esperar. Teníamos las historias de otros que habían hecho el viaje ya y nos las habían relatado. Había tres clases de viajeros: los que iban por la experiencia, los que iban con algún tipo de búsqueda espiritual y los que estaban esclavizados en la trampa turística.

Marchábamos sin ninguna búsqueda espiritual, íbamos por la experiencia. Fuimos primero a Londres a indagar sobre el legendario Bus Mágico a la India, del que habíamos oído hablar. Hallamos una conexión finalmente en un tablero de anuncios en las oficinas de American Express y conseguimos dos asientos.

Ahora he leído mucho sobre los viajeros del Bus Mágico; los bichos raros hippies, la gente “florida”, los amantes libres amarrados visceralmente que fumaban como cafeteras…

No sé dónde estarían esos, porque cuando montamos en el autobús, no apareció ninguno. Lo cierto es que no eran turistas, pero llegaban de diferentes entornos, diferentes culturas y diferentes creencias, no el equipo homogéneo de hippies descuidados del que hablan por ahí. Éramos todos aventureros de ojos abiertos con mentes y corazones abiertos, nada más y nada menos.

En un libro, he llegado a leer sobre viajeros con “pantalones de campana adornados con conchas, espejos, retales o camisas bordadas de tres botones sin cuello, pies descalzos teñidos (campanillas en el tobillo, sandalias de piel opcionales) y flores en el cabello”.

Quizás nos equivocamos de autobús. Supongo que había barbas frecuentes pero las faldas largas de algodón estaban más a la orden del día. El único factor común era bolsos a la espalda de una forma u otra.

Recuerdo que en este viaje se había cancelado la ruta a través de Afganistán. Existía mucha inquietud y la guerra en Afganistán quedaba tan sólo a un año. El general Sardar Mohammed Daud Khan, primo del rey, era entonces presidente y primer ministro. Entre 1978 y 1979, cuando hicimos el viaje, Daud fue depuesto por un grupo liderado por Noor Mohammad Taraki, que instituyó las reformas marxistas y alineó el país más cerca de la Unión Soviética.

Nos obligaron a recorrer una ruta más al sur a través de Pakistán. Ninguno se habría preocupado lo más mínimo por haber cruzado por Afganistán, de todos modos.

Resulta difícil apuntar a momentos específicos cuando una experiencia se vuelve algo que cambia el carácter o la mente. En particular es así cuando se trata de una experiencia total como lo era la India, Sri Lanka y Nepal en aquellos años.

Por la India

No íbamos en una búsqueda espiritual así que los Ashrams, los buscadores y los Gurus no formaban parte de nuestra vida en la India, Sri Lanka o Nepal.

Poniendo las cosas en su justo sitio, debería recordarse que Ninette era una judía atea y yo era un anarquista sin religión, pero con una admiración fuerte y una base en la cultura judía y su aprendizaje. Ninette no era seguidora del ceremonial ni las leyes, pero se mantenía firme a la dignidad original y a los ideales judíos de estudio, virtud y honestidad, que hoy día se han perdido. Se adhería al lema judío del “Tikkun Olam” (“sanar el mundo”), pero no había encontrado en ese momento una manera de ponerlo en práctica.

Fue por lo tanto la desigualdad que encontramos en la India lo que dejó su marca. Cuando vas viajando entre el pueblo llano, lo que era nuestro propósito buscando el lugar más barato posible, viendo a la gente defecar en las cunetas de las calles, descubriendo para tu comida un cuenco de arroz y curry que enseguida se ennegrecía de moscas, viendo en un “mundo civilizado moderno” todavía los restos del sistema de castas, viendo los monumentos a Gandhi abandonados y recubiertos de hierbajos, viendo la muerte en las calles como un suceso común, y viendo la pérdida de la identidad cultural de la India, cayendo ya bajo las primeras olas de la aún no denominada globalización, todo eso deja una impresión perdurable.

Esta no es la India vista por la mayoría que la conoce intelectualmente pero nunca la experimenta. Viendo a turistas corriendo de un lugar turístico a otro, montados en su elegante rickshaw, los portadores virtualmente víctimas de sus dueños, con sus familias durmiendo y comiendo bajo el endeble vehículo por la noche; viendo a los niños mendigos de profesión entrenados como ladrones y mutilados deliberadamente para la supervivencia como si fueran vendedores ambulantes, porque tienen poca elección; esta era nuestra India en las calles.

Nos cargamos sin la virtud de hacer algo, en aquella época estábamos allí simplemente como víctimas de sus experiencias. Visitamos los templos hindúes, la primera vez tuvimos un incidente que muestra nuestros diferentes puntos de vista sobre el mundo.

Cruzamos la puerta de entrada al templo y allí un joven se quedó apuntando a mis zapatos, insistiendo en lengua hindi que tenía que hacer algo. Pensé que era como los otros miles de indios que trataban de venderme algo, en este caso zapatos. Negué con rotundidad, pero siguió insistiendo. Me enfadé y le dije que me dejara tranquilo, cuando miré a mi derecha y vi a Ninette quitándose los zapatos y sonriendo.

Había reaccionado con mi aversión a toda la sociedad, ella había entendido que estábamos entrando a un santuario donde hay que quitarse los zapatos por respeto. Ahí ves la diferencia entre nosotros en aquel momento. Mi juicio mental sobre lo que era correcto e incorrecto me abrió a cometer un error, y la comprensión romántica y compasiva de Ninette sobre lo que nos solicitaban estaba más cerca de la verdad.

Después, mucho más tarde, mi aversión se moderó y desapareció en presencia de la “no mente”, y la compasión romántica de Ninette dejó atrás sus raíces sociales, educativas y religiosas, convirtiéndose en auténtica compasión interna. Nos quedaba un montón por aprender, pero estábamos dando el primer paso juntos sin saber adónde llegaríamos.

El glamour de la India estaba justo ahí y lo degustamos también cuando compramos mercancías por nuestra cuenta, como cualquier otro capitalista, para vender. Sin embargo, aquí un observador habría sido capaz de discernir una diferencia entre nosotros. En la India yo fui tocado mentalmente, mientras que Ninette fue tocada visceralmente.

En todo caso, la India no tenía nada espiritual para nosotros, aunque apreciábamos la necesidad del hinduismo y su sentido y belleza inherente. Así que decidimos viajar hasta Bodhgaya, naturalmente en tren.

Para un extranjero el servicio de ferrocarriles era un caos en sí a menos que fueras un maestro en el sistema. No sé cómo nos las arreglamos, pero viajamos en un vagón con algunos indios y un rebaño de vacas. Nos sentamos y dormimos sobre una plataforma de madera levantada en torno a un metro del suelo. La princesa había abandonado su trono y sabía que carecía de valor, comparado con este.

Ahora hay algo más que aprendimos sobre los indios en ese momento: la edad y el color de la piel significaban poco si no eras un “intocable”, y los indios de cualquier clase social eran corteses pero con una curiosidad insaciable. “¿De dónde eres?” con una sonrisa era casi siempre la primera pregunta, y las conversaciones se puntualizaban con asentimientos de cabeza que significaban “no” y con sacudidas de cabeza que significaban “sí”.

Se podrían rellenar las páginas de un libro con detalles, sin tocar nunca la esencia de las pequeñas experiencias y los contactos humanos a un nivel bastante distinto donde se reducen las distancias sociales, mentales y psicológicas.

Agra

En Agra uno puede descubrir el grandioso Taj Mahal. Llegamos en el Bus Mágico y la expedición había asumido una forma sutil de democracia, extrañamente el conductor permitió al grupo decidir variantes sobre la marcha, probablemente debido al fracaso en pasar por Afganistán.

La mayoría del mundo civilizado ha oído hablar sobre el Taj Mahal y la historia romántica relacionada con su construcción. Aquí, no tanto como lección, presento la diferencia entre nuestros puntos de vista originales que contrastan como realista y romántico. Es cierto que estábamos ante una estructura magnífica y bella, pero el romance quedó a un lado en mi mente por el hecho de que incluso entonces a finales de los setenta, los pobres no podían disponer de esa belleza porque había que pagar para atravesar las puertas y caminar junto al lago artificial hasta llegar al Taj Mahal. Yo rechacé esa idea y me negué a entrar.

Por otra parte, Ninette con su amor a la belleza y el romance, decidió pagar y entró con un compañero del autobús.

El hecho interesante que permitirá a los lectores una mejor comprensión de este viaje y sus resultados es el de percibir que nosotros entendíamos y apreciábamos plenamente las decisiones del otro.

Ahora eso suena muy bien, pero ¿qué significa en la práctica? Quería decir que, conforme Ninette gradualmente dejaba marchar el romanticismo reemplazándolo por la sensibilidad y sensualidad, que no fueran un acaparamiento egoísta de la belleza, a cambio yo era capaz de moderar mi propia hostilidad hacia todo lo que consideraba inmoral, y gradualmente corregir y tocar un sentido más profundo de compromiso con el Dharma.

El templo Mahabodhi original sin ornamentos en Bodhgaya

Bodhgaya

Cualquiera que visite la Bodhgaya actual no está viendo Bodhgaya, está viendo una trampa religiosa. Las formas de espiritualidad están ahí, apoyadas en el propio templo Mahabodhi, pero la antigua Bodhgaya ha desaparecido entre las setas venenosas de la religión llamadas templos, y en la presencia de los ojos codiciosos en busca de riqueza y poder.

Llegamos desde la estación felices en caballo y carro sobre calles sin pavimentar, realmente solo con tierra, polvo al polvo, como el Dharma. Había un partido de fútbol local disputándose sin realce.

El templo Mahabodhi era una maravilla, una parte del Dharma y de la India. Ahora se ha convertido en un campo de batalla por su posesión. Años más tarde cuando lo visité solo como Maestro Theravada, el templo estaba cerrado debido a la visita del Primer Ministro de la India. Yo estaba en el interior del terreno como invitado y tuve el privilegio único de ver las murallas y los terraplenes del templo llenos de armas destructivas listas para matar. No hace falta comentarlo.

Se encontraban varios grupos de distintas fes budistas con sus respectivos ropajes y métodos de meditación. Los tibetanos eran los más frecuentes en esa época realizando sus postraciones, y los seguidores del Theravada y el Zen eran escasos.

Por supuesto había hindúes y extranjeros, pero el área del templo no estaba saturada con miles de hormigas en forma de criaturas humanas tratando de encontrar la liberación precisamente donde no está.

El árbol del Bodhi era una maravilla, permaneciendo libre como es siempre el Dharma. Ahora está vallado y cubierto con los lazos de la pompa y ceremonia.

Vimos y sentimos un árbol que no estaba aprisionado por la mente humana. Nada más ni nada menos, con toda la fuerza de la vida que es transmitida. Vimos a Buda como algo no diferente a ese árbol. Eso es el verdadero Dharma. Eso es un mensaje más poderoso que miles de sutras y millones de mantras o diez millones de postraciones.

El Árbol del Bodhi aprisionado

Era mediados de febrero y el Dalai Lama se encontraba allí. ¿Quién sería el Dalai Lama?

No teníamos ni idea excepto que era un budista tibetano. Las docenas de miles que le acompañaron en sus visitas más recientes estaban ausentes. Entramos al lugar donde estaba hablando. Hubo preguntas y respuestas, y nos sobresaltaron las formas de dirigirse a él, al no estar acostumbrados a la ceremonia, que parecía casi idolatría.

Pero después de todo, decidimos aceptar con curiosidad la oferta hecha para una entrevista privada con él . Hoy eso sería impensable.

Nos encontramos a un joven tipo encantador con humor, honestidad y devoción por su trabajo. No hubo mención a China ni a ningún asunto político. De hecho tampoco se mencionó el budismo.

Charlamos como cualquier trío de conocidos podrían hacerlo. Supongo que sus consejeros y ayudantes se encontraban en un segundo plano, pero no aparecieron.

Sentimos curiosidad, y le encontramos deseoso de comunicar a un nivel corriente. Cuando hablaba de sí mismo lo hacía con una honestidad sorprendente. Habló de sus maestros y del hecho de encontrar la tarea más difícil en controlar la ira.

Admiré su honradez y sencillez en aquella época, pero Ninette resultó tocada por la mezcla sincera de verdad y aceptación de lo que él tenía dentro y a su alrededor. Era más bien como si ella imaginara que hubiera nacido para ser rey sin la opción de abdicar. Para ella no era el Dalai Lama que mueve los hilos de la política, sino un joven que había tomado un papel inevitable y que bajo sus ropajes era una persona real.

Creo que esa semilla fue importante para ella, pues más tarde en sus prácticas, cuando pasó tres años de retiro en el seminario de Mahabodhi Sunyata, no cayó en los ritos ni ceremonias; pero fue capaz de desenmascarar la verdad del budismo tibetano y ver el Dharma auténtico debajo mientras estaba inmersa en los niveles superiores del Mahamudra y Vajrayogini.

Quizás su semilla del Dharma se plantó entonces.

Benarés

Cuando estás con los hindúes en el agua del río Ganges, con devoción completamente rodeándote, ¿en qué piensas? ¿En la vida y la muerte? Es muy bonito para los aristócratas turistas y los filósofos de sillón hablar de eso, porque vende tiquets y artículos de periódico, pero lo cierto es que los pensamientos de uno allí son sólo de sufrimiento humano.

La tarea principal de bañarse en esas aguas con devoción es la supervivencia ante el rostro del sufrimiento y el evitar un regreso desfavorable tras la muerte. No se espera hasta el último momento para el perdón. No son los pecados lo que se lava, es la impureza personal de aquí y ahora.

Lo que le sacude a uno es la fe humana en algo más grande. No importa que la fe esté mal dirigida o equivocada, lo que importa es que la criatura humana encuentra difícil el vivir dentro del sufrimiento si no existe una fe a la que apegarse. Para Ninette y para mí eso era lo chocante.

Ninette no se había preocupado ella misma respecto al sufrimiento, pero aquí estaba y ella sentía que ningún baño lo limpiaría. Entonces ¿por qué está ahí el sufrimiento? Esa era su pregunta. La respuesta es también clara, lo fabricamos nosotros. La cuestión que quedaba sin resolver era ¿por qué?

Las religiones ofrecen sus respuestas, pero resultaban insatisfactorias.

VIDA

MUERTE

Los Ghats son los escalones que bajan al río Ganges, manteniendo el mismo nombre que unas montañas no muy altas de la India; los Ghats no han cambiado mucho en Benarés. Manikarnika es el más propicio de los Ghats para la incineración. Una vez que el cráneo se queda abierto, se dice que el alma de la persona se eleva al paraíso. Los restos de la incineración se esparcen por el Ganges y la familia lava entonces sus propias impurezas espirituales en el mismo río.

Así es la muerte para los hindúes. La vida y la muerte no están separadas, pero para Ninette la vida y la muerte se fundían en ese momento de manera bastante diferente.

En la muerte volvemos adonde estábamos antes del nacimiento. En aquel momento ella no estaba segura de dónde era eso.

Patna

Llegamos a Patna, la capital del estado de Bihar, limítrofe con Nepal y cuyo nombre viene de vihara (refugio o sitio budista). Antiguamente se llamaba Magadha, gobernada por el famoso emperador Asoka y aquí se encuentra también la Universidad budista de Nalanda. Hoy para cruzar el río Ganges está el Mahatama Gandhi Setu, uno de los puentes más largos del mundo, inaugurado en 1982 por la entonces primera ministra Indira Gandhi. Pero cuando nosotros cruzamos Patna para llegar a Nepal, tuvimos que hacerlo en un servicio de ferry.

Fue en ese ferry donde Ninette encontró la respuesta inmediata a la cuestión del sufrimiento. Sin embargo, entonces todavía aplicaba el problema en referencia al sufrimiento de otros.

Ocurrió en el lado más distante a Patna. Cuando el ferry alcanzó la orilla, los indios que abarrotaban el ferry, como era allí costumbre, se apretujaban para ser el primero en desembarcar buscando el servicio de tren que estuviera disponible.

No estábamos acostumbrados a multitudes empaquetadas tan prietas, especialmente cuando vimos que para desembarcar había un simple tablón ancho, suficiente como mucho para desfilar de a dos. Para el resto que se encontraba a bordo, tuvimos la impresión de que la situación no era inusual. Pero entonces nos dimos cuenta que los empujones se volvían más desesperados hasta que uno de los pasajeros cayó de la plataforma al agua. Hombres, mujeres, parecía no haber distinción, y la cosa no paraba. Lo que es peor, a nadie parecía importarle.

Nos quedamos rezagados, con otro extranjero llamado David, horrorizado por los que estábamos contemplando. Unas pocas palabras no pueden describir la escena. Cuando luego oímos sobre ferrys indios volcando, entendíamos por qué. “Yo primero” es el grito universal en la batalla humana.

Barca sobrecargada en el Ganges

Esa fue la respuesta en torno a la causa del sufrimiento humano: el egoísmo y la falta de humanidad. Esta era una situación extrema, pero cuando uno mira lo que se llama comportamiento civilizado, está presente ese mismo egoísmo y falta de humanidad.

En esa época, no había respuestas evidentes para Ninette. La fe y los mandamientos religiosos ciertamente no parecían funcionar. Quizás no había respuesta.

Poder y Sufrimiento

La lección siguiente fue realmente bastante simple y evidente: Existe sufrimiento físico y mental; mientras que el karma puede incrementar el sufrimiento de la mente, el poder reduce en efecto el sufrimiento del cuerpo.

Eso llegó seguidamente tras acercarnos penosamente hasta el tren desde el ferry. No pudimos encontrar un sitio en el tren donde fuéramos libres de una turba claustrofóbica. Ahí estaban acostumbrados a la falta de espacio, pero nosotros todavía no. Caminamos despacio con desolación tras la experiencia previa hasta el final del tren. Quedaba un vagón allí. La larga puerta de madera se deslizó y tres sonrientes policías con su uniforme caqui nos dijeron que podíamos entrar.

Éramos extranjeros y blancos, eso marcaba la diferencia. Disfrutamos de un trayecto confortable durante la mayoría del camino ya que dentro no estaban permitidos los indios. Luego llegó el momento en que los policías alcanzaron su destino.

El sargento nos dijo que abriéramos simplemente la puerta deslizante del vagón en cada parada y anunciáramos “Policía con prisioneros”. De hecho eso detenía en seco a cualquiera que considerara el entrar al vagón.

Ahora éramos parte del “Poder”, y nos encontramos aceptando ese papel. Más tarde cuando reconsideramos esto, lo comprendimos espantados. En efecto no éramos mejores que ellos. En viajes posteriores rechazamos semejantes privilegios, pero en este caso no lo hicimos.

Adelante hacia Nepal

La Estupa Swoyambhu Nath

La plaza Durbar

Estos son los dos lugares que más frecuentamos en Katmandú. Estas fotos fueron tomadas bastante antes de nuestra visita, pero nosotros las vimos más similares así que a la manera en que siguen hoy tras la invasión occidental.

Éramos bastante ingenuos y no teníamos ni idea sobre otros sitios maravillosos susceptibles de ser explorados.

Ahora es demasiado tarde, pues su antiguo encanto y belleza se ha marchado junto con su espíritu original.

Los occidentales estaban presentes ya, pero sus mentes y corazones eran diferentes. Compramos casi todos nuestros tesoros para Ibiza en la plaza Durbar, donde había abundante comercio. Para los tratos de lujo nos decantamos primero por la tienda Mellow Pie, luego el Hungry Eye y el Eden Hash con sus miniaturas y carteles pintados.

Una experiencia que le dejó una impresión perdurable a Ninette fue el Templo de Kumari. El edificio tiene unos balcones de madera intrincadamente tallados y ventanas apantalladas como finas celosías (para salvaguardar la intimidad en su interior). Es aquí donde residía la diosa virgen hindú Kumari. Ella reconocía los saludos de los visitantes desde el mirador de su balcón. Supongo que a los turistas de hoy les encanta eso, pues las agencias lo consideran una de las atracciones turísticas más fascinantes de Katmandú, aunque solo puedan acceder al patio central. Con todo, el ver a una niña antes de la pubertad en el papel del mito, prisionera con el consentimiento de sus padres, no era algo agradable. Supongo que uno ha de aceptar la cultura de los otros, y para los padres eso representa un gran honor.

Entonces de nuevo, al mirar a través de los ojos de Ninette como profesora de niños, “¿quién no está realmente prisionero en este mundo de sus padres y la sociedad?”.

La estupa Swoyambhu Nath (también conocida como Templo del Mono por los monos sagrados que viven allí) era interesante y más curiosa que maravillosa, aunque las imágenes de hoy que venden “cuatro pares de ojos” carecen de la sutileza o el significado de las pintadas originalmente en la estupa.

Sin embargo, la estupa despertó nuestra curiosidad y, como resultado, asistimos a una enseñanza budista tibetana.

Para Ninette fue interesante e intrigante. Para mí estuvo llena de reverencias superficiales, superstición y ritos que yo ya había desterrado como “opio”. No obstante, no nos quedamos con el mensaje presentado, que apestaba a la misma “papilla” clerical de compasión y benevolencia. Pensamos que tenía que haber algo más.

Habíamos visto a los hindúes y los sijs, y ahora los sistemas tibetanos. Por primera vez nos convertimos en curiosos espirituales y empezamos a buscar con más seriedad la evidencia del concepto de “no existencia” dentro del Dharma. En Nepal seguían completamente otro rastro. Seguramente era solo un primer vistazo y no lo rechazamos de plano, pero decidimos que debíamos buscar una base mejor. Sri Lanka y los Theravadas fueron nuestro objetivo.

¿Qué sabíamos realmente sobre el budismo? Bueno, habíamos leído el texto del Lama Govinda y nuestro amigo Roger Day era un budista convencido que había trabajado ayudando a prisioneros con el budismo… Nos había dado unas cuantas ideas básicas, pero eran todavía más intelectuales que reales para nosotros.

Lo que estaba pasando por la mente de Ninette en aquel tiempo es difícil de juzgar, pues mantenía una combinación del romanticismo de su madre y del sentido de corrección y justicia de su padre. Había pocos que fueran alguna vez tan nobles como David en cuanto a conciencia de sus deberes. Como ejemplo, tras casarse con Violeta, comenzaron su viaje de luna de miel en tren y él rechazó un compartimento para dormir juntos declarando que hacía “un sacrificio en memoria de los jóvenes que mueren en la guerra en Europa”. Ninette había desarrollado, con su ejemplo de sacrificio personal y honor, también un sentido refinado de atención por los demás. Creo que ella fue tocada por el concepto de compasión, pero repelida por el escenario teatral.

Nos dirigimos hacia el sur a Sri Lanka en tren, y conocimos a un joven que formaba parte de un comité de selección preparando una conferencia especial para conmemorar el nacimiento de un gran santo, conocido por su gran compasión y sentido de justicia natural. Al oír mi historial académico y sus similitudes con la filosofía budista, nos invitaron a asistir y yo tenía que hablar ante la audiencia con otros invitados de diferentes disciplinas trascendentales. Aceptamos y decidimos asistir en la fecha específica desde Sri Lanka. Ese encuentro iba a resultar otro escenario importante para Ninette.

Sri Lanka

Sri Lanka (la antigua Ceilán) fue un importante giro de tuerca para nosotros dos, pues fue allí donde encontramos la base y el fulcro para nuestros futuros caminos de separación trascendental, que nos llevarían finalmente a una unión trascendental plena.

Fuimos desde Rameswaram hasta Talaimannar (ambas son pequeñas islas pertenecientes respectivamente a India y Sri Lanka), en un ferry que fue suspendido a principios de los ’80, y luego llegamos a Colombo (la antigua capital) en tren.

Nos instalamos en Colombo y cada día nos disponíamos a estudiar. Decidimos que teníamos que conocer a uno de los grandes enseñantes Theravadas, por supuesto el Venerable Narada Maha Thera. En la tradición Theravada no existe la idea de Maestros en un linaje; la Verdad se entiende simplemente por el estudio y su aplicación, o no. Esto elimina la jerarquía sofocante que uno encuentra en la mayoría de ramas budistas. Con los Theravadas, la Verdad se obtiene a través de tres medios colectivos que se apoyan mutuamente: las enseñanzas, la meditación y la aplicación diaria.

Narada Maha Thera

Partimos de nuestro punto de referencia común en Psicología de la percepción y la Psicología del Abhidharma. Ninette encontró los temas demasiado tediosos y académicos, pero yo estaba emocionado respecto a una nueva conciencia de las posibilidades del Dharma como auténtica psicología práctica. Tras una de nuestras sesiones, Narada declaró que yo sabía bien cómo funciona la percepción humana y cómo se caracteriza en los textos del Abhidharma, pero que a partir de entonces podría enseñar Psicología práctica del Abhidarma a los estudiantes Theravada. El sistema de meditación Theravada podría enseñarme, si lo aplicara, cómo funciona realmente al nivel de experiencias en la meditación.

Antes de abandonar Sri Lanka y de que hubiera practicado dentro de la meditación, Narada me tomó de la mano y dijo que ahora debería enseñar. Entró en sus dependencias y trajo su propia versión encuadernada del “Manual del Abhidharma” publicado en 1956. Se dice que el Abhidharma expone la quintaesencia de la profunda doctrina de Buda.

Ahora está ante mí como un tesoro del conocimiento.

Mientras yo lo absorbía, Ninette lo encontraba seco tal y como estaba presentado, pero aceptó los datos crudos como verdad, esperando que en algún lugar pudiera encontrar algo más “accesible”. Lo encontraría años más tarde con la Vipassana Jivitindriya de los Theravadas.

Nos mudamos a Kandy en autobús, un viaje a través de un paisaje espectacular; desde el caluroso y húmedo Colombo a un clima más mediterráneo. Habíamos aprendido una lección en la India como una pequeña cosa, pero importante para nosotros. Todos los extranjeros recibían el privilegio especial de ser los primeros en subir a cualquier autobús sin hacer cola. Cada habitante de Sri Lanka nos urgía a adelantarnos, pero nosotros rechazábamos y explicábamos nuestra postura de igualdad entre seres humanos. Nos llevó mucho tiempo, pero finalmente aceptaron que estaríamos entre los últimos en el autobús.

La lección fue ver lo fácil que resulta al Estado lavar el cerebro de su pueblo para aceptar una desigualdad con explicaciones ilógicas.

Kandy está situada a 120 kilómetros de Colombo, fue la capital de los antiguos reyes de Sri Lanka, fundada en el siglo IV a.C. Cuando la alcanzamos hallamos un bungalow para quedarnos con una familia trabajadora de las plantaciones de té en las colinas.

Esto nos permitió la ocasión de conocer a otro gran enseñante Theravada, el Venerable Nyanaponika Thera. Caminamos por el sendero de la selva hasta su ermita en el bosque, y disfrutamos a veces llamando la atención de los macacos que vivían alrededor del área.

Nyanaponika Thera

En 1951 el Venerable Nyanatiloka Mahathera, el maestro de Nyanaponika, se había trasladado desde el monasterio de Island Hermitage (Dodanduwa) a una casita en la Reserva Forestal Udawattekele. La casita en el bosque llegó a conocerse como Forest Hermitage (Ermita del Bosque). En 1954 se le unió Nyanaponika. Justo unos años antes de llegar nosotros había muerto Nyanatiloka, en 1975.

Nyanaponika era ya un estudioso bien versado en la disciplina del Mindfulness y esto nos produjo a ambos una fuerte impresión durante nuestra conversación. Pero en particular, Ninette se sintió más cercana a tocar la necesidad de liberarse de los disparates de la vida.

Nyanaponika era amable, pero aún estirado con su seriedad alemana, que era bastante distinta de las maneras relajadas de Narada.

Entonces, mientras en ese momento me sumergí en el Abhidharma, Ninette se sintió atraída con el Mindfulness (atención plena). Esta era la primera entrada real en el Dharma con una sinceridad completa de corazón.

Otro suceso importante ocurrió durante nuestra estancia en Kandy, que presentó el Dharma más real que lo que habíamos encontrado en la India y Nepal. Fue nuestra visita a Anuradhapura lo que solidificó nuestra posición. Allí se encuentra la grandiosa área de templos budistas.

La mayoría se encuentran en ruinas, pero algunos magníficos templos blancos supervivientes están esparcidos por el área entre los restos antiguos.

No era aún una atracción para turistas, era simplemente una zona de templos budistas en ruinas. Nos lo pateamos todo el día y lo más destacable era el hecho de que uno podía encontrar repetidamente fragmentos de piedra tallada, que hoy serían robados y vendidos a buen precio. Pero cuando venía la gente corriente de Sri Lanka en ese momento, eran dejados donde estaban como objetos sagrados.

Ruinas de Anuradhapura

Entonces en un emplazamiento semi-selvático era maravilloso caminar por las ruinas. Ninguna restauración comercial moderna podría crear la sensación que las ruinas podían producir así desatendidas. Ahora se trata de un área protegida, quizás demasiado tarde con demasiado material.

Fue aquí en esta zona donde, entre ruinas, el mensaje de Buda vivía más que en el templo Mahabodhi de Bodhgaya. Podíamos sentir la presencia de miles de monjes sinceros en los tiempos de Buda caminando entre las ruinas. Resultó para ambos la primera Llamada del Dharma auténtica, de experiencia sensorial que dejó avergonzados a todos los libros y palabras.

Hay un pequeño incidente aquí que muestra las diferencias que brinda el tiempo. Ninette estaba absorta en su hallazgo personal mientras que yo descansaba en un muro interior del Templo Sri Dalada Maligawa, al lado del bosque de la Ermita de Nyanaponika. Me senté por un rato y entonces me decidí a meditar. Cuando completé mi sesión, me encontré con cuatro o cinco monjes rodeándome y observándome con detenimiento. Se aproximaron, curiosos por el hecho de que un occidental estuviera presente, e incluso más de que pareciera estar meditando.

Las preguntas corrientes, ¿de dónde era?, ¿qué estaba haciendo? Les dije que era británico y que estaba haciendo una meditación en la kasina. No tenían ni idea de qué era eso así que se lo expliqué a una audiencia muy atenta. Agradecidos cuando hube terminado, uno me dijo que el templo era conocido como del Diente de Buda y me contó su historia. Luego me preguntó si me gustaría verlo. Ninette no se encontraba a la vista así que acepté. Me condujo adelante y abrió las puertas que protegían el estuche con el diente dentro.

Era simplemente un diente, y la cuestión no preguntada y no contestable era “¿Es éste de verdad el diente de Buda?”, seguida de “¿Qué diferencia tiene de todos modos?” Llevó muchos años el descubrir la respuesta correcta a ambas preguntas.

Entrada al Templo del Diente

La Conferencia en Trivandrum

Regresamos a Colombo y nos despedimos tras comprar el texto raíz del Dharma Theravada, el Vissudhi Magga (“el Sendero a la Purificación”). Regresamos a la India en ferry desplazándonos en tren a nuestro nuevo destino, la Conferencia en el Colegio Universitario Trivandrum, uno de los más antiguos en el estado de Kerala, que goza de una historia de excelencia académica.

La Conferencia celebraba la muerte del Guru Sree Narayana, un gran santo, profeta y reformador social de Kerala. Esta conferencia era especial porque conmemoraba el cincuenta aniversario de su muerte para millones de seguidores suyos.

Llegamos poco preparados y fuimos recibidos y acomodados en una gran carpa que se había levantado. Nos enteramos de que los otros conferenciantes iban a ser un Arzobispo cristiano, un renombrado Santo hindú y un adepto del budismo Zen japonés. Yo iba a representar el vínculo de la ciencia con el budismo.

Ahora bien, tienes que darte cuenta de que Sree Narayana representaba un Gurudevan (Maestro divino), como era conocido cariñosamente por sus seguidores, condujo un fuerte movimiento reformista en Kerala, se rebeló contra el sistema de castas, y trabajó en la propagación de nuevos valores de libertad espiritual y de vida sencilla con igualdad social. Transformó Kerala y le adoraban como profeta por toda la India.

La primera sorpresa fue ver la gran carpa alrededor, completamente repleta de puestos comerciales. Supusimos que la espiritualidad con respeto mutuo, solidaridad y sencillez tiene su precio.

Los conferenciantes y otros invitados nos reunimos y tuvimos una comida absolutamente fabulosa y, tras un descanso, nos llevaron a la puesta en escena.

Me sentaron en el escenario elevado con Ninette a la derecha y próximo al japonés. Abajo estaban docenas de fotógrafos y reporteros de toda la India. Esto no sorprendía, pero sí fue una sorpresa ver que las filas de asientos se dividían, para que los ricos y poderosos pudieran sentarse al frente mientras que los más pobres quedaban lejos en la zona trasera. Supusimos que el ser pobre tenía su precio también.

La multitud era inmensa, supuse que varios miles de adeptos de Gurudevan. Se apartó el telón y fuimos recibidos por estruendosos aplausos. Entonces presentaron al Arzobispo y habló.

Acabó su discurso y contemplamos que todos los cristianos de la muchedumbre se marchaban. Él hizo lo mismo con un saludo de cabeza a los que se quedaban, tenía asuntos importantes. El siguiente era el Santo, habló y por supuesto adivinaste bien que los adinerados “seguidores del Santo” se levantaron y se marcharon con él. El siguiente fue el budista Zen, y cuando terminó, salieron pocos. Imagino que había pocos seguidores del Zen en la India.

Parecía que la unidad espiritual de todos los grupos religiosos significaba realmente poco después de todo. Se trataba de buena prensa, importante incluso para el Santo Hindú.

Finalmente hablé yo y cuando terminé, para mi sorpresa todos se quedaron. No debió ser por seguir nuestros discursos, iba a haber una gran representación en escena de bailarines indios. Nos sentamos entre el público y apreciamos la grandiosidad de la música y la danza indias, y luego salimos tras recibir muchos agradecimientos, nos llevaron a nuestro alojamiento.

¡Vaya con las religiones organizadas de cualquier tipo! Creo que sólo un Maha Thera de los Theravadas habría tenido la dignidad de quedarse hasta el final.

Hasta ahí en Kerala y fuimos a Delhi en tren. Tras explorar la ciudad, nos quedamos comprando lo que necesitábamos a buen precio en las múltiples tiendas, pues después de todo éramos vendedores en Ibiza, y regresamos a España.

Fue un viaje asombroso en el que vimos y aprendimos bastante más de lo que se ha reflejado aquí, pues el objeto es mostrar principalmente las experiencias de Ninette y las semillas que se nutrieron dentro de ella.