9. LA CONTEMPLACIÓN SUPRA-MUNDANA

LAS MEDITACIONES DE LOS JHANAS CUARTO A OCTAVO

En el sistema de Buda, la plataforma eran las meditaciones del cuarto al octavo jhana.

1) La dimensión del espacio infinito – “la percepción de la dimensión de la infinitud del espacio”.

2) La dimensión de la conciencia infinita – “la percepción de la dimensión de la infinitud de la conciencia”.

3) La dimensión de la nada – en este jhana hay “la percepción de la dimensión de la nada, la unicidad de la mente”.

4) La dimensión de ni percepción ni no-percepción – las actitudes resultantes son desapegadas, liberadas, desasociadas y sin apego ni ansia, con una conciencia general sin barreras. Hay un discernimiento de la experiencia de que “Hay un escape más allá” y se restaura la perseverancia, preparándolo a uno para un avance en la meditación de visión interna supramundana.

Así, mediante las meditaciones de visión interna (vipassana) se abrió la puerta a la sabiduría de lo supramundano.

LA ABSORCIÓN DE LA VISIÓN INTERNA

Ahora bien, la visión interna puede proceder del primer jhana (bajo ciertas circunstancias), del cuarto o de cualquiera de los cuatro mencionados arriba. La pregunta es en qué se diferencia la vipassana de las meditaciones de los jhanas.

Bien, hay que recordar en primer lugar que la LIBERACIÓN se alcanza en dos frentes diferentes: el conocimiento de la visión interna (vipassanāñāna) y el conocimiento relativo a los caminos supramundanos (maggañāna).

El primero es la penetración directa de las tres características de los fenómenos condicionados: la impermanencia, el sufrimiento y la ausencia de “yo”. Toma por esfera objetiva los cinco agregados (pancakkhandhā): forma/sensaciones corporales, discriminación, percepción, conciencia y formaciones mentales (los contenidos de la mente consciente).

Debido a que el conocimiento de la visión interna toma por objeto el mundo de las formaciones condicionales, se lo considera una forma mundana de sabiduría. El conocimiento de la visión interna no erradica por sí mismo las manchas, pero sirve para preparar el camino para el segundo tipo de sabiduría, la sabiduría del camino supramundano, que emerge cuando la visión interna normal ha llegado a su cenit. El Dhammasanganī explica la palabra “lokuttara”, que es supramundano, en el sentido de que “cruza por encima del mundo, trasciende al mundo, se eleva habiendo rebasado y superado al mundo”.

Los estudiantes de Chan-Dao puede ver que este es precisamente el mismo fruto final de las contemplaciones Chan. Ahora bien, esa experiencia puede tener lugar dentro del subconsciente, y no durar más que un momento de la mente.

LAS DIFERENCIAS DE ABSORCIÓN ENTRE LA VIPASSANA Y LO SUPRAMUNDANO

En el caso de lo mundano, esta atención unidireccional resulta meramente en la absorción en el objeto, una absorción que solo puede suprimir temporalmente las impurezas.

En la visión interna profunda, el zhuó jiàn 灼见 supramundano (particularmente de los cuatro caminos), la unión de esta atención con lo que se llama una sabiduría superior reúne el ejercicio de las cuatro funciones juntas en un solo momento. Estas cuatro funciones se aplican cada una a una de las Cuatro Nobles Verdades. En otras palabras, aparecen juntas.

LA SABIDURÍA DE LA VISIÓN INTERNA DEL CAMINO SUPRAMUNDANO

Esta sabiduría se llama “supramundana” porque se eleva sobre el mundo de los cinco agregados para realizar el estado trascendente respecto del mundo, que los Theravadines llamarían Nibbana, pero para nosotros es el estado de la madera no tallada, la mente pura.

Para Buda, el culmen del desarrollo de la visión interna fue el logro del camino supramundano y sus frutos.

El primer camino, llamado el camino de entrada en la corriente (sotāpatti) porque marca la entrada en el curso del Dharma, erradica las tres primeras cadenas: la Identidad (la falsa visión de “yo”), el apego de identidad a los ritos y rituales, y las dudas sobre el camino.

El siguiente camino supramundano es el de quien regresa una vez (sakadāgāmi). Este camino no erradica ninguna cadena por completo, pero atenúa mucho el deseo sensual y la malevolencia.

El tercer camino, el de quien no regresa (anāgāmi), destruye por entero el deseo sensual y la malevolencia debilitados por el camino anterior. El que no regresa tiene la seguridad de que nunca volverá al dominio de la esfera de los sentidos.

Cada camino conduce a una EXPERIENCIA CUMBRE MOMENTÁNEA, en la que se aprehende directamente el estado de la mente pura (Nibbāna).

Esta es la EXPERIENCIA DE FRUICIÓN SUPRAMUNDANA.

Ahora bien, esas experiencias ocurren de hecho dentro del subconsciente y duran solo un momento de la mente.

Los frutos, por tanto, son la experiencia de liberación de la identidad y la experiencia de libertad de los elementos duales del deseo sensual y la malevolencia.

Los caminos y frutos supramundanos siempre surgen como discernimientos de estados superiores de la conciencia.

Pero mientras que el camino cumple la función activa de cortar las impurezas, la fruición en este punto es simplemente la experiencia resultante cuando el camino ha completado su tarea. No obstante, son estas experiencias, que son el estado meditativo llamado logro de la fruición (phalasamāpatti), las que establecen la base para el propósito de experimentar la mente pura aquí y ahora.

Podemos decir entonces que las contemplaciones de acceso son dobles:

La última conceptualización de LA AUSENCIA DE “YO” y la última conceptualización de la OTREDAD (cuando florecen el deseo y la malevolencia).

EL CULTIVO

Se dice que la visión interna supramundana se ha de cultivar “para el abandono de los puntos de vista, que están compuestos de conceptos verbales”, lo que incluye claramente la visión del “YO” y la visión de la RELACIÓN. Esto de hecho trae el fruto del estado de no-mente. El nivel supramundano de este primer camino corta la cadena de la visión de la personalidad y todos los puntos de vista especulativos que se derivan de ella.

La diana aparente de los caminos y frutos es exclusivamente la mente pura, SHÉN 心神, que pone la serenidad de lo mundano en armonía con lo supramundano.

En la visión interna mundana prevalece el elemento de serenidad, mientras que los niveles supramundanos de los caminos y frutos traen equilibrio a la serenidad y a una visión más penetrante.

FRUTOS DEL ESTADO DE NO-MENTE

En el Visuddhimagga, Buddhaghosa presenta la analogía de una lámpara, que realiza cuatro tareas a la vez: quema la mecha, ahuyenta la oscuridad, hace que aparezca la luz y consume aceite. Usando este símil, encontramos que “quemar la mecha” significa que el camino penetra (shengang, 深耕) en la Primera Noble Verdad al aportar una comprensión aguda y plena del Sufrimiento, conquistando el enemigo directo del AMOR fraudulento, y liberando así el Verdadero Afecto Benevolente (metta).

Encontramos que “ahuyentar la oscuridad” significa que hay una penetración (shengang, 深耕) en la Segunda Noble Verdad al abandonar el DESEO, origen del sufrimiento, conquistando a ese enemigo directo y liberando así la Compasión (karuna).

Encontramos que “hacer que aparezca la luz” significa que penetra (shengang, 深耕) en la Tercera Noble Verdad al conquistar al enemigo directo, la felicidad mundana, liberando así la Alegría (mudita).

Encontramos que “consumir aceite” significa que penetra (shengang, 深耕) en la Cuarta Noble Verdad al conquistar al enemigo directo de la indiferencia intelectual respecto de cómo vive uno, desarrollando así el Noble Óctuple Sendero y produciendo entonces una Ecuanimidad (upekkha) que permite que eso ocurra en el seno del samsara manchado.

Así pues, hay un abandono del:

Amor fraudulento

Deseo

Felicidad mundana

Indiferencia Intelectual

De manera que los siguientes cuatro frutos (las experiencias) surgen juntos:

Verdadero Afecto Benevolente (metta)

Compasión (karuna)

Alegría (mudita)

Ecuanimidad (upekkha)

Cuando uno mora dentro de este ESTADO DE DEVENIR, entonces la fruición adicional trae la entrada esencial al Despertar, que es la ATENCIÓN junto con la APLICACIÓN DE LA SABIDURÍA. Pero esta ATENCIÓN no tiene objeto.

La clave estuvo en la combinación mediante la meditación de visión interna supramundana.

Los equivalentes en el Chan del camino de visión interna supramundana son las contemplaciones de Función, Esencia y No-Forma.

LA SABIDURÍA Y LA ATENCIÓN

La ATENCIÓN no tiene objeto y es de hecho el Factor de Visión Interna de la PURA ATENCIÓN PLENA (SATI o MINDFULNESS).

Podemos intuir por tanto (correctamente) que la SABIDURÍA tampoco tiene objeto y es el Factor de Visión Interna de la SABIDURÍA PURA.

Ambas, al combinarse, abren la puerta al discernimiento de la mente pura, que fue el Despertar de Buda.

La perseverancia de Hengshen 恒神 se puede considerar como parte integral de la introspección, y por tanto de la visión interna, aunque la perseverancia por sí sola no conduce a ese estado.

Queda claro por tanto que el secreto del camino supramundano está en la ATENCIÓN DE LA UNI-DIRECCIONALIDAD junto con la APLICACIÓN DE LA SABIDURÍA. Pero esta ATENCIÓN no tiene objeto. La llamamos ATENCIÓN PLENA PURA (PURE MINDFULNESS).

LA VISIÓN INTERNA SUPRAMUNDANA Y LAS CONTEMPLACIONES CHAN

Si comparamos este modelo previo con el modelo de las contemplaciones Chan, ¿qué descubrimos? En la contemplación Chan, usando las meditación del De y Dao como etapas preliminares, hay una gran similitud en los últimos tramos del camino.

La clave, sin embargo, está en la combinación del conjunto de nueve contemplaciones de Función, Esencia y Forma No-diferenciada. Eso provoca la unión de las experiencias sin mente de:

PURA CONCIENCIA (AWARENESS) y PURA ATENCIÓN PLENA (MINDFULNESS)

La Sabiduría es idéntica a la Pura Conciencia y la Atención a la Pura Atención Plena.

No es una coincidencia, y apunta a una conclusión interesante: que la visión interna supramundana que Buda utilizó para alcanzar el Despertar es de una manera u otra un equivalente lógico de las contemplaciones Chan, descubiertas y desarrolladas por los seguidores chinos del Budadharma.

Exploraremos esta equivalencia más adelante, porque la cuestión interesante aquí es examinar más de cerca el FRUTO a lo largo del camino, desde el primer simple freno cognitivo hasta la consecución final de la mente pura.