6. YUNMEN: LA VACUIDAD DEL YO (SELF)

“AÚN NO LO TENGO CLARO SOBRE MÍ MISMO”.

Es fácil ver por qué las prácticas y la contemplación de Yunmen nunca llegaron a Japón ni echaron raíces. Son difíciles de entender y la contemplación nunca se reduce a una práctica sentada en sentido físico.

Alguien le preguntó al maestro Yunmen: “¿Qué es lo más urgente para mí?”

El maestro respondió: “¡El “tú” mismo que tiene miedo de no saber!”

Esto nos debería dar la primera pista para entender el corazón de la práctica y las enseñanzas de Yunmen.

Lo que Yunmen busca no es destruir las palabras o conceptos sino la fuente de todos los conceptos, que es el “yo” personal. Para ello emplea ataques frontales continuos contra la identidad que cree que sabe.

No hay, afirmaba Yunmen, ningún “yo” sustancial. Esa idea era el núcleo de todas sus interacciones con grupos y estudiantes individuales. Aquí vemos otra gran diferencia entre Yunmen y otros maestros de la Edad de Oro, porque sus directrices siempre se pronunciaban para individuos o grupos en relación con un problema particular. Era así porque las respuestas que se requerían eran relevantes a las identidades particulares, y los problemas tenían que ver con ellas y no con cuestiones metafísicas.

A través de los misiles de Yunmen, uno puede atravesar este “yo” con la mirada y ver que sí, en realidad está vacío.

El monje preguntó: “¿Cuál es el problema?”

Yunmen dijo, “No te das cuenta del pestazo de tu propia mierda”.

La referencia, por supuesto, es a la ignorante identificación del monje como “yo”, que es una mierda.

Yunmen atacaba constantemente este “yo” que está instalado en el centro del mundo objetivo de cada persona.

Ahora, tomad nota del temprano problema personal del maestro, que con el tiempo le llevó a entender la importancia de ver más allá de la identidad y captar su vacuidad.

El maestro Muzhou preguntó: “¿Qué estás buscando?”

Yunmen replicó: “Aún no lo tengo claro sobre mí mismo”.

Si hay cualquier duda en tu mente sobre este enfoque, Yunmen hablaba de la presencia de un verdadero “yo” (self) más allá del intelecto como una luz que ilumina todas las ilusiones: “Cada persona tiene en origen una luz clara –sin embargo, cuando se mira hacia ella, no se la ve. Es oscura y recóndita”.

También dijo: “Mientras la luz no haya brillado a través, hay dos tipos de enfermedad. La primera consiste en verse a sí mismo enfrentado a los objetos y quedarse a oscuras en todos los respectos. La segunda consiste en haber logrado atravesar hasta la vacuidad de todas las entidades separadas –y que aun así siga habiendo algo que de manera oculta es como un objeto”.

¿Podéis ver que ese algo que permanece es la conceptualización de la vacuidad en sí y que, igual que un objeto, se debe penetrar para mostrar su vacuidad más allá de cualquier posible conceptualización mental? Así vemos la necesidad de atravesar en este caso la Vacuidad de la Vacuidad del yo.

Pero entonces, ¿qué hay más allá de esa Vacuidad?

¿Cuál es por tanto la Última Conceptualización que el estudiante de Yunmen debe llevar consigo a cada instante? Es la Última Conceptualización de la Vacuidad de la Identidad vacía. Esa es la pregunta que se plantea al generar aquí la Última Conceptualización que lleva más allá de esta Vacuidad de la Identidad.

A Lianhua Fengxian, un discípulo de Fengxian Daoshen de la tradición de Yunmen, le preguntó un monje:

“¿Cuál es la llamada del barro de las Montañas Nevadas?”

Lianhua contestó: “Escucha”.

El monje inquirió: “¿Cuál es el grito del caballo de madera de Yunmen?”

Lianhua replicó: “Sonido”.

La respuesta, como veis, es “ESCUCHA”, sin más. Si no hay identidad o un yo consciente, “ESCUCHANDO” es lo único que ocurre. Entonces, si la identidad no tiene interés, ¿por qué escuchar, y a qué?

La respuesta es simplemente el “SONIDO”.

¿Qué consigue esto? Permite una respuesta no cognitiva y no manchada.

Entonces, ¿para qué sirve la Mente Cognitiva? Solo para refinar la respuesta natural, no para darle órdenes al sistema natural.

La Sutileza del Sistema de Confrontación Directa de Yunmen

El factor crítico que se debe entender en el sistema de Yunmen –que se aplica a todos los demás sistemas que no se centran en la contemplación sentada física– es que la contemplación es continua. Es decir, la contemplación es parte de cada momento de la vigilia, mientras se come, se trabaja o simplemente se está sentado.

Eso no significa que uno esté continuamente actuando dentro del “devenir de la conciencia”, pero sí que al menos lleva continuamente (junto con las cinco paramitas Chan) la contemplación con la Última Conceptualización al nivel de la REFLEXIÓN. Es aquí donde los proyectiles de Yunmen son más eficaces, porque golpean en los desvíos de la Reflexión y chocan violentamente con los elementos manchados de la conciencia. Eso permite que la Reflexión recupere su enfoque y equilibrio.

La fuerte interrupción choca con cualquier parte de la conciencia dentro de la REFLEXIÓN que esté dormida en la autosatisfacción o en ideas egocéntricas equivocadas.

Cualquier implicación con el Samsara supone meterse en un torrente de impedimentos y tentaciones con varias excusas de Disonancia.

Es mucho mejor divorciarse del Samsara y de Mara y vivir una vida simple en zonas boscosas, siendo uno con la trayectoria de las estrellas o con las sencillas tareas de ocuparse del jardín, el arte o la alfarería, que reflejan las verdades simples de la supervivencia sin recurrir a ejercicios didácticos o simbolismo abstracto, compartiendo las experiencias naturales con gente de mente similar.

NOTA: las cinco paramitas del Chan consisten en vivir con la constante “presencia” de las experiencias naturales de la Vacuidad, Unidad, Impermanencia, Clara Comprensión y Fuerza de la Vida.