Los pájaros

Como todo el mundo,

una vez yo tuve un amor

que, como dice Pablo,

era como un manantial.

Pero yo era aventurero

y di con otra mujer,

y puse a un lado mi pájaro

porque había cien volando

sobre mí.

Qué viejo error:

siempre se acaba llorando,

cantando cosas muy tristes.

Como si fuera bonito

usar dolor tan gastado

y tan terco, pese al tiempo.

Hoy con cien anécdotas

yo pudiera ilustrar

cómo la aventura

no siempre acaba feliz,

aunque, por supuesto,

no hay regla sin excepción.

Cuando menos, recomiendo

se asegure un pajarito

antes de ir

a merodear

los cien mil que estén volando.

Pero cierren bien la jaula,

que los pájaros se sueltan

y el primero es el que canta

la palabra, la belleza.