El dulce abismo

Amada, supón que me voy lejos

tan lejos que olvidaré mi nombre.

Amada, quizás soy otro hombre

más alto y menos viejo

que espera por sí mismo,

allá lejos, allá, trepando

el dulce abismo.

Amada, supón que no hay remedio,

—remedio es todo lo que intento—.

Amada, toma este pensamiento,

colócalo en el centro

de todo el egoísmo

y ve que no hay ausencia para

el dulce abismo.

Amada, supón que en el olvido

la noche me deja prisionero.

Amada, habrá un lucero nuevo

que no estará vencido

de luz y de optimismo.

Y habrá un sinfín latente bajo

el dulce abismo.

Amada, la claridad me cerca.

Yo parto, tu guardarás el huerto.

Amada, regresaré despierto

otra mañana terca

de música y lirismo.

Regresaré del sol que alumbra

el dulce abismo.

(1981)