El baile

La sala nos espera

con ademán triunfante

para estrenar y aplaudir

el baile de la sangre.

Acuden las estrellas,

la prensa y los glaciales,

felices de compartir

el brindis de la sangre.

Velándonos, silbándonos

hay coro de carámbanos.

Rondándonos, cercándonos

para inmovilizarnos.

No voy, no vas

al juego del disfraz.

Corista tú y amor de este arlequín

romántico —al menos hasta el fin—,

imposmodernizable.

La corte nos espera

a derramar la sangre,

pero no vamos a ir

a tan odioso baile.

(1999)