El día en que empezó la madurez

Yo no puedo olvidar aquellos días,

el día en que empezó la madurez.

El corazón del tiempo que se abría

enseñando a ser hombre, ave y pez.

Yo no puedo olvidar que la gran madre

prendió en mis ojos una decisión

cuando partí a vivir inaplazable,

cuando empezó a crecer mi corazón.

Yo no puedo olvidar tantos momentos,

tanta alegría y llanto que me sé,

y aquella voz del tiempo

que cantaba mi fe.

Yo no puedo olvidar, ni ya podré.

Vuela, corazón, vuela,

y vuela para que te vean volar.

Alguien puede creer que no te queda,

cuando te queda tanto por andar.

Vuela, corazón, vuela,

y que no pare el ala su batir

con el ritmo de la mañana nueva,

con la nueva razón para seguir.

Vuela, corazón, vuela,

que lo que cansa es la tranquilidad,

que el sueño es sol cuando de nuevo quema,

que tras la vieja gloria hay otra más.

Por eso vuela y vuela ahora,

y suelta tu razón pura otra vez.

No en balde se sembró en tu sed la aurora

el día en que empezó la madurez.