Juego que me regaló un seis de enero

Soy ciudadano del amor,

llevo dogal de belleza

entre la hombrera y la cabeza,

entre rodilla y cinturón.

Haciendo crítica social

me perfumé de valiente,

creyeron que era disidente

y no era más que natural.

Martí me habló de la amistad

y creo en él cada día,

aunque la cruda economía

ha dado luz a otra verdad.

El mundo tiene la razón

puesta en el pan, en el diario,

ese señor rudimentario

que nos dará la absolución.

Ciega, la vida nueva es

como un verso al revés,

como un amor por descifrar,

como un Dios en edad de jugar.

Trino, vete al destino,

al punto que será final,

juega lo que no jugué,

y canta que aunque sin rey mago

sigo en pie.

Seguro estoy requetemal,

debo sufrir algo extraño,

pues ni la hiel ni el desengaño

me dan razón de funeral.

El fin de siglo trae la sien

cebada de podredumbre,

como invitándome a una lumbre

que prenderá quien ame bien.

Bendito el tiempo que me dio

una canción sin permiso.

Bendito sea el paraíso

algo infernal que me parió.

El día del Armagedón

no quiero estar tras la puerta,

sino soñando bien alerta,

donde esté a salvo de perdón.

Ciega, la vida nueva es

como un verso al revés,

como un amor por descifrar,

como un Dios en edad de jugar.

Trino, vete al destino,

al punto que será final,

juega lo que no jugué,

y canta que aunque sin rey mago

sigo en pie.

(1991)