Me quieren...

I

Me quieren enterrar los asesinos,

las comidas con sal y los espejos.

Ya me han querido sepultar los viejos

y algún que otro brioso nuevo pino.

Me quieren enterrar donde adivino

—siempre quisieron ocultarme lejos—.

Objeto de los fúnebres cortejos,

ayer u hoy, parece mi destino.

Ahórrense cumplidos y sudores,

pronósticos de ingenio o decadencia;

llevo mil años con enterradores

y sé de sus señuelos y ocurrencias.

Quien necesite hundirme entre las flores

sólo precisa un poco de paciencia.

II

Me quieren enterrar los homenajes

y ciertas melindrosas señoritas.

¿Por qué será que alguien necesita

ponerme velas, mandarme de viaje?

¿No se dan cuenta de que tal pasaje

le va mejor a la esperanza rota,

al sonido pulsado que se agota,

al arlequín consumidor del herraje?

Tiñosas, lagartijas, esperpentos,

aburridos batracios y loqueros,

¡aún corre la sangre en mi instrumento!

¡Solavaya, aves de malagüero!

Mundo feroz, lo digo en juramento:

enterrarme le va a roncar el cuero.

(1996)