Todo el mundo tiene su moncada

Menos mal que existen

los que no tienen nada que perder,

ni siquiera la muerte.

Menos mal que existen

los que no miden qué palabra echar,

ni siquiera la última.

Se arriman a la noche y al día

y sudan si hay calor

y si hay frío se mudan.

No esperan echar sombra o raíces

pues viven

disparando contra cicatrices.

Escuchan se proyectan y lloran

debajo

de sus huellas, con tanto trabajo.

Se mueren sin decir de qué muerte

sabiendo que en la gloria

también se está muerto.

Menos mal que existen,

menos mal que existen,

menos mal que existen para hacernos.

Menos mal que existen

los que no tienen nada que perder,

ni siquiera la historia.

Menos mal que existen

los que no dejan de buscarse a sí

ni siquiera en la muerte

de buscarse así.

(1968)