Emilia

Emilia, tus ruinas

las leí con buena voz,

tienen puertas como tú.

Qué ridículas mis cartas,

qué ridículas las sombras de mis sueños.

Qué bien te recuerdo llorando.

Emilia, has ido

junto con cada canción,

escondida en un baúl

como un signo inevitable,

y hay anécdotas tirándome del seño.

Qué bien te recuerdo llorando.

Qué dirá tu instinto

cuando sienta esta canción

y qué dirás tú, que te acercas

a la máxima distancia entre nosotros.

Quién conoce que un soldado

moribundo te cantaba,

que hubo olores de una selva,

que había cisnes, que llovía.

Vallejo así nos descubrió,

Byron estaba en su lugar.

Todo pasaba con nosotros.

Emilia, que horriblemente

hermoso era aquel tiempo.

Emilia, ¿qué pasa?

¿Cuál resaca nos llevó

al silencio, a recordar?

Algún viento nos ha dado

y en sus puntas discutimos con la muerte.

Que no te convenza* llorando,

Emilia.

(1969)

*En versiones posteriores, canta "que no te sorprenda llorando".