América

Sólo he sabido que le llaman América,

la de la alcoba deseada.

Y que a los pocos elegidos de América

se les distrae la mirada.

Mi calle ronda el picaporte de América,

untado en fiebres olorosas.

Adolescentes embrujados de América

sueñan sus dotes amorosas.

La luz me guarde de los cantos de América.

Atado al mástil la contemplo pasar.

Mi vela al viento son girones de América,

y soy un hombre de mar.

Las altas cumbres solicitan a América

para convites y festejos.

Los mercadantes se disputan a América,

la emperatriz de los espejos.

La luz me guarde del abrazo de América,

de su mirada, de su hechizo de amor.

De madrugada se oye el llanto de América,

y se parece al dolor.