El silencio

Siempre se hallaba sola su habitación,

sola como su sombra, siempre era así.

Era difícil irse a dormir

sin otro cuerpo con que

poder hacer entre dos

el silencio.

Y aparecía de pronto cierta emoción

a la que amó con toda la soledad.

Y regresar a la habitación

comenzó a ser la hora

de acomodar entre dos

el silencio.

Después del día

lleno de voces

iba para su hogar,

donde las voces,

a su costado,

continuaban

sin parar.

Ahora llegar

a la habitación

no era la soledad,

sino la despedida

del día que insistía

en no acabar.

Nunca se hallaba sola su habitación,

nunca encontró su sombra, siempre era así.

Era difícil irse a dormir

siempre con otro cuerpo

con quien tener que compartir

el silencio.

Y desapareció de aquella cierta emoción

a la que amó con toda la soledad.

Y desde entonces su habitación

fue como un parque abierto

donde pudiera retozar

el silencio.

(1968)