La estatua

Quizás un buen día al fin

yo sea una estatua endurecida al sol

con fuego en su interior,

que ya no podrá regar su aliento.

Veré volar hasta mí

los pájaros libres, que harán el amor

sobre mi cuerpo azul

que ya no podré extender al viento.

Todo se enfría, desaparece.

Las tardes rompen con afán de hielo

que cubre el cielo y todo lo que pueda

pasar para mí.

Siguiendo la tradición

seré una silueta que podrán mirar

con interrogación,

mientras hago un infernal silencio.

El tiempo me morderá

y acaso mi cuerpo esté incompleto al fin.

Ojalá la erosión

deje limpia mi guitarra al cielo,

aunque ni esto traerá un consuelo

para mí.