Déjame regresar

Déjame,

—tú que me acompañas como una amistad—

déjame

—tú que eres fantasma de mi soledad—,

regresar por las mismas calles

en que caminé sin tu amor;

volver a los cines, a los parques,

a las miradas, sin culpa del mundo

que pasa a mi lado sin ti.

Déjame

devolverle al viento lo que le robé.

Déjame

decir para siempre por última vez.

Y regresar sólo con mis buenos días y el adiós;

regresar, perderme de vista para siempre

de los caminos que juntos hubimos

de andar hasta el fin del amor.

Después, quizás perdida en las memorias,

no habrá quién cuente un día nuestra historia.

Pero eso no importa, pues todo va al viento.

No importa que nadie nos ponga en un cuento,

si al fin sólo amamos y luego nos vamos.

Déjame,

—tú que eres fantasma de mi soledad—,

déjame

—tú que me acompañas con una amistad—

regresar.

(1967)