El extraño caso de las damas África

El otro día fuimos al parque

a ver la galería de arte

y cuando terminó la mañana

pasamos a comprar africanas.

Cargué con un cartucho

contento para casa

y lo guardé en el frío

porque el calor abrasa

¡Y vaya usted a saber lo que pasa!

Anoche tuve una visita:

un matrimonio y su vejiguita.

Y como era ocasión apropiada

quise brindarles mis africanas.

Cuando encontré la bolsa

después de buscar mucho,

la sacudí en mi oído

diciendo: "Nada escucho".

¡Adentro hallé no más que cartucho!

¿Quién se comió, quién se comió,

quién se comió mi africana?

Si no fue Juana,

ni fue su hermana,

que alguien me diga quién se ha comido mis africanas.

Es concebible,

y muy posible,

que yo sujete mis africanas con imperdibles.

Una pepilla,

le hacía cosquillas

interrogando sádicamente a la giraldilla.

Señor abate,

no se arrebate

si usted encuentra tanta ricura de chocolate.

¿Quién se comió, quién se comió,

quién se comió mi africana?

(1986)