Sinuhé

Tomando en cuenta la santa inocencia,

voy a cantarle a la vieja Bagdad,

donde mis sueños bebieron esencias

y donde en noches de luminiscencia

de niño zarpaba siguiendo a Simbad.

Algo debiera hechizar portaaviones,

alguien debiera apretar un botón

que reciclara metralla en razones

y poderío en conmiseración.

Qué solo está Sinuhé

de amor y de fe.

Qué solo está Sinuhé.

¿Qué tal sigue usted?

Bajo las ruinas vagan inquilinos

de las leyendas que fueron maná.

Pasa la sombra infeliz de Aladino,

sin una lámpara para el camino

y sin el secreto de Alí-Babá.

Algo debiera embrujar los misiles,

alguien debiera hacer estallar

el hongo de los derechos civiles

de los fantasmas que pueblan Bagdad.

Ahora es escoria el papel sorprendente

de Sherezada en su lecho nupcial.

La orden de fuego la dio un disidente

de la cultura, la carne, la mente,

el sueño y la vida que no sea virtual.

Mil y una noches para la malicia,

mil y una noches de intimidación,

mil y una noches de fuego y codicia,

mil y una noches sin dios ni perdón.

(2003)