Camelot

Al borde de una laguna

tres brujas montan caldero

y baten un mundo espeso.

Una le pone la luna,

otra sangre de cordero

y otra los últimos besos.

De Camelot vuelan señales

en los dragones y los cuernos,

y hay un silencio de animales

mientras se anuncian los infiernos.

El odio al otro es nuestra suerte,

la sangre ajena es nuestra viña.

Cuando profanen y den muerte

seremos aves de rapiña.

Dos contrahechos del norte

y un enano de alcahuete,

sádicos abominables,

reclutan tribus y cortes,

para gestión de grilletes

y corazones de sable.

Y una vez más, como tragedia,

ronda el olor a carne rota

de calabozo, de Edad Media,

donde callaban al ilota.

Y una vez más, contra el impulso

de besar y abrazar a gentes,

ceder al último recurso

de ojo por ojo y diente a diente.

(2003)